¡Jefe, pronto seremos tres! romance Capítulo 69

Entrando a casa, ni siquiera quiero ir a la habitación, me quiero tirar al sofá, olvidarme de todo, soltar mi pelo y cerrar los ojos, parece que la habitación se encontrara a miles de kilómetros, Owen me ayuda a llegar, entro al cuarto de baño, consiguiendo asearme y poner el pijama. Regreso y me acuesto en la cama, me trae un plato con galletas saladas y aceitunas. No tengo idea de cómo sabe que es un buen remedio para la migraña. Lo pone en la mesita del lado donde duermo y se va a poner cómodo para acostarse. Tomo una de las galletas llevándola a mi boca y como de a poco, las aceitunas me las voy comiendo también. Cierro los ojos. Siento una de sus manos sobre mi cara, acariciando mi mejilla, se acuesta a mi lado, besa mis ojos.

–Nena, no me gusta verte así tan apagada.

No sé qué decir, lo miro directo a los ojos, el dolor se está intensificando y no quiero asustarlo, de veras este dolor se está intensificando a una velocidad alarmante.

– ¿Tienes un antifaz para dormir?

–Me parece que Jillie, dejó uno aquí.

Se levanta de la cama y va a la habitación contigua, regresa con un antifaz de terciopelo que tiene un bordado de ojos cerrados en color rosa y azul. Me lo pongo y me dispongo a dormir, encuentro el calor de sus brazos con el punto adecuado, se acopla a mi espalda pasando su brazo por la cintura.

– ¿Te sientes mejor? – besa la parte posterior de mi cabeza.

–Uhju.

Tomo su mano y la pongo en mi rostro acunándolo es su palma, empiezo a respirar pausadamente esperando dormir lo antes posible, comienzo a relajar los músculos, deseo que esto dure para siempre, que pueda contar con alguien que me reconforte. Aparta el pelo de mi cara, no sabe cuánto me alegra de que esté aquí, de que no me haya dejado ir sola a casa. Me abraza como si temiera que me fuera, su abrazo habla sin decir una palabra.

No me quiero acostumbrar tan rápido a esto, me siento incompleta cuando no lo tengo cerca. Y no sé cómo le voy a hacer para volver a mi rutina daría, tengo una casa que mantener, limpiar y ordenar, no me voy a pasar todos los días en la cama con Owen. ¿O Sí?

En medio de la noche, el dolor de cabeza se encuentra en su estado más crítico, las náuseas invaden mi garganta. Empiezo a sudar frío. Si me da fiebre, tendré que meterme a la ducha, ya no traía el medicamento en el bolso, me muevo inquieta, quito la sabana de mi cuerpo, un fuerte brazo me regresa a su lugar, el calor es agobiante y las ganas de vomitar crecen a pasos alarmantes. Trato de volver a dormir, me duelen los ojos, apenas he dormido, por la incomodidad.

Comentarios

Los comentarios de los lectores sobre la novela: ¡Jefe, pronto seremos tres!