Bruno se quedó en silencio, sintiendo un dolor en el pecho tan fuerte que le costaba respirar.
Una mano fina se extendió a su lado, agarrando su muñeca con una mirada de lástima, "Bruno, todo es mi culpa, no sabía que ella vendría esta noche."
Eso sonaba tan descarado que incluso Jacinta no pudo evitar maldecir: "¡Qué descaro! Ahí está, enredándose con el prometido de otra y aún se atreve a hacerse la víctima, ¡qué asco de mujer!"
Incluso escupió con desprecio, con una cara llena de repugnancia.
No solo Verónica, sino que hasta el rostro de Bruno se tornó oscuro como la noche.
¿Qué derecho tenía Jacinta para juzgarlos?
¿Acaso ella era algo mejor?
Verónica parecía intimidada por la bravuconería de Jacinta, se mordió el labio y no se atrevió a hablar más, mientras sus ojos se llenaban de lágrimas.
Jacinta siempre había estado ajena a la verdadera naturaleza de Verónica, pero al verla tan desvergonzada frente a la prometida legítima, sentía que la sangre le hervía.
"Primo mío, es que de verdad no entiendo por qué aprecias tanto a una zorra como esa. Recuerdo que ni siquiera era buena estudiante y tampoco tiene un trabajo serio. Todo lo que come, usa y viste, es por cortesía de los Moore o porque tú se lo compraste. Y aun así, la tratas como si fuera un tesoro. Por dios… venga, Ariana, vámonos."
Jacinta no podía aguantar más, sentía que el aire de aquel lugar se había vuelto repugnante.
Verónica no podía refutar ni una palabra, porque lo que decía Jacinta era la pura verdad.
Había sido enchufada para estudiar en la universidad y siempre se había mantenido con trabajos temporales.
Pero, ¿qué hombre valoraba las habilidades de una mujer? Lo que realmente importaba era saber hacerse la mimada.
Verónica soltó una carcajada interna. Jacinta, esa tonta, cuanto más la degradaba, más hacía quedar mal a Bruno.
Después de todo, ningún hombre podía admitir que tenía mal gusto.
Y Bruno, con su machismo a flor de piel, no toleraría que una mujer le pasara por encima.
Como era de esperarse, Bruno agarró su bata y se la puso con furia, caminando hacia ellas con pasos firmes.
Era alto y su presencia intimidante: "Jacinta, parece que hoy tienes ganas de provocarme."
Pero antes de que pudiera hacer nada, Ariana ya estaba frente a Jacinta, protegiéndola.
La mirada firme de Ariana lo detuvo y el malestar en su corazón volvió a surgir.
En los grupos donde estaba Verónica, todos cayeron en un silencio extraño.
Antes, solo sabían de la supuesta inocencia de Verónica, sin conocer realmente lo que había entre ella y Bruno.
La relación de compromiso entre Bruno y Ariana no era un secreto, pero en el video se veía a Bruno con la otra enredados íntimamente, y por la conversación, no parecía algo reciente.
Entonces Verónica resultó ser la amante.
En los círculos de la alta sociedad, ser la amante o tener un hijo ilegítimo era algo despreciable, a menos que pudieras conquistar al hombre y ascender, de lo contrario, nunca podías saber cómo esas personas aparentemente impecables hablarían de ti a tus espaldas.
Ariana se había visto envuelta en un escándalo por unas fotos que la mostraban simplemente compartiendo una comida con Ander, pero las imágenes que sacaron a la luz de Verónica eran otra historia: la capturaron en la cama con Bruno.
Comparando ambas situaciones, estaba claro que las pruebas apuntaban a que Verónica era la amante con mayor evidencia en su contra.
En el grupo de chat nadie decía ni una palabra y Verónica, ajena a lo que estaba pasando, no entendía por qué esa noche reinaba un silencio tan atípico. Cuando preguntó por qué todo estaba tan tranquilo, lo único que encontró fue más silencio.
Ella, con su habitual perspicacia, intuyó que algo no andaba bien. Normalmente, cada vez que ella escribía algo, un montón de gente en el chat rápidamente reaccionaba y la apoyaba.
Decidida a comprobar sus sospechas, propuso reunirse al día siguiente para compartir una merienda.
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