La Dama de los Sueños Dorados romance Capítulo 13

Ariana bloqueó esos mensajes con indiferencia y dijo: "Nicolás, por favor detente en el cruce que viene." Su voz sonaba cansada y sin emoción alguna.

Nicolás miró a través del espejo retrovisor, intentando descifrar alguna señal en el rostro del presidente de su empresa, pero no había nada y al llegar al cruce, pisó el freno.

Ariana, abrazando su caja, sentía una pequeña decepción. Había pensado que Oliver le pediría que se quedara, pero él se sentaba impasible, como una estatua sin emociones.

"Oliver, ¿no me vas a pedir que me quede?"

Se apoyó en la ventana, su cabello caía sobre sus hombros, haciendo que su rostro se viera aún más pequeño.

Sus ojos reflejaban las hermosas luces de la calle, eran bellos y claros.

Solo había sido una broma suya y sin esperar respuesta, cruzó la acera con su caja en brazos.

Oliver la observó en silencio, tardando un rato en desviar la mirada.

Ella parecía un pequeño animal lamiendo sus heridas en soledad y tratando de erigir sus delicadas espinas para proteger lo último que le quedaba de dignidad.

Ariana caminó con la espalda erguida hasta que dejó de sentir aquella mirada y entonces se detuvo.

Estaba cerca de su apartamento y el aire frío era justo lo que necesitaba.

No debía darse falsas esperanzas, pues solo traerían más decepción.

El timbre del teléfono volvió a sonar y en esa ocasión era Bruno.

Al no recibir un mensaje de disculpa de ella, Bruno estaba impaciente.

Ariana soltó una risita sarcástica y bloqueó su número, pero poco después, Verónica la llamó.

Probablemente era Bruno otra vez, esos dos siempre estaban juntos como si fueran chicle.

Otro número a la lista negra.

Al llegar a su apartamento, encendió la computadora para buscar empleo en otras compañías, pero notó que tenía un nuevo correo electrónico.

Era una oferta de trabajo como directora del departamento de adquisiciones del Grupo de Inversión Borges.

El remitente era Oliver.

Las yemas de Ariana temblaron, incrédulas, mientras sus ojos se abrían desmesuradamente, revisando ese correo electrónico una y otra vez.

¿Estaba reemplazando a Bruno?

Luego, respondió con un signo de interrogación.

Sentía un nerviosismo leve, temiendo haber malinterpretado sus intenciones.

Además, Oliver probablemente aún no había llegado a Brentwood, ¿había enviado el correo desde el auto?

Lo imaginó con el rostro serio, tecleando ese mensaje.

La sonrisa de Ariana se curvó al ver la respuesta que llegó: "Recompensa."

Era una palabra fría, que de alguna manera tenía un toque de ternura.

"Oliver, ¿esto es lo que llamas favores personales?" Escribió ella.

Ariana se sintió aliviada, como si el mundo entero celebrara con fuegos artificiales. Había estado tan frustrada, pero en ese momento tenía la oportunidad de volver y demostrar su valía.

En cuanto a los problemas que pudieran surgir con los Borges y los Moore, eso se vería más adelante, lo importante era disfrutar el momento.

"Aunque no reconozca tu posición, no tienes por qué amenazarme con tu renuncia."

Él la miró fijamente hasta que finalmente notó una marca en su cuello.

"¿Qué es esto?"

Bruno no era un niño de tres años y sintió cómo la ira se apoderaba de él, por lo que exclamó: "¡Ariana, más te vale que me expliques esto claramente!"

Él había dejado innumerables marcas similares en Verónica, pero ver esa misma marca en Ariana le resultaba irritante e insoportable.

Ariana ni siquiera intentó cubrirse, con los brazos cruzados y una actitud desafiante, dijo: "Tú y yo, no tenemos nada que hablar, por favor vete."

Bruno, empujando todo a su paso, dijo furioso: "¡Te atreves a traicionarme, Ariana, esto no se quedará así! Cuando encuentre a ese tipo, ¡juro que lo voy a hacer pagar!"

Ariana se quedó parada en la entrada, observando cómo él buscaba como loco por toda la habitación, revisando incluso detrás de los muebles y las cortinas.

Ella no pudo evitar encontrarlo un tanto ridículo.

Justo en ese momento llegó el repartidor con la comida.

Ariana se sirvió una copa de vino y comenzó a comer en la sala.

Bruno, incapaz de encontrar a nadie, estaba tan enfurecido que parecía que le iba a explotar el pecho.

"¡No te olvides que estamos comprometidos! ¡Ariana, eres exactamente como dijo Vero, una descarada sin vergüenza!"

Ariana soltó una risa ligera y agitando la copa de vino, indagó: "¿Verónica te habla de ser descarado y sin vergüenza mientras está en tu cama?"

La mirada de Ariana lo traspasó y él, con los dientes apretados, replicó: "¿No es normal que los hombres se diviertan afuera? Pero eres una mujer. Y una mujer que lo hace es simplemente una desvergonzada. Después de todo, eres una señorita de los Moore, ¿no sabes el escándalo que provocaría si esto llegara a los medios?"

Historial de lectura

No history.

Comentarios

Los comentarios de los lectores sobre la novela: La Dama de los Sueños Dorados