¡Jefe, pronto seremos tres! romance Capítulo 53

Claro que quiero que me pruebe, pero no hoy, no ahora, me prometí dejarla descansar, toda la noche y ahora que esta despierta me encantaría seguir disfrutando de sus orgasmos, los que les voy a provocar, con mi dureza con las ganas que tengo de llenarla toda. De hacerla olvidar hasta su nombre y que su garganta se llene de esos sonidos pecaminosos que hacen erizar mi piel.

‒ Además, tengo una promesa que cumplir.

Me sorprendo de ser capaz de alcanzar el cajón del buró, busco con desespero un preservativo, la búsqueda se me hace eterna, lo encuentro, rompo la envoltura, soy un poco inestable por lo que ella lo quita de mis manos y se decide a colocarlo, sus manos se deslizan en torno a mi polla, ocasionando que cierre los ojos y muerda con fuerza mi labio inferior, lo desliza tan lentamente, es lo más erótico y sensual que he llegado a sentir en mucho tiempo.

Intercambio la posición en la que nos encontramos quedando arriba de ella, en un rápido movimiento coloco sus piernas en mis hombros, es flexible, si antes estaba encantado ahora mucho más, me inclino posicionándome en su entrada, la embisto con un movimiento suave pero certero entrando de lleno, abre sus ojos de asombro y me detengo. Puedo percibir con el empuje lo estrecha que es. Me recrimino. Quedo en la entrada palpitante, deseoso de seguir embistiendo, porque su estreches me provoca demasiado, de cómo consigue dilatarse y acoplarse a la perfección.

‒ Dime si debo parar ‒ contemplo su reacción esperando su respuesta.

‒ No pares por favor ‒ dice con respiración acelerada ‒ quiero que me tomes como quieras, no temas porque me crees frágil, no me voy a romper, estoy preparada para lo que se me quieras dar, de seguro me va a gustar.

‒ Mi intención no es ser rudo ‒ le digo ‒ pero no puedo ser suave tratándose de ti, no me puedo contener.

‒ No te estoy pidiendo que lo hagas.

Me deslizo dentro y fuera en esta posición, ella jadea y luego me sonríe, no quita sus ojos de los míos. La penetro una y otra perdiéndome en sus ojos, la conexión es tan erótica y a la vez amorosa algo que nunca antes había sentido con otra mujer. No quiero parar hasta que siento que se ensancha y se acopla para mí, soy como un animal moviéndome rápidamente. Cierra sus ojos porque sé que está pronta a estallar. Le doy un beso profundo donde jugamos a ver quién tiene el control del beso, empujo mi lengua queriendo entrar mientras ella empuja la mía en el mismo intento.

Tomo su trasero de tal forma que pueda impulsarla hacia mí, obteniendo un placer desenfrenado, moviéndonos en un ritmo perfecto, mientras me voy adentrando ella busca alcanzar el mismo vaivén. Empujo con fuerza queriendo llegar más profundo y ella alcanza la misma velocidad. Intento contenerme, ser menos efusivo, darle un placer más mesurado, pero no puedo, me anclo en sus caderas consiguiendo eso que estoy buscando. Esa conexión que no había conseguido con nadie. Esto es nuevo y me gusta.

Siento la ondulación de su cuerpo dándome señal de lo inevitable. Se aferra con fuerza temblando.

‒ ¡Owen! ‒ siento las contracciones y como me aprieta en un pequeño orgasmo.

Mi nombre en sus labios, suena tan sexy, la vibración de sus cuerdas bucales, hace que se me erice la piel. Una contracción en mi vientre me lleva casi al límite, me contengo. Espero que pase su mini orgasmo y vuelva a dirigirse hacia el punto final. Vuelvo a chocar duro y rápido, pongo una mano en su cintura entierro los dedos porque no quiero perder la conexión, alza su mano poniéndola en mi rostro, pasa sus dedos por la mejilla. Acuno mi cara en su mano, es tan tierna y yo tan salvaje. Es mi complemento perfecto, no creo que pueda cansarme alguna vez de las caricias de esta mujer.

‒ Eres perfecta ‒ es perfecta para mí, parece que reúne todo lo que he pedido en una mujer.

Baja sus piernas por un costado y me acomodo quedando apoyado en mis codos, nos enfrascamos en un beso carnal de esos que tienen la facultad de reconfortarte, esos de los que entre más besas más quieres. Sus labios son suaves y cálidos, haciendo que me derrita por dentro. Saboreo su boca como un poseso, su lengua acaricia la mía en un baile de insospechadas dimensiones, en un duelo de poder. Al terminar el duro y largo beso nos miramos fijamente y sonreímos felices. Apenas me estoy recuperando y parece que aún no tengo suficiente. Cierro los ojos empapándome del momento. Da un pequeño beso haciendo que abra de nuevo los ojos. Todavía me encontraba dentro y arriba de ella.

Salgo por completo colocándome de medio lado y me deshago del preservativo, recorro su brazo de arriba abajo con la punta de mis dedos, sintiéndola estremecer. Me pongo de espalda llevando a Olivia a mi lado y recostándola en mi pecho, es el sitio donde quero que esté lo que me resta de vida. Levanta la cabeza conectando de nuevo nuestras miradas. Estoy listo para comenzar de nuevo, pero me temo que no tenemos tiempo para otra ronda. Toma mi mano y entrelazo nuestros dedos.

‒ Buenos días ‒ dice con labios rojos e hinchados por la rudeza del beso.

‒ Buenos días, ojos bonitos ‒ la encuentro adorable entre mis brazos.

Son los mejores buenos días que he recibido en meses, en años.

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