¡Jefe, pronto seremos tres! romance Capítulo 87

Comienza a escucharse el barullo de los demás abogados llegando a sus respectivos despachos. Automáticamente mis mejillas se tornan calientes, las debo tener al rojo vivo. No quiero que esto se nos salga de las manos.

–Me alegra de que ya hayas llegado, te extrañé.

Justo lo que necesitaba oír. Aunque solo hayan sido solo unas horas, también siento que lo extrañé. No puedo resistirme a él. Me doy cuenta de lo mucho que lo necesito, de una forma que no lo había hecho antes. Es como si yo misma me considerara otra persona. Miro alrededor de su ofician y todo está tal cual, nada ha cambado. Pero yo sí, me doy cuenta de ello. Hace unas semanas no tenía idea de que este mismo espacio me iba a ser sentir cobijada y querida.

–Yo también te extrañé – le digo – gracias por el desayuno, no me lo esperaba.

Trato de separarme lo más que puedo, pero me toma de nuevo de la cintura y me pega a su notable erección. Agacha la cabeza encontrando su lugar favorito en mi cuello, me besa y huele. Siento como si cada vez que lo hace estuviese cerciorándose de mi olor. Algún día le preguntaré que olor percibe en mí. Deja de olerme y me da un beso en la punta de la nariz.

– ¿Te gustó?

–Me encantó.

A pesar de que no fue un desayuno demasiado elaborado, me supo a gloria, tiene un toque que hace que las comidas le queden deliciosas, de seguro Julia les enseñó a cocinar a los tres. Tiene buena sazón. Creo que de los tres, Owen es el mejor chef. Los otros entrarían en discusión de que ellos eran mejores pero mi veredicto seguiría siendo para él.

–Pues de eso se trataba – su voz se encuentra ronca.

–Ya te debo muchos desayunos.

–Si así voy a ser recompensado, todos los días – lo dice con una amplia sonrisa en sus labios deliciosos – te espera una larga lista de desayunos.

–La única opción es que estemos en iguales condiciones.

No soy muy buena en la cocina pero estoy dispuesta a empezar a ver recetas vía internet o suscribirme a uno de los tantos cursos a los que Jillie asiste. A fin de cuentas dicen que al hombre se le conquista por el estómago o a la mujer lo que vendría siendo mi caso. Me ha gustado todo lo que me ha preparado hasta el momento.

–Entonces voy a dejar que cocines para mí.

–Exactamente, señor.

Tomo la agenda de trabajo y nos disponemos a comenzar el día, nos sentamos en los sillones del despacho, organizo los documentos y nos dirigimos a la sala de juntas. Llegan los demás miembro del equipo y exponen sus casos, los diferentes casos vienen y van, algunos son más pesados que otros, algunos que no llevamos esa línea y los delegamos a otros abogados por ser su especialidad y nos quedamos con cinco a los que le echamos mano y ponemos a funcionar las respectivas portátiles. No paramos hasta casi el medio día para un descanso y pedir la comida.

Ya habíamos acabado la junta de preliminares, cada uno de los abogados había expuesto su caso y ya habían regresado a sus respectivas oficinas con sus asistentes, todo iba marchando sobre ruedas, esta vez sí tendrían oportunidad de salir a la hora habitual para ir a comer. Los días si se estaban volviendo un poco apretados y eso que apenas era lunes y el resto de la semana sería directo a los juzgados.

Me acordé de repente que ni siquiera me he puesto en contacto con Jillie. Ni ella me ha devuelto el mensaje. La llamo porque le tengo que contar lo de Justin. Es algo que no creo que me perdone sino le cuento. Sé que me está dando chance para que tengamos por lo menos una hora libre para poder hablar. Tiempo que tendré que reducir.

–Aló – su nueva forma de contestar al teléfono.

–Hola, Jillie.

–Hola, Livy, ¿ya te contó tu querido jefe?

–Si te refieres a lo de la semana que viene, sí – le sigo el juego – ya me contó mi jefe.

– ¿Qué opinas?

- Me parece bien, solo que será al medio día.

Sé que mis mañanas ya no serán las de antes, ahora tengo un compromiso muy intenso, el cual no quiero que se rompa la conexión que hemos logrado hasta ahora. Me atrevo a afirmar que me gusta más así, a que fuera tierno y pasivo. Su actividad es la que me motiva. Como si los dos no nos pudiéramos despegar el uno del otro.

–Imagino que estarás ocupada con tu jefe en la mañana.

Nos conoce muy bien, sabe que estaremos ocupados, que no nos queremos separar y bien sabe el porqué.

–Imaginas bien.

– ¿No se aburren?

–Lo dice la que no deja a su novio, ni a sol ni a sombra y viceversa.

Ya en esto no opina porque le digo su verdad en la cara, ellos pasan más tiempo juntos que nosotros y eso que Owen y yo trabajamos bajo el mismo techo.

–Le diré a mamá para que no se vaya a impacientar.

–Me parece buena idea.

–Ahora sí, cuéntamelo todo.

–No hay mucho que contar.

No quiero ahondar mucho en el tema, para que pase rápido y pueda dar definitivo la vuelta a la hoja, así que le cuento lo esencial. Desde luego que se indigna con lo sucedido. Como si le hubiera pasado a ella. Llego a la conclusión que Justin pasó de ser un idiota a ser el peor hombre de la historia. Ya eso es tiempo pasado, no le tengo que dar importancia a algo que pasó de mi vida. Ya es ahora, solo debo tener mis ojos a mi presente y posible futuro con Owen, comunicarnos lo que nos pasa y lo que pueda estar pasando con la relación. La comunicación es la base de una buena convivencia.

–Espero no volver a encontrármelo en mi camino.

Comentarios

Los comentarios de los lectores sobre la novela: ¡Jefe, pronto seremos tres!