¡Jefe, pronto seremos tres! romance Capítulo 82

Leo el mensaje de Milenka DaVelli y me quedo con la boca abierta, estos dos están hechos el uno para el oro. Sus genios se complementan. Espero ser invitada para su boda.

– ¿Pedimos la pizza?

–Que sean dos, estoy hambriento, elige las de tu preferencia.

–Está bien.

Marqué al servicio a domicilio del teléfono fijo, ordené una pizza familiar hawaiana, con queso y piña extras y otra de pepperoni con cebolla. Las dos eran de mis preferidas. Se me hace agua la boca. Me mira y hace un movimiento afirmativo con la cabeza. Toma la cartera de su bermuda y me acerca un billete, le sonrío y le digo que no con la cabeza, no lo tomo, me salgo corriendo de la habitación.

– ¡Olivia!

Me llama y su voz sale con un dejo de diversión. Sé que hay hombres que si las mujeres pagamos, los hace sentir que no pueden hacerse cargo de la situación. Es risible, las mujeres independientes estamos vacunadas contra eso. Nos hacemos responsables de nuestras necesidades monetarias, no tenemos que pedirle dinero a nadie o esperar que nos lo den. Por eso nos esforzamos cada día con ser autosuficientes.

–No.

–No juguemos con eso.

–Es mi casa, son mis reglas.

Cuando llegó la orden, abrí la puerta y le pagué al chico el importe de las pizzas. Mis glándulas empezaron a salivar, abrí la caja que traía la pizza hawaiana con extra queso y a una rebanada le di un gran mordisco, estaba ansiosa por probarla, que mi paladar la degustara. Estaba en su punto, dorada y crujiente. Tomé dos platos de la cocina y un par de latas de refresco. Llevé todo a la habitación. Lo encuentro recostado de espalda con un brazo cubriendo sus ojos.

–Llegó la cena, bello durmiente.

Retira el brazo de su rostro y se sienta en la cama. Tiene puestas de vuelta la bermuda y la camiseta. Se ve tan relajado, parece otra persona, sus trajes por lo regular, siempre le dan una pinta de seriedad que los hacen ver demasiado inalcanzable. Por eso Jillie dice que es un estirado.

Pero a mí me gusta así, todo un señor de respeto y seriedad.

–Gracias, bella dama.

– ¿Quieres refresco o una cerveza?

Le enseño las latas que traigo conmigo. Hace demasiado tiempo que no tengo una cerveza en el refrigerador por lo regular no es una bebida muy de mi agrado. Yo era más de vinos. Una que otra copa de vez en cuando.

– El refresco está bien.

– Qué bueno porque solo tengo refresco.

– ¿Juegas conmigo, verdad?

–Es en serio, solo tengo estas dos latas de refresco.

–Podemos ir al supermercado.

–Tal vez mañana.

No tenía muchas ganas de salir de la casa. Solo me apetecía quedarme acostada en la cama, para poder abrazarlo y besarlo las veces que quisiera. Ya lo consideraba como mío y no quería que otras lo estuvieran viendo con ojos de lujuria. Yo era la única que lo vería con esa mirada.

–Está riquísima.

Dice después de darle una mordida a una rebanad de pepperoni y cebolla. La combinación hacía que salivaras, tomo mi rebanada y también le doy un gran mordisco. Salivo, degusto, mastico y trago. Le doy otra mordida porque necesito saciar mi deseo de pizza. Como si se me fuera a ir volando la rebanada.

–Me alegra que te guste – digo con la boca llena – unas de las mejores pizzas que he probado en mi vida.

–Las más ricas.

Cada quien fue comiendo de las pizzas, acabamos con media pizza de cada una, eran un delicia. Se me hace prudente decirle de los planes de Matt Morgan y su secretaria.

–Matt se quiere casar con Milenka.

– ¿Cómo?

–Por lo del testamento.

– ¿Ya tienen todos los documentos?

–Se los envié en la semana, me parece que el asunto va en serio.

El trato es directamente conmigo, que han sido unos de los pocos casos de los que me he hecho cargo. Se queda pensativo, sé que ellos congeniaron desde el primer momento, son amigos por así decirlo. Solo una vez estuvieron en desacuerdo por algo que no pasó a mayores y lo resolvieron ese mismo día.

–Matt, es un buen tipo, lo harán bien.

Lo que no sabe es que me lo propuso primero a mí, de saberlo lo saca de los clientes de la firma. O me sacaba a mí del caso, se lo daría a otro para que no tuviera contacto conmigo. Y no se me volviera a insinuar, pero como ya se estaba resolviendo, no tenía por qué provocar una pelea entre ellos.

–Les queda poco tiempo – dije con convicción.

–Con la boda tienen más que suficiente – es verdad – eso les da un margen de seis meses y si se deciden por la otra parte tiene todas las de ganar.

–Aun así, tienen que ir casi contra reloj.

–El viejo Morgan fue flexible, solo les está pidiendo un heredero.

Muy cierto, estas cuestiones son muy delicadas cuando hablamos de un hombre como Matt, tan libre y de muy férreo carácter.

–Hay muchas formas de conseguirlo, si se quieren dar prisa, no sé cómo lo ves tú.

Los chicos tenían la opción de una clínica de fertilidad, donde podrían concebir bajo tratamiento de fertilización por inseminación artificial, o bien acudir a una agencia de adopción, pero conociendo a Matt, yo creo no decidiría por esas opciones. Él era más de sangre, querría a sus propios hijos y los haría a la vieja usanza.

–Me temo que se irán con el método tradicional – acertamos.

– Creo que sí.

El resto del día la pasamos entre risas, besos y abrazos. Vimos un par de películas, fue una gran velada en compañía del hombre más maravilloso del mundo. Cada día me costaba más separarme de Owen. Se me había calado en lo profundo del corazón, estaba segura de que ya lo amaba o estaba a punto de enamorarme perdidamente de él. Lo necesitaba como las plantas a la lluvia, lo necesitaba para florecer como sentía que lo estaba haciendo a su lado.

Me desperté entre sus brazos, aquella mañana me sentía como si hubiera dormido toda la semana completa, descansada, sin ningún síntoma de migraña y con el ánimo al cien. Estoy segura que se debe al buen sexo que hemos tenido. Lo miré dormir, por lo regular él era el que se despertaba primero, pero hoy yo era la que lo contemplaba. Era hermoso, no me cansaría de decirlo.

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