La Dama de los Sueños Dorados romance Capítulo 146

¿Cómo iba entonces la familia Moore a dejarla ir así como así?

Aquella hija ilegítima tenía que ser aprovechada al máximo.

Ruth le lanzó la pelota a Luis, con un tono que apenas disimulaba una amenaza.

Como madre, ella había notado que la actitud de Bruno hacia Ariana no era la apropiada, por lo que decidió arreglar el asunto del matrimonio de Ariana lo antes posible para quedarse tranquila.

Luis asintió, ya que en efecto tenía en mente a alguien para ella.

Ariana no podía creer que fueran tan desvergonzados, pues no les bastaba con haberse aprovechado de ella anteriormente, sino que en la actualidad también querían que ella siguiera vendiendo su matrimonio.

Estaba a punto de replicar cuando vio a César, tembloroso y señalando hacia la puerta del orfanato mientras exclamaba: "¡Ustedes, todos! ¡Fuera de aquí! ¡Lárguense del orfanato!"

César finalmente había entendido que no había nadie de su lado y que todos eran unas sanguijuelas. Sus ojos se llenaron de sangre y de repente se desplomó.

"¡Director!"

Ariana se asustó y rápidamente se apresuró a levantarlo.

"¡Doctor! ¡Rápido, que vean al director!"

Había un médico entre los presentes, quien aún sostenía en sus manos el informe médico y estaba desconcertado por lo que acababa de suceder.

¿Cómo era que todos parecían saber el resultado sin que él hubiera dicho nada?

Sin perder tiempo, el médico ayudó a César a subir al auto.

Que un anciano se desmayara de la ira era muy peligroso, ya que podría tener un derrame cerebral y quedar postrado en una cama el resto de su vida.

El rostro de Ariana se tornó pálido y aunque trataba de mantener la calma, sus ojos revelaban su verdadera emoción.

"Vayamos al hospital, ahora mismo."

La situación era crítica y el médico no se atrevió a demorarse, apresuró a sus colegas para que llevaran el auto, mientras él se quedaba atrás.

Había quienes se alegraban y quienes se preocupaban en la escena, el primero en irse fue Aarón, quien sentía que ya no podía permanecer allí.

La más feliz era Verónica, quien excitada agarró la manga del médico y le dijo: "Gracias, doctor, realmente se lo agradezco, ¿y cuándo viene mi familia a buscarme?"

Ella estaba ansiosa por saber su verdadera identidad.

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