¡Jefe, pronto seremos tres! romance Capítulo 92

Termino de acomodar las cosas en el bolso y me acerco a la cama del lado donde está acostado el hombre más hermoso del mundo. Le doy un beso en los labios y se mueve entre sueños, me siento en el borde de la cama, Owen está acostado de lado como lo dejé desde que me levanté. Le doy un beso sobre su piel desnuda del hombro, siento su calor, emite un ronco sonido que me excita. No quiero despertarlo, pero no me iré sin antes decirle adiós. Abre los ojos y sonríe.

–Nene, ya me voy.

–No te vayas.

Él toma mi mano y acaricia suavemente con su pulgar, desatando un enjambre de mariposas alocadas por todo mi vientre. De la nada se me encienden las mejillas, se desprende calor en partes que nunca me hubiera imaginado que se calentaran. La emoción me embarga y me gustaría comérmelo a besos. Cada momento que paso con él, me vuelvo más adicta a su sabor, a su toque a sua caricias.

–Me tengo que ir.

Pasa sus manos por mi cintura y coloca su cabeza en mis piernas, es tan tierno. Levanta la cabeza y hace uno de sus pucheros de bebé. Acaricio su pelo, es suave y abundante. Esa corriente de electricidad se cuela por mis rincones anhelantes. Lo deseo. No sé si sea normal, pero lo deseo a todas horas, incluso en sueños lo deseo.

– ¿Tan Pronto?

No puedo decir que es de madrugada, apenas son las siete de la mañana y dentro de muy poco se tiene que levantar de la cama. Estamos durmiendo apenas unas cuantas horas, nuestra rutina es de mucha resistencia y no quero que luego suframos los estragos de las trasnochadas.

–La cita es a las ocho.

–Muy temprano.

–Era esa o una a las doce.

–Quédate conmigo.

–Me encantaría, pero esta cita me la dieron de milagro, así que nos vemos más tarde.

–Le dirás de las migrañas.

–Sí, solo le tengo que recordar que me recete de nuevo el medicamento.

–También dile que te recete contra las náuseas.

–Lo llevo en la mente.

Se sienta en la cama a mi lado y me abraza, sé que quiere acompañarme y estaría gustosa de que lo hiciera, pero no se puede. Me abrazo a él, subo un poco la cabeza y nos besamos, incrementa mi deseo al mil por ciento, no sé qué me ha dado este hombre que no me quiero separar de él. Me separo a regañadientes y me levanto de la cama. Acaricio con mi mano su cara y la acuna en el hueco que se forma.

–Nos vemos en la oficina.

–Sí señora.

Me encamino hacia el auto, entro y poco el GPS, me indica cual es la opción más rápida, pero con cinco minutos de retraso. No lo tenía previsto aun saliendo con un margen de anticipación el trayecto es diferente desde la casa de Owen. No lo pienso más y salgo del garaje. Pongo música, tarareo las melodías y en mitad de camino se hace un trancón. Me manda por un desvío y lo tomo.

La cita con la ginecóloga es en media hora y apenas tengo tiempo de llegar. Llego con cinco minutos de retraso. No pensé que fuera a encontrar a otras pacientes. En la sala de espera están dos mujeres con sus respectivos acompañantes, una chica aproximadamente de mi edad, podría tener entre veinte y veinticinco años y la segunda de aproximadamente treinta años, las dos tiene sus vientres con un estado de embarazo avanzado.

–Hola, soy Olivia Damschroder - le digo a la señorita - tengo una cita con la Dra. Maxwell.

Le entrego el cuadernillo donde anota las citas y plasma la del día de hoy. Me la devuelve y me señala hacía donde están sentadas las otras dos parejas.

–Tome asiento, en un momento la atiende.

–Gracias.

No pasaron ni cinco minutos cuando escucho mi nombre, es mi turno, o más bien soy a la primera que atienden, mi horario está establecido con un rango de espera. No creo que las demás personas presenten tenga algún problema con ello. Me levanto de mi silla y me encamino hacia la puerta del consultorio.

No tengo que tocar, paso directamente.

Entro al consultorio y tomo asiento al frente de la doctora. Desde que comencé mi vida sexual, he venido con ella, es muy amable y te trata como si fueras su hija. Y tenemos la confianza para tutearnos.

–Buenos días, Olivia.

–Buenos días, Alice.

– ¿Cómo has estado?

–Muy bien y tú.

–También, bien.

Una vez hechos los saludos correspondientes espero a que empiece se la consulta, me toma la temperatura, la presión y me pesa. Veo que hace las anotaciones y todo está dentro de los rangos establecidos, todo normal.

–Cuénteme que ha pasado.

No es que haya pasado algo del otro mundo, solo quiero que estemas más protegidos por cualquier eventualidad. Todo tiene que ir sobre ruedas. No estoy segura de lo que piense Owen de los hijos, ni siquiera hemos tenido tiempo de hablar sobre ellos. Su experiencia anterior no sé cuánto haya afectado su inclinación hacia los hijos que vaya a tener o si los quiere tener.

–Dejé de tomar la píldora y necesito retomar un tratamiento, lo antes posible.

–Por supuesto, le voy a hacer una serie de preguntas.

–Desde luego.

– ¿Cuándo fue tu último periodo?

–Hacen tres semanas.

–Muy bien, ¿has tenido relaciones en este periodo de tiempo?

Considerando las ocasiones, le podría decir que en dos semanas casi llegamos a cubrir el mes completo, me abstengo que las palabras salgan de mi boca y solo se queden en mi mente. Eso sería vergonzoso. Como diría Jillie, como changos locos.

–Sí.

– ¿Algún tipo de anticonceptivo que estés utilizando?

–Solo con preservativos.

– ¿Desde cuándo dejaste de tomar la píldora?

–Dos meses y algunas semanas.

–Olivia, te tenemos que practicar unos análisis de rutina, para ver qué tipo de anticonceptivo te daremos esta vez y para descartar un posible embarazo.

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