La oscuridad ya había caído sobre la ciudad y las calles se llenaban de más autos.
Ariana conocía demasiado bien el carácter de Verónica. La noche anterior había tenido un mal rato en el orfanato y seguro que había estado llorando con Bruno, aprovechando para demostrarle sus habilidades en la cama.
Ir a esa mansión en ese momento era la ocasión perfecta para pillarlos en pleno acto.
Jacinta, con los ojos brillantes de emoción, le dio una palmada en el hombro a Ariana con sinceridad y dijo: "¡Eres una verdadera amiga! ¡Vamos, guíame y yo manejo hasta allá ahora mismo!"
Ariana puso rumbo a la mansión de las afueras y, en el camino, Jacinta preguntó si deberían llamar a un cerrajero.
"No hace falta, la contraseña seguro que es el cumpleaños de Verónica."
Al ver la seguridad con que Ariana respondía, Jacinta se compadeció, sabiendo que ella ya había estado allí antes.
¿Cómo iba a estar bien Ariana después de haber presenciado aquello?
Jacinta aceleró a fondo y en veinte minutos estaban allí.
Ariana echó un vistazo a las luces encendidas de la mansión, sonrió con sarcasmo y se dirigió directamente a la puerta principal, tecleando la fecha de nacimiento de Verónica.
La puerta se abrió y Jacinta, siguiendo de cerca y con las mejillas rojas de la emoción, sacó su teléfono listo para grabar.
Subieron al segundo piso y, tal como esperaban, se escuchaba la voz de Verónica.
Sonaba entre el placer y el dolor.
Era una escena idéntica a la primera vez que los había sorprendido juntos, salvo que su corazón ya no sentía lo mismo.
Se detuvo ante la puerta del dormitorio principal.
La puerta estaba entreabierta y se escuchaba a Bruno impaciente diciéndole: "Vero, tu cintura sigue siendo tan delgada."
"¿Bruno, de verdad vas a divorciarte de Ariana en dos meses como prometiste?"
"Por supuesto, ella no se puede comparar contigo."
Ariana se rio por lo bajo. Su diálogo era mucho más reservado que la primera vez. En aquella ocasión, Verónica había montado todo un teatro para hacer que Bruno hablara mal de Ariana, llamándola sosa y robótica.
Pero la frase final, Ariana nunca la olvidaría, incluso ahora le provocaba náuseas.
Pero la mansión era de ella, y Oliver ya le había advertido antes, por lo que no se atrevía a decir nada más.
Se mordió el labio, pensando que tal vez Ariana estaba celosa y por eso quería la mansión.
Después de todo, él tenía una buena familia, era atractivo y tenía buen cuerpo. Se conocían desde hacía años; no había razón para que Ariana no estuviera enamorada de él.
Quizás su frialdad anterior era solo una fachada, y tal vez hasta lloraba por él en secreto.
Pensando en eso, Bruno se alivió un poco y dijo: "Ariana, no seas irracional. Te dije que es normal para un hombre tener otra mujer. Cuanto más armes un escándalo, menos vas a conseguir al final."
Solo tenía que rogarle un poco, y quizás él no rompería el compromiso. Si ella se mostraba más iniciativa, más encantadora y, además, hacía la vista gorda a sus aventuras con otras mujeres, no veía por qué no podrían casarse.
"Bruno, ¿acaso no entiendes lo que te digo? Esta noche te vas con Verónica y mañana quiero que deposites la plata de la venta de la villa en mi cuenta."
El tono de su voz era helado, y la mirada que le lanzaba a Bruno estaba llena de un desdén inconfundible, igual al que Bruno solía dirigirle a ella.
Era Bruno quien siempre la había lastimado, pero en ese momento que le tocaba sufrir a él, se sentía incapaz de soportarlo.
El corazón le dolía como si le hubieran hecho un corte profundo. Era extraño, ¿por qué se sentía tan mal por el desprecio de Ariana?
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