La Dama de los Sueños Dorados romance Capítulo 104

Ella soltó una risa y le escribió: "Diego quería invertir doscientos millones en Alpha&Datas y me pidió que te convenciera. Oliver, ¿crees que me sobreestima a mí o te subestima a ti?"

"No invertiré." Oliver respondió rápido, con esas dos palabras tan cortas.

Tal como cuando Ariana envió el primer correo, esa respuesta fue desapasionada y cortante.

Ella se lamió los labios y sin poder evitar que su mente divagara escribió: "Parece que no tengo el talento para cegarte con el encanto."

Cuando mandó ese correo, sentía las palmas de sus manos sudorosas, pues era un claro flirteo, por lo que sentía una mezcla de amargura y dulzura, nerviosismo y expectativa, pero no hubo respuesta de parte de Oliver.

Ariana esperaba mientras revisaba más información sobre Alpha&Datas.

Independientemente de si al final decidía invertir o no, evaluar el valor de esa compañía era tarea de su departamento.

Al llegar la medianoche, se levantó con el cuerpo cansado para darse un baño y al salir, vio que tenía un nuevo correo.

Era una secuencia de números, probablemente el contacto personal de Oliver.

Ariana guardó el número y mirando la hora, decidió enviarle un mensaje desde su celular: "¿Esta vez tu viaje de negocios será largo? De lo contrario, Diego no se atrevería a regresar a la empresa."

Después de todo, acababa de ser destituido, por lo que su regreso tan confiado solo podía significar que sabía que Oliver estaría ocupado en otro lugar.

Oliver echó un vistazo a los montones de papeles sobre su escritorio, mientras su teléfono sonaba una vez más.

Ella nunca temió que Oliver fuera arrebatado por otra, pues desde que ambos comenzaron a destacarse en sus respectivos campos, sus familias los habían considerado una pareja y la razón por la que ella se esforzaba tanto era por Oliver, por esas tres sílabas.

Quería convertirse en la mujer que pudiera estar a su lado y a esas que en los círculos sociales de Los Ángeles se atrevían a confesarle su amor a Oliver, ella las detenía secretamente.

Esas mujeres que solo sabían de moda y fragancias, ¿cómo podrían estar a su altura?

Escuchó el teléfono de Oliver sonar una vez más y vio cómo él, tras una pausa, levantaba la mano para cogerlo.

Oliver raramente usaba su teléfono, salvo para hacer llamadas, pues para él, el celular era casi un adorno y mucho menos para enviar mensajes de texto, ya que eso para él era simplemente una pérdida de tiempo, pero Isabel claramente lo vio pensativo frente a la pantalla, como si estuviera considerando cómo responder.

Sentía una inquietud creciente y no pudo evitar preguntarle: "¿Es algo de la empresa? Pensé que no te gustaba usar el teléfono para esas cosas."

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