¡Jefe, pronto seremos tres! romance Capítulo 91

–Están buenísimas, pero no sé qué me pasa.

– ¿Con?

–No puedo dejar de comer.

–De seguro antes te quedaste con el estómago vacío con lo que comimos, no es bueno quedarse con el antojo.

Pueda que tenga razón, ¿pero a esa magnitud? en menos de lo que canta un gallo va a parecer que estoy engordando para navidad. O que se viene la tercera guerra mundial y me estoy abasteciendo de comida.

–Siempre he sido de buen comer, no lo niego, pero esto no es normal, no he terminado y ya quisiera tener otra aquí mismo.

–No puedes comer tanto, acuérdate lo que le pasó a tu estómago.

–Te juro que lo estoy pensando, pero siento que no es suficiente.

Veo esa mirada en los ojos de Owen y se perfectamente que está pensando. No creo que lo vaya a decir, pero lo dice.

– ¿Quieres de la mía? ¿O pedimos otra para compartir?

–No, ya te he dejado sin comida últimamente.

–Por mí no hay problema.

Claro que había problema, debía controlar mi glotonería, sino eran los dulces, eran las comidas más bien grasientas, me estaba alimentando a base de comida chatarra, pero quien se podía resistir a ella.

–Voy a terminar esta y nada más.

–Está bien, no insisto.

Lo que sí tomo es un poco de su malteada pero le haga mala cara y la dejo en paz, el sabor no es de mi agrado. Terminamos y me siento saciada y satisfecha, solo me observa con una sonrisa llena de satisfacción. Pide la cuenta y vamos hacia donde se encuentran las cajeras, admiro la caja registradora, wow, el sonido que hace al bajar la palanca, es otro mundo. Todo es original. Los cuadros en las paredes de los ídolos del momento. Parecía niña en una heladería nueva.

– ¿Ya eres feliz?

–Mucho.

Nos abrazamos y nos damos un beso sin importar la gente que nos queda viendo, es normal en una pareja que se den muestras de cariño.

– ¿Nos vamos?

–Sí.

Salimos tomados de las manos con rumbo al estacionamiento, me abre la puerta del auto y espero a que rodee el auto y se sienta a mi lado, nos dirigimos rumbo a casa, venimos platicando, recuesto a cabeza y cierro los ojos, no sé en qué momento me quedo dormida, solo siento que soy trasladada en brazos hacia la habitación, como si pesara menos que una pluma.

– ¿Qué haces?

–Llevo a mi bebé a la cama.

–No era necesario que lo hicieras, ya soy una niña grande.

–No para mí.

Ya estamos llegando así que espero que me deje en el suelo y nos abrazamos. Acomodo la cabeza en su hombro y no dejo de abrazarlo. Son los brazos más cálidos y tiernos en los que he estado. Ojalá y no me soltaran nunca.

–Gracias por la cena.

–Es siempre un pacer complacerla.

Y vaya que de todas las maneras habidas y por haber. Con este hombre, me he ganado la lotería.

Olivia Damschroder (Viernes)

Me despierto en mitad de la noche, veo el reloj y marca las cuatro con veinte minutos, cierro de nuevo los ojos todavía falta para que suene la alarma. Me vuelvo a despertar un instante antes de que suene, mis ojos se abren incluso cuando el cielo de new york está oscuro, la tomo y cancelo la alarma. Estoy de espaldas desnuda. Uno de los brazos de Owen está cruzado en mi cintura. Me impide un rápido movimiento.

Trato de moverme sin despertarlo, se siente pesado al mover un poco su brazo. Ya liberada lo observo, no me cansaré de mirarlo dormir las veces que tenga la oportunidad.

Esto es algo que no ha sucedido muy seguido en lo que llevamos durmiendo juntos, estoy despierta casi por primera vez antes que él, giro la cabeza y miro por encima del hombro.

Me deslizo lentamente hasta el borde de la cama y me percato de que sigue en brazos de Morfeo, tiene el sueño ligero, pero esta vez está fulminado. Pongo los pies en la alfombra y me levanto cuidadosamente sin hacer el menor movimiento de la cama. Me dirijo al cuarto de baño, la vejiga la siento como que va a explotar, nunca me permito aguantarme tanto, pero esta vez es como si me hubiera bebido dos litros de agua sin parar, me deshago del líquido opresor, le bajo y abro la llave para que salga en agua caliente de la ducha. Tengo que terminar de bañarme antes de que despierte Owen, estoy segura que querrá llevarme a la consulta y es inminente que esta hoy temprano en el despacho. Sería muy poco profesional de su parte dejar plantado a un par de clientes.

Los días de trabajo en el despacho han ido aumentando, las citas son más temprano de lo normal, el acomodo de las juntas se esparcen a través de todo el día. Todos hemos estado ocupados a lo largo de los días. Todo se revolucionó de la noche a la mañana. Pero es la vida de un abogado, los casos no paran. Evento tras evento vamos avanzando a pasos agigantados y salimos de ellos ventajosamente. Si bien no hemos cavado un caso, llega otro y otro.

La semana ha sido acelerada y se me ha ido como agua, con tanto trabajo no tenemos descanso. Pero al llegar a casa ese queda en segundo plano, no sé de donde sacamos fuerzas para las maratónicas sesiones. Somos un par de lujuriosos incapaces de reprimirse un solo día.

Tener a Owen a mi lado ha sido la mejor decisión que he tomado. Fue como pasar directamente a la calma después de un fuerte aguacero. Yo que en un momento llegué a pensar que solo se trataría de sexo casual, algo pasajero. Algo que no fuera muy difícil cuando se terminara, pero henos aquí, iniciando una relación con miras hacia el futuro, si en el presente estoy viviendo un romance maravilloso, me espera algo mucho mejor.

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