LA ESTRELLA DE MI VIDA romance Capítulo 61

Durante todo el camino, Paloma había estado parloteando.

Aunque él la ignorara, ella podría seguir hablando febrilmente.

Después de que el coche se detuviera, Paloma se giró de repente hacia un lado y lo miró con una cara seria,

—Eres la primera persona que valora mucho mi vida. ¿Lo sabes? Cuando esos secuestradores me secuestraron, llamaron a mi padre y le pidieron el dinero. Pero, mi papá no lo hizo sino que llamó a la policía. Aunque tengo hermanos, nunca se preocuparon por mí. Me parece muy cálida para ser atendida. Así que, debes valorar tu vida en el futuro. No dejes que tu mujer se aflija y derrame lágrimas por ti.

Gonzalo se limitó a cerrar los ojos y no dijo nada.

Paloma no sabía si él había escuchado sus palabras, pero en definitiva, le estaba agradecida de todo corazón. La bondad que le salvó la vida fue inolvidable.

Paloma salió del coche y cerró la puerta.

Sólo entonces Gonzalo abrió lentamente los ojos. De hecho, antes de ir a la misión, ya se había advertido a sí mismo que, debía cuidar su vida para darle a «Cristina» la felicidad.

Sin embargo, cada vez que había una situación de vida o muerte, siempre salvaba a los demás primero. ¿Desde cuándo el deber de proteger al pueblo formaba parte de su vida?

***

En el Apartamento Mega, Ciudad de Río.

Isabella preparó el desayuno y esperó a que Gustavo se levantara.

Cuando Gustavo salió del dormitorio, se sorprendió al ver a Isabella ocupada en la mesa del comedor. Casi había olvidado que ayer había conseguido una licencia de matrimonio con ella.

—¡Buenos días!

Gustavo también la saludó, luego fue a ducharse.

Sentados de nuevo en la mesa del comedor, el ambiente ya era tan cómodo.

Los dos tenía un matrimonio relámpago. Por eso, el primer día de convertirse en pareja, Gustavo pensó que sería mejor hablar claramente con Isabella sobre algunas tareas diarias y el modo de llevarse bien.

—Isabella.

—Dime.

—He estado un poco ocupado últimamente, así que no puedo darte una boda durante un tiempo.

—Está bien.

—Soy un poco de machismo.

—Bueno, no me importa.

—Así que yo me encargaré de ganar dinero para mantener a la familia.

Isabella se quedó atónita por un momento, y luego asintió de mala gana. El significado de sus palabras era bastante claro, que no quería que ella saliera a trabajar.

«¿Cómo le voy a devolver el dinero si no trabajo?»

Ella olvidó que él había dicho que no necesitaba devolverle.

—Así que... ¿puedo continuar mi educación? Quiero terminar mis estudios.

—¡Claro que sí!

Solo entonces Isabella se tranquilizó y empezó a desayunar con Gustavo.

—Gracias por tu desayuno.Voy a trabajar.

Después de desayunar, Gustavo cogió la servilleta para limpiarse los labios y la tiró a la papelera.

—Gusti, he vuelto.

Después de cinco años, su primer amor volvió...

Su ex novia, Abril Secada, continuó,

—Seguro que vendrás a recibirme a las 11:30.

Gustavo no dijo nada, frunciendo ligeramente el ceño. Cuando él guardaba silencio, la otra parte también lo hacía.Y luego él colgó el teléfono.

Cuando Gustavo se fue a trabajar, Isabella empezó a convertirse en ama de casa, atándose un pañuelo en la cabeza, poniéndose un delantal, poniéndose guantes, subiéndose los pantalones, y luego empezó a limpiar.

A pesar de todo lo que había pasado antes, todavía tenía esperanzas en la vida después del matrimonio.

Ahora tenía un hogar, ¿entonces amaba a Gustavo?

Mientras limpiaba los muebles, ella pensaba en esta cuestión. Gustavo era muy guapo, amable, gentil, elegante y agraciado. Además, apareció a tiempo cuando ella estaba más indefensa y la salvó de aquellas dificultades.

No había razón para que no le gustara.

Ella cogió la foto de Gustavo que estaba colocada en la mesilla de noche y la sostuvo entre sus brazos, sin poder dejar de mirarla. Parecía que las semillas del amor estaban brotando.

Después de limpiar la casa, Isabella fue al supermercado y se encontró con Mónica en el ascensor.

—¿Isabella?

En cuanto se abrió la puerta del ascensor, Mónica la miró sorprendida, que se apresuró a entrar y se puso a su lado.

—Mónica... —saludó Isabella de forma amable.

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