¡Jefe, pronto seremos tres! romance Capítulo 54

Este hombre es tan hermoso cuando sonríe, la felicidad se refleja en sus grandiosos ojos azul aguamarina. Su trato tiene un lado tierno que me encanta, siempre trata de cubrir primero mis necesidades, espera a que obtenga la satisfacción completa y luego la de él. No es un egoísta que se olvida de que hay una persona aparte de él. De que somos dos en esta relación, sabe dar para poder recibir.

Enciende la luz de la mesita de noche, iluminando gran parte de la habitación, ya está amaneciendo pero está un poco obscuro, me abraza como si de repente me fuera a ir a algún lado, sonrío porque en este momento no quisiera estar en ningún otro sitio, solo aquí, abrazada a él, sintiéndome protegida, sintiéndome correspondida. No todo el tiempo puedes encontrar a alguien que te complazca y puedas reciprocar la acción en un tu a tu, no solamente uno que quede satisfecho.

– Eres hermosa – dice llenando mi cara de besos – hermosa y adorable.

Es una sensación que no sé cómo describir, como si pudieras volar, tocar las nubes, bajar a sus labios, encontrando un lugar mágico y seguro, donde resguarda el corazón. ¿Cómo unas simples acciones y palabras te pueden llegar a hacerte desear algo más? algo duradero, solido e irrompible.

– Gracias – susurro, no encuentro otras palabras que decir.

Después de tan tremendo encuentro, mi parte racional se encuentra a miles de kilómetros, que empezar una conversación coherente no entra en mis planes. Me encuentro con la cabeza sobre el pecho de Owen, acariciando su bíceps, subo la mano a su cara y siento la aspereza de su vello facial crecido, es sorprendente que en tan solo un día tenga la barba crecida, se sienten sus diminutos vellos causando cosquilla en mis dedos.

– ¿Tan pronto te creció el vello facial? – paso el dorso de mis mano por él – Me gusta cómo se siente, tan suave, como terciopelo.

– Para mañana ya estará el doble de crecido y pareceré el hombre lobo – sonrío; mientras yo sea su caperucita roja, lo demás estará bien.

– Hmmm, mi lobo feroz – digo con coquetería.

– Tenía pensado rasurarme el día de hoy como es costumbre – lo dice frotando su barba en mi cara.

Sonrío, me produce cosquillas, pero a la vez es agradable, es excitante. Hace que se erice el vello de la nuca, electrizante.

– Déjatela unos días a ver como se te ve – me atrevo a sugerir.

– Lo que usted ordene señorita ojos bonitos.

Me atrae más hacia él, me da otro beso en los labios, pega su nariz con la mía, cierro los ojos y los vuelvo a abrir, tomando un pequeño suspiro, desliza su nariz por mi cuello, buscando el olor de mi piel, muerde el lóbulo de mi oreja, lo lame y se aparta mirándome con picardía, que no pretenda calentarme y dejarme en ebullición, no se lo perdonaría, mi cordura ya no hace parte de mi ser, sus manos acarician mis costillas eso hace que vaya bajando un poco mi temperatura, logrando así que vaya mermando la ansiedad de tenerlo nuevamente entre mis piernas.

Se levanta de la cama y camina al cuarto de baño sin pudor, está totalmente desnudo, me puedo fascinar viendo su cuerpo, hasta siento como salivo del puro deseo, relamo mis labios. Es tan hermoso. Me levanto totalmente desnuda de la cama para ir a buscar la ropa que me voy a poner, cuando me acuerdo que la bolsa de viaje se quedó en la sala, casi llego a la puerta cuando me percato que se encuentra en el sillón blanco en una de las esquina de la habitación. No me di cuenta en que momento la subió. Saco un conjunto de lencería rojo, falda recta negra, blusa beige y la bolsa del maquillaje, todo lo coloco en la cama.

Su habitación está decorada en tonos neutros, blanco, gris y negro, concuerdan en diseño y accesorios, desde las paredes hasta el techo, se podría decir que está diseñada básicamente para un hombre, sin nada de tonos pasteles ni brillos, me gusta, aparte no tiene ningún artículo femenino, eso quiere decir que si ha traído a chicas a su casa no se han quedado el tiempo necesario para dejar cualquier cosa. Buen punto. No se me debe olvidar nada, no vaya a creer que empiezo a invadir su espacio.

Procuro dejar cada cosa en su lugar, recojo la ropa que está esparcida por el suelo y guardo la mía en un compartimento especial de la bolsa de viaje, la de él la coloco doblada en la silla al lado de buró. Noto que es tremendamente ordenado o por lo menos tiene a alguien que mantiene la casa en el orden adecuado. La limpieza de la casa se debe llevar mucho tiempo.

Me detengo en la puerta, el cuarto de baño es inmenso, tiene una bañera que incluye una regadera, un espejo que abarca una de las paredes laterales, dos lavabos, un bidet y una tasa de baño, todo en porcelana blanca, hay espacio suficiente para que dos personas, tengan su espacio individual, estamos los dos en el baño, él está en la ducha enjabonado de pies a cabeza, lo observo a mis anchas. Deja que el agua vaya limpiando el jabón de su cuerpo. Me cepillo los dientes y espero a que termine.

– Comprueba que el agua no esté demasiado caliente para ti – se quita el exceso de agua de la cara – para mi está en su punto, pero no sé cómo te guste a ti..

Historial de lectura

No history.

Comentarios

Los comentarios de los lectores sobre la novela: ¡Jefe, pronto seremos tres!