La Dama de los Sueños Dorados romance Capítulo 123

Ariana no pudo resistir la tentación y, muy discretamente, levantó su mano para acariciar suavemente su cabeza.

El cabello era un poco áspero, un tanto punzante, y el frescor se deslizaba por sus dedos, como una serpiente pequeña, que se colaba sin vacilar en su corazón.

La cabeza de un hombre, la cintura de una mujer, eran lugares de gran intimidad.

Los ojos de Ariana se suavizaron involuntariamente, y con avidez deseó dejar su mano entre aquellos cabellos unos segundos más.

En su interior, pronunció su nombre una vez, pero finalmente retiró la mano.

El sol de la tarde era cálido, y la habitación estaba inundada de destellos dorados.

Ambos respiraban más suavemente; Ariana había estado despierta durante toda la noche anterior, y además había visitado el orfanato la noche anterior, así que el sueño la abordó rápidamente.

Sus párpados se cerraron lentamente, y por costumbre se acurrucó un poco hacia el lado de Oliver.

Bajo sus párpados, las ojeras eran evidentes. Oliver giró su cabeza para mirarla y extendió su mano para alcanzar una manta ligera que estaba a un lado.

Si alguien le hubiera dicho en el pasado que él yacería junto a una mujer en la sala de descanso de la oficina, lo habría considerado absurdo.

La oficina era para trabajar, y la sala de descanso era el lugar al que solo acudía para recargar energías, jamás permitía la entrada a terceros.

Pero en aquel momento, con solo girar la cabeza, podía ver el rostro de Ariana.

Esa experiencia era toda una novedad.

No podía discernir claramente qué sentía por ella.

Como solía decir el viejo Borges, Oliver era muy inteligente, pero no sabía amar.

Cuando Ariana despertó, Oliver ya no estaba.

Miró el techo desconocido y, tras unos momentos, recordó que estaba en la sala de descanso de Oliver.

Se levantó, escuchando atentamente por si hubiera movimiento afuera; si salía y justo se topaba con los ejecutivos en una reunión con Oliver, estaría en un verdadero aprieto.

Aunque lo suyo con Oliver ya era bastante ambiguo.

Afortunadamente, afuera reinaba la tranquilidad.

Mientras se quejaba de aquel actor, Ariana recordó los chismes sobre ella y Ander, pero la última vez que la vio en el Bar Sol y Mezcal, Jacinta no parecía interactuar mucho con él.

¿Serían ciertos los rumores?

La mirada de Jacinta se posó en Ariana, cargada de un doble sentido: "La última vez te invité a tomar algo y te fuiste de repente, ¿qué tal si lo compensas por mi cumpleaños?"

Con la conversación en ese punto, Ariana no pudo rechazar y asintió con la cabeza.

Jacinta se entusiasmó de inmediato y reservó un salón privado en el Bar Sol y Mezcal.

"Te digo, los modelos de Bar Sol y Mezcal son los mejores de Los Ángeles, lo verás cuando vayas." Dijo con una sonrisa.

Apenas había terminado de hablar cuando la puerta se abrió de golpe y Oliver junto con Nicolás aparecieron en el umbral, escuchando claramente la última frase.

Jacinta, apresuradamente, guardó su celular y levantó la mirada con una sonrisa radiante diciendo: "Oliver, ¿dónde está mi regalo?"

No había pasado mucho tiempo desde que había pedido una tarjeta de regalo, pero seguía pidiendo con la misma confianza de siempre.

En otras ocasiones, Oliver jamás habría escatimado en regalos, pero esa vez solo dejó unos documentos sobre la mesa antes de sentarse y decir: "Te he descontado un poco."

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