¡Jefe, pronto seremos tres! romance Capítulo 52

Mis ojos están cerrados aun, me siento como en una nebulosa, como si estuviera en el aire, más de la nada se me eriza la piel, algo recorre mi pecho bajando a mi abdomen, un aliento cálido acaricia mi miembro. No le tengo que mandar ninguna señal ya mi miembro está preparado nuevamente. Lo toma en su mano moviéndolo de arriba hacia abajo, sé que está a punto de llevarlo a su boca, siento su aliento cálido muy cerca, pasa su lengua húmeda por la punta, es tan erótico, perfecto y pasional, en respuesta emito un pequeño gruñido, mi cuerpo se sacude, despertando a todas mis terminaciones nerviosas, desde la punta de mis pies hasta el pelo.

‒ Nena ‒ le digo en un susurro, ahora ya estoy despierto por completo ‒ tienes que parar, mírame ‒ miro a sus ojos color caramelo derretido.

Sus pupilas están dilatadas, sus mejillas sonrosadas y su lengua está ávida de mi punta brillante. Le da dos lametazos y luego sube de arriba bajo. Las sensaciones llegan fuertes y rápidas, como el torrente de un río desbordado, como espiral en crecimiento. Entro en una contradicción, quiero que pare y a la vez que continúe con lo que está haciéndome, porque en este momento tiene tanto poder sobre mí, me puede elevar a las alturas o dejar caer desde lo más alto.

Su lengua es como un afrodisíaco que me sube la libido al mil por ciento. Se siente tan jodidamente bien, como si me hubiese tomado dos tabletas de adrenalina con Red Bull. No voy a durar mucho tiempo si sigue con ese ritmo. Me tiene como un cohete con destino a la luna a punto de despegar el vuelo.

Trago saliva cuando hace la misma maniobra en dos ocasiones, intenta introducirlo a su boca, temo que se haga daño, hace un gran esfuerzo cuando intenta tomarlo por completo en su boca, no hace ningún signo de repulsión, solo toma aire para controlar su respiración. Desvío mi rostro para verificar la hora, el reloj me muestra las cinco y media, es temprano aun. Trago saliva, esto se está poniendo más difícil de lo que creía. Dudo de la firmeza de mi voz. Hay una desconexión entre mi cerebro y mi lengua, se me turban las ideas, parece que no puedo encontrar las palabras correctas.

‒ Nena ‒ hago una pausa ‒ no tienes que hacer eso ‒ digo aunque esté temblando de pies a cabeza ‒ no es tu obligación.

Eso no le impide que siga en su lucha por conseguir lo que quiere, y vaya que lo está logrando. Lo empieza a hacer duro y fuerte, es donde me doy cuenta que no tiene la intensión de detenerse, me eleva a niveles insospechados de placer. Oigo un gemido dulce y delicioso salir de su boca, disfrutando de lo que me está haciendo. Se desprende de mi polla, relamiéndose los labios, se ve tan sexy. Su mirada hace contacto con mi casi nublada vista. Recuesto la cabeza en la almohada, es una delicia lo que recorre mi espina dorsal, ese calambre lleno de placer.

‒ Es lo mismo que hiciste conmigo, me das placer yo te doy placer, estamos empatados ‒ pasa la punta de la lengua por mi reluciente glande.

Se vuelve a apoderar de ella, agarro su pelo envolviendo una pequeña fracción en mis dedos, mientras tiene mi polla en su boca, rápido, suave, lento, duro, la saca y empieza a lamer de arriba abajo. Me encuentro perdido en el éxtasis, temo que esto no vaya a durar mucho tiempo para mí, tenso la mandíbula y los brazos, estoy a punto de correrme en su boca, le impido que siga y acaricio sus mejillas.

Me siento al borde de un precipicio listo para saltar. Debo mantener el control o no responderé de mis actos. Siento que voy a estallar en cualquier momento y es lo que menos quiero, quiero tenerla debajo de mí, volverla a llevar a ese sitio donde nos fundamos en uno.

‒ No creo soportarlo más, necesito tocarte ‒ no hago nada por terminar el contacto, y no es para menos me embruja su toque.

Da varios besos en la v de mis caderas, se sienten como traviesas plumas llenando mi piel de pequeñas descargas de electricidad, ha pasado demasiado tiempo, desde la última vez que dejé que alguna mujer hiciera esto por mí. Es un gusto que no le doy a cualquiera, pero Olivia puede hacer conmigo lo que quiera. Me tiene a su merced y no solo en el ámbito sexual, ella puede conmigo, me puede arrastrar o me puede elevar, no sé si cederle el poder esté bien o esté mal pero no me importa.

‒ Me estas tocando ‒ dice traviesa continuando con los besos ‒ lo puedo sentir.

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