En un instante, Roque se le erizó el cuerpo y se cubrió de una frialdad gélida. ¿Cómo era posible que alguien se hubiera llevado a Zulema justo bajo su mirada? ¿Quién había sido? ¿De dónde había salido ese salvador inesperado?
"¡En cinco minutos quiero saber todo lo que pasó!", rugió Roque. "¡Vayan ya!".
"Sí, sí, sí..."
Lanzó su teléfono móvil con furia sobre el asiento, su rostro sombrío como una tormenta.
‘Bien, bien, Zulema, qué habilidosa resultaste ser’. Roque bajó la vista a su reloj, contando los segundos que pasaban, su paciencia estaba a punto de agotarse, cuando faltaban apenas unos segundos para los cinco minutos, su teléfono volvió a sonar.
"Habla".
"Sr. Malavé, la persona que se llevó a la señora, ¡es César!".
"¿Él?".
"Sí", contestó su subordinado. "Y además, César llevó a la señora a una clínica privada del Grupo Linde".
Roque ordenó al instante: "¡Da la vuelta!". Ese giro inesperado era algo que él no había visto venir. ¡Qué astuta fue Zulema! Aun en la desesperación había logrado darle la vuelta a la situación y salvar a su bebé.
En la clínica privada del Grupo Linde.
En una habitación de lujo, Zulema yacía pálida en la cama, con los ojos cerrados.
"Sr. Linde, la situación de la embarazada se ha estabilizado por ahora y el bebé está a salvo", dijo el doctor. "Pero aún necesita cuidados, de lo contrario, podría correr riesgo en cualquier momento".
"Entendido".
"Prepararé sus medicamentos diarios y la jefa de enfermeras se ocupará personalmente de la Srta. Velasco".
César asintió en silencio y se sentó junto a la cama. No se había imaginado que Zulema estuviera embarazada, entonces, ¿quién era el padre del niño? ¿Por qué estaba en el hospital en circunstancias tan críticas? Esa mujer parecía tener muchos secretos.
Mirando su rostro, él sintió una compasión inesperada: "Las chicas deberían vivir felices y sin preocupaciones, y tú, debes haber sufrido mucho". Si no fuera por eso, ¿cómo podría haber estado sola en el hospital, esperando su rescate? Si él no hubiera ido, ¿habría podido salvar a su hijo? Justo cuando pensaba en eso, se oyeron pasos apresurados desde el exterior, acercándose con firmeza.
César frunció el ceño y salió de la habitación, desde lejos, vio a Roque aparecer apresuradamente en el pasillo.
"¿Sr. Malavé?", le dijo César. "¿Qué hace aquí?".
"Esa es la pregunta que debería hacerte yo".
"Estoy cuidando de Zulema", le respondió César sin rodeos. "Pero entre usted, Sr. Malavé, y ella parece que solo hay una relación laboral, ¿no es cierto?".
Roque no necesitaba ir personalmente al hospital por una empleada, con el rostro sombrío, preguntó: "¿Quién te dio permiso para cuidar de ella?".
"Zulema me llamó anoche pidiéndome ayuda, así que vine".
"Ella es inteligente, sabía a quién acudir". Roque gruñó: "César, te aconsejo que no te metas en los asuntos de ella".
"¿Quién es?".
"Mi amante".
César se quedó pasmado: "¿Amante? Entonces el niño que espera..."
Roque contestó: "Le dije que lo abortara, pero ella no quiso y en secreto te buscó para salvar al niño, pensando en ascender socialmente gracias a él. ¿No crees que es muy calculadora?". No aclaró si el niño era suyo o no, dejó que él sacara sus propias conclusiones, quería que la imagen de Zulema frente a César estuviera definitivamente destruida.
Este último todavía estaba en shock y sin reaccionar, mientras que Roque aprovechó ese momento para abrir de una patada la puerta de la habitación y entró de prisa. El ruido despertó a Zulema, que estaba semiinconsciente, al abrir los ojos, lo primero que vio fue la cara llena de ira de Roque. El miedo familiar la invadió y se encogió instintivamente: "Roque..."
"¡Qué valiente eres!".
"¡Señor Malavé!", César entró corriendo. "La has asustado".
Mirando a Roque y luego a César, Zulema comenzó a recuperar la conciencia, de repente bajó la vista hacia su vientre: "¡Mi hijo!".
"Se salvó", le dijo César. "Por suerte llegué a tiempo y arreglé que te intervinieran".
Zulema lo miró sorprendida, con lágrimas en los ojos le dijo: "Gracias, muchas gracias". Si no fuera por él, ya habría perdido a su hijo por completo.
"Pero el médico dijo que estás muy débil y que el bebé también corre peligro. Necesitarás cuidarte mucho para evitar perderlo".
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