¡Jefe, pronto seremos tres! romance Capítulo 57

Llegamos a la casa de Owen, y no nos detenemos a ingerir los alimentos de la cena que ha dejado preparado Anna, somos un par de obsesos, la punta de su lengua entra en mi boca con lentitud buscando la mía, mientras una de sus manos se desliza por mi muslo llegando a mi trasero el cuan aprieta con dureza. No me quejo, me gusta su crudeza, es como si mi cuerpo lo pidiera, como si ya estuviera preparado para eso. El azote de sus caricias.

– He estado pensando todo el día en llegar a casa y de cómo convencerte para meterte a la cama – me recuesta en la pared – de cómo te voy a quitar ese sexy coordinado rojo.

Una oleada de placer sube desde mi entrepierna a mi estómago, si supiera que he estado pensando en lo mismo. Se encienden mis mejillas y de seguro tengo las pupilas dilatadas, es lo que provoca con su sola presencia. Pasa sus manos subiendo por mis costillas. Me separo un poco. Bajo la mirada hacia su entrepierna confirmando lo que pensaba, su abultada zona del pantalón me indica que está dura bajo la tela. Se me hace agua la boca. Tengo las bragas empapadas, cosa que me pasa constantemente estando él cerca.

– ¿Y qué es lo que está en tu mente ahora mismo para convencerme?

Me relamo los labios, estoy emocionada con tan solo pesar que me puede hacer o con que sorpresa saldrá esta vez. Ardo de deseo, paso la lengua por mi labio inferior y muerdo la esquina.

– Que he pensado en devorar esa exquisita boca desde que salimos del despacho – hace que suelte mi labio con su dedo índice.

– ¿Y qué es lo que te detiene? – me satisface lo atrevida que me he vuelto.

Nos movemos al compás de nuestros cuerpos al mismo tiempo, el baja su boca y hace que me prenda de sus labios con fuerza, me voy amoldando a su forma de comerme los labios, con el no valen los besos tiernos, si es capaz de devorar mi boca, yo lo seré también por él. Es casi doloroso cuando igualamos fuerzas, pero no me inmuto, así lo quiero duro y rudo. Su lengua se mueve con velocidad de un lado a otro en ondulaciones, peleándose contra la mía. Me derrito.

Se desprende de mis labios provocándome un vacío por la ausencia de los suyos, besa mi cuello como solo él sabe hacerlo, siento sus dientes queriendo rasgar mi piel, pero no llega a culminar su tarea, se detiene y da un lametazo en el sitio, dejando un surco de lava ardiendo en la piel adolorida.

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