Anabel sintió como si un rayo le hubiera partido la cabeza, levantó la mirada incrédula y preguntó: "¿Qué dijiste?"
Verónica, con un rostro lleno de desprecio, pensaba que si Inés se atrevía a salpicarle bebida, tendría que pagar el precio.
Esa noche, no solo quería acabar con el prestigio de Ariana, sino también exponer la relación entre Inés y Ángel, pero temía ofender a los Torres, por lo que la tarea de difundir el chisme tenía que recaer en Anabel, la cual detestaba a Ariana e Inés, y como lacaya de Laura, no dudaría en actuar.
"Mi hermano me dijo que vio a Ángel e Inés entrando a un motel y yo también me los encontré una vez."
Anabel, con la ira hirviendo en su interior y los puños apretados, preguntó: "¿Me estás diciendo la verdad?"
"Claro que sí, si no, ¿por qué estos 'hermanos' que no comparten sangre compartirían cuarto en un viaje de negocios? ¿Acaso a los Torres les falta dinero?"
Anabel sentía temblar sus manos y sus ojos se llenaron de venas sanguíneas.
Su primo político, ¿cómo pudo...?
"Vero, gracias por decirme esto, ¡no voy a dejar pasar esto con Inés, esa zorra! ¡Claro que cualquiera que ande con Ariana no puede ser buena persona!"
Verónica, viendo que Anabel ya estaba suficientemente afectada, empezó a tramar su plan y dijo: "Ariana e Inés vendrán más tarde, trata de no mostrar tanta rabia, podemos hablar de esto en privado."
Pero eso tocó el punto más sensible de Anabel, por lo que exclamó: "¡Quiero aprovechar esta oportunidad para exponer todo lo que Inés ha hecho y Ángel, cómo se atrevió!"
Bajo la furia no había razón y Anabel sentía que su cuerpo entero ardía de ira, tenía que contarle a Laura cuanto antes.
¡Esa zorra de Inés y Ángel, maldición!
Verónica, tomando su brazo, intentó calmarla: "Anabel, tranquila, vamos a bajar."
Pero en ese momento, Anabel no podía ser razonable y se zafó de su agarre, bajando las escaleras primero.
Aunque él y Ariana no parecían íntimos, ni siquiera iban de brazo, su mera presencia juntos parecía exquisitamente a juego.
Nadie sabía qué significaba la llegada de Oliver, siendo aquella la primera vez que asistía a un evento con una acompañante.
Tampoco sabían si Ariana era realmente su cita, pero estaba claro que Ariana estaba muy cerca de él y no era rechazada.
La sala quedó en un silencio absoluto y ahí estaba Verónica, a medio bajar la escalera y en ese entonces que nadie le prestaba atención, su gran entrada se convirtió en un momento tan incómodo que la hizo temblar de vergüenza.
Ella había planeado opacar completamente a Ariana en una ocasión como esa, pero aquella noche, Ariana, de pie frente a Oliver, no se veía minimizada por la presencia del hombre.
El propio carisma de Ariana, sumado a su vestido blanco calado, la hacía destacar aún más.
Ella, ¿cómo se atrevía a pararse frente a Oliver?
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