¡Jefe, pronto seremos tres! romance Capítulo 93

La palabra embarazo no me asusta en los más mínimo, pero me agarra de sorpresa, si tengo claro que los bebés se deben planear, ver los pros y los contras, pero eso ahora no me importa, si tengo que criarlo yo sola, no tengo problemas, mis padres pondrán el grito en el cielo en un comienzo, pero a fin de cuentas terminaran por aceptar mi decisión y me apoyaran.

–Claro, doctora.

–Pasa al laboratorio y ahí te tomaran la muestra de sangre y lo más probable también te pedirán una muestra de orina.

Escribe en una hoja los estudios a realizar y me la entrega.

Al llegar al laboratorio, entrego las órdenes para los estudios, me entregan un vaso para que deposite la orina. Toman una muestra de sangre, me piden que regrese a la sala de espera de la doctora. Las pruebas son rápidas, solo tuve que esperar una hora para que me dieran el resultado. Me encuentro en la sala de espera y van llegando más mujeres en estado avanzado de embarazo

– ¿Señorita Olivia Damschroder? – Me llama la asistente – pase al consultorio, por favor.

–Gracias.

Me pongo de pie y me hace pasar al consultorio. La doctora me ve con una amplia sonrisa en los labios, es buena señal.

–Olivia, ya no hay necesidad de que le demos un nuevo tratamiento – no entiendo a qué se refiere – ¡felicidades!, está usted embarazada.

Me toma por sorpresa aunque no venía preparada para una prueba de embarazo, el resultado me parece increíble, estoy embarazada. El corazón se me hincha de felicidad. Me gustaría que Owen estuviera aquí conmigo aunque no sé cómo lo tomaría.

–Sí.

Los síntomas vienen a mi mente como en cascada, nauseas, mareos, antojos y deseo excesivo de sexo, mucho sexo. Todo estaba a la vista y no me había percatado de los avisos, me parece que todo se entre mezcló con lo de la migraña y mis hormonas. Paso a través de una serie de emociones a la vez. La que más predomina es la dicha infinita que crece en mi corazón. Un bebé.

–Por la cantidad de hormona HCG en sangre, tiene aproximadamente dos semanas de embarazo.

Dos semanas exactas, después de haber tenido relaciones con Owen. Le podría llamar tiro certero. Pensé que había usado protección, pero estos métodos no son cien por ciento seguros, ese dos por ciento de posibilidad, está creciendo ahora en mi vientre.

– ¿Es necesario que me haga un ultrasonido ahora?

Me gustaría que Owen estuviera presente, que me tomara de la mano, me trasmitiría su fuerza y que va estar conmigo en este proceso.

– No, hay dos tipos de ultrasonidos, el abdominal y en endovaginal – me explica la Doctora Maxwell – podríamos intentar el abdominal, pero estoy segura que no veríamos mayor cosa. Es demasiado pronto para tener una resolución favorable.

– ¿Podemos esperar?

Necesito que estemos los dos presentes, en dado caso de que quiera ver a nuestro bebé y decide estar con nosotros, estoy pensando que él quiera a este bebé. Yo no podría dar marcha atrás y él no sé cómo lo tomaría, no puedo meterme en su cabeza para saber lo que piensa. Este bebé es mío, sino tengo otra opción, lo criaré sola.

–Como usted prefiera, el primer ultrasonido debe ser en la semana seis. Mes y medio para ser precisos. Le vamos a dar tiempo al embrión para que se forme y así tener mayor precisión en su formación.

Mi corazón latía a mil por hora, un bebé de Owen y mío, este pequeño ser me hace amarlo más, era una locura, solo han pasado dos semanas y sé que él es el amor de mi vida. Lágrimas salen de mis ojos sin siquiera preverlo. Son de alegría, voy a tener algo mío, que viene de mí. Que es de los dos. La doctora amablemente me tiende un pañuelo desechable, lo tomo, seco mis lágrimas y la sonrisa se expande en todo mi rostro.

–Comprendo.

–Le voy a recetar unas vitaminas prenatales y que la asistente le dé una cita para poder realizar el primer ultrasonido, en un mes.

Hace una nota en el carnet y me lo entrega. La fecha de la próxima cita se encuentra plasmada para dentro de un mes, la asistente la tiene que anotar en su sistema en la computadora.

–Muchas gracias, doctora.

Llego con la asistente, le paso el carnet. Anota la cita para dentro de un mes a las ocho a.m. Salgo caminando sobre una nube de felicidad, estoy emocionada, es una noticia que me gustaría decírsela a todo el mundo. Una vez que el padre de mi bebé lo sepa, se lo podré contar a todos. No es una noticia que se tenga que ocultar, a fin de cuentas cuando me empiece a crecer el vientre es inevitable no darse cuenta.

Llego al estacionamiento, busco el auto, abro la puerta, entro y me siento. Es algo totalmente extraño, llevo las manos a mi vientre y hay una conexión directa con mi bebé, las lágrimas vuelven a bajar, me siento sensible, debo contener el llanto porque tengo que conducir. No me puedo exponer a ocasionar un accidente a estas alturas. Tengo que velar por la vida de mi pequeño. Protegerlo contra todo mal. Amo a este bebé con todas las fuerzas de mi corazón.

¿Acaso se puede llegar a sentir algo más hermoso?

Tenía que contarle a alguien, cuando estás feliz y se desborda por todos tus poros, se te nota, sonreí todo el tiempo desde que salí de la clínica, se podría decir que brillaba de la felicidad. Flotaba, las cosas a mi alrededor empezaron a tomar otro significado. Iba a ser mamá, en mi vientre tenía la semilla de Owen germinando. Un pequeño regalo del cielo. Lo atesoraría hasta el fin de mi existencia. Mis lágrimas empezaron a bajar por mis ojos, eran de dicha.

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