¡Jefe, pronto seremos tres! romance Capítulo 65

Despertar en los brazos de Owen, es una delicia, nos encontramos en un mar de brazos y piernas, me desperté primero que él, era mi turno de preparar el desayuno, pero antes intenté separar el enredo de nuestros cuerpos, su mano me atrajo más a él, murmuró algo inentendible metiendo su nariz en mi cuello, me hacía cosquillas cuando rosaba mi piel. Me vuelvo y sonrío, quedo de frente a él, no me quisiera desprender de sus atrapantes brazos, pero hoy he decido sorprenderlo con el desayuno. No es que sea la gran chef, pero algo he de cocinar.

Con mucho cuidado trato de sacar mi cuerpo sin despertar del todo a Owen, me deslizo fuera de la cama, voy al cuarto de baño, no sin antes darle una última mirada, me atrae a más no poder, pensé que estaba enamorada una vez, pero ahora es diferente, no sé si es por el extraordinario sexo que tenemos o por la química que desprendemos, es como un impulso suave que me hace sentir ligera, sin miedo a mostrarme como soy, él hace que desee entregar todo de mi sin temor a equivocarme. Sin temor a que no voy a recibir lo mismo que doy y mucho más. Algo que no se me había dado antes, él me hace querer un montón de cosas nuevas. Abre los ojos, un poco despistado, me ve a mitad de camino y hace un tierno puchero.

–No te vayas – estira su mano como queriéndome alcanzar.

–Me tengo que bañar, tú duerme un rato más.

–Nena... – vuelve a cerrar los ojos.

Me baño y visto, me examino en el espejo, el pantalón lo noto un poco pegado a las caderas, tenía tiempo que no me lo ponía y es el resultado de comer como desesperada, recojo todas mis cosas, las acomodo en el bolso de viaje, dejo todo en perfecto orden, regreso a la habitación, lo veo acostado abrazado a la almohada que he usado estos días, es hermoso aun durmiendo, su boca entre abierta lo hace ver como un pequeño bebé, dejo que duerma un rato más, dentro de unos minutos sonara la alarma, bajo el bolso, no hay vuelta atrás, hoy mismo regreso a casa.

En cuanto entro a la cocina saco los ingredientes, preparo todo en un tiempo record, es fácil cuando ya todo está casi listo, prácticamente solo tienes que calentar la comida, escucho música del aparato estereofónico, muevo las caderas al compás de la música, siempre me ha gustado bailar mientras cocino es des estresante. Coloco los platos y cubiertos sobre los individuales. Escucho pasos en las escaleras, me detengo y espero verlo cuando avance hacia la cocina.

–Buenos días, dormilón.

Baja arreglado y perfumado, es un hombre digno para una portada de revista, el color azul oscuro de su traje resalta el tono de sus ojos, me derrito como mantequilla, ante su presencia. Muerdo mi labio inferior en señal de aprobación. Siempre quiero más de él, no tengo satisfacción, es algo que nunca me había pasado, como si entre más tengo más quiero.

–Buenos días, nena.

Me encanta cuando me dice así, se acerca a mí por detrás, da un beso en la mejilla y huele mi cuello, es algo que le encanta hacer, hago la cabeza hacia un lado dándole total acceso, su nariz está tibia y causa una corriente por mi espina dorsal, da un beso y se aparta, el desayuno casi está listo, abre la puerta del refrigerador saca el jugo de naranja, lo sirve en dos vasos, llevo la sartén y sirvo en los dos platos, la tostadora hace su sonido característico de que ya se encuentras listas las tostadas. Las pongo en el centro y nos disponemos a desayunar.

–Se ve delicioso.

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