¡Jefe, pronto seremos tres! romance Capítulo 64

Me bajo el pantalón arrastrando en el camino mi bóxer, busco el preservativo y me lo pongo, ni siquiera me bajo por completo el pantalón, estoy casi al borde de perder el control, me prende y me olvido que debo ser amable con lo que me ofrece, debo comer poco a poco, pero mi deseo es más fuerte, se quiere dar un banquete para saciar el hambre. Mis ojos bebían de ella como si estuviera en un oasis en medio del desierto. La deseaba con locura, era el aire que le faltaba a mis pulmones para respirar y en este momento siento que me asfixio, necesito tomar todo.

–Abre tus piernas – le digo con urgencia, lo hace de inmediato – un poco más – respiro como un toro embravecido, es espectacular.

¡Mierda! Todo mi cuerpo vibró con anticipación.

Al hacer ese movimiento arquea la espalda y sus nalgas se paran un poco, dejando a mi vista la perfección de la curva de su espalda, mi lucha es enorme al querer seguir contemplando o en entrar en ella como un desquiciado, sin miramientos, duro, como la bestia que soy en este momento.

– ¿Qué quieres que te haga? – pongo la mano en el elástico de su braga.

–Ya sabes que quiero – es un suave susurro.

Arquea más su espalda, lo que me muestra excede mis expectativas, miro como un goloso a su manjar más preciado.

– ¡Oh, nena! Te ves deliciosa – doy un pequeño toque en su lindo trasero.

Da un brinco por la sorpresa, le doy una nalgada un poco más fuerte, me gusta el color que toma su piel, muerde su labio inferior. Volteo un poco su rostro, bebo de sus labios, la posición es incomoda, lo sé, pero al estar de esta forma no quiero que se voltee por completo.

–Hmmm.

Me estoy acostumbrado a sus sonidos guturales, sus ronroneos encienden y despiertan mi lado más salvaje. Deslizo una mano por su abdomen atrayéndola más a mí, bajo un poco metiendo mi mano por el elástico de su ropa interior, posicionándome en su centro, mis dedos entran sin dificultad está resbaladiza, de lo húmeda que está. Suelta un gemido de anticipación, voy adentrando en su interior con dos de mis dedos, se mese hacia ellos, es suave, caliente, hago un movimiento circular, hace todo lo posible por apretar y retenerme dentro de ella, recuesta su cabeza en mi pecho, tiene el arco perfecto.

– ¡No te detengas! – gime.

Eso no lo pienso hacer, nos torturaría a los dos, es exquisito verla temblar con mi toque, derritiéndose en mis manos.

– ¡Nena! – saco los dedos, le doy una caricia circular a su palpitante botón.

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