Definitivamente esto estaba comenzando mal. Si le había llegado el rumor de lo mío con Owen. No se lo iba a negar, pero tampoco le iba a estar dando explicaciones. Había tomado la decisión de desperdiciar un estupendo sábado con Owen, para tratar un asunto con un tipo que no valía ni una hora de mi tiempo. Un sudor frio me recorrió la espalda. Quité esos malos pensamientos de la mente, estaría bien a solas con él, me había prometido no dejarme intimidar por él nunca más. Me enfadé conmigo misma, no tenía por qué sentirme así, recuerdos que ya no tenían por qué formar parte de mí.
Decirme eso surtió el efecto deseado. Ya la dirección de mi vida había tomado otro rumbo, los recuerdos se podían dar de tumbos y codazos, era de lo que menos me preocupaba, ya no tenían cabida en mi vida.
–Voy a llegar a mi casa en aproximadamente media hora, si podrías tener la amabilidad de pasar por tus cosas de una vez o definitivamente ya no te interesan.
–Está bien, pasaré por ellas.
Cuando esas palabras salieron de su boca, di por terminada la llamada, colgué, no tenía más nada que añadir. Mi intención era entregarle sus pertenecías, no entablar ningún tipo de conversación con él o alargar su visita. No le iba a dar el pacer de hacerme sentir como una mierda. Porque con sus palabras era capaz de desbaratar la muralla que me propuse erguir frente a él. Ya no vería más a la Olivia sumisa, que se dejaba amedrentar con sus malas actitudes.
Al llegar a casa lo primero que hago es marcarle a Owen, debe estar pegado al teléfono esperando mi llamada. Coloco la bolsa en la habitación, me lavo las manos. No lo hago esperar más. Al primer timbrazo contesta.
–Hola, nena. Ya te extraño.
Como no me voy a derretir con su forma de tratarme. Los pies me hormiguean con ganas de regresarme a su casa. Pero a lo que vine.
–Hola, nene. Y yo a ti.
– ¿No tuviste ningún percance en la carretera?
–Ninguno, llegué sana y salva.
–Tómate el medicamento por favor.
–Sí doctor, en este momento lo pienso tomar.
–Que linda paciente tengo.
Entramos en el juego de paciente-doctor, es un tierno.
–Eso es por mi doctor favorito.
–Y come algo también, no quiero que te enfermes por no comer.
–Te prometo que me prepararé algo delicioso.
Las palabras salen de su boca con un dejo de sufrimiento, como si decirlas le provocara un terrible dolor. Dolor que el mismo se causó. No puedo tenderle la mano para consolarlo, buena falta que me hizo la suya cuando la necesitaba, ya no.
–Así es – mi respuesta no da pie para más.
–Necesito que hablemos, que me escuches sin interrumpirme.
–Este encuentro no es para una reconciliación, bien lo sabes.
Lo detengo en su afán de buscar una solución, muchas veces esperé esto de su parte, explicarme, hacerme entender que era lo que pasaba por su mente. Porqué ahora, esto se salía de mis manos, ya no quería nada de él.
–No vine para eso.
–Muy bien, te lo aclaro, porque no quiero ningún malentendido, ni que pienses en que te estoy dando una oportunidad. Esto se acabó para siempre.
–No podía creer que me hubieras olvidado tan rápido, hasta que te vi con Owen.
No quiero que me reclame o que me insulte como muchas veces lo hizo, al pensar que lo engañaba con alguien más. Con cualquier amigo que él pensara que demostraba más interés de lo normal. Conclusiones totalmente infundadas, si sus amigos se acercaban a mí no era por que sentían algún interés, solo eran amigos.
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