La mate de Hades. romance Capítulo 22

Los ojos de Ónix vieron frente a ella s una chica, esta era una loba sin duda.

—Hey, Rea —El nombre mencionado hizo que la Omega se sorprendiera.

—¿Qué hay? —La chica dijo sentándose, Ónix siquiera le presto atención sino que miro sus manos. La chica al ver esa acción la señalo con su barbilla esperando que su amigo dijese algo.

—Ella es Ónix, la trajo el amo Percy.

—¿Amo? —No pudo evitar preguntar —¿Debo llamarlo amo? Ni siquiera se bien que es esto y porque estoy aquí.

Rea miro a la chica con una sonrisa.—No dejes que tus nervios de omega tomen el control sobre ti, Ónix.

—¿Y tu como sabes de mis nervios de omega? —La mencionada miro de forma ajena a Rea.

—Porque yo lo soy o lo era...

—¿Eras? —Ónix puso sus brazos sobre la mesa y acerco su cuerpo mas al borde. —¿Cómo que lo eras? ¿Se es posible ser y dejar de ser?

—Claro que es posible ascender de rango.—Sus ojos se abrieron hasta mas no poder, no creía que eso era posible, era simplemente increíble.

—¿Y como hacen eso?

—Entrenamiento, enojo, batalla... —La cara de Ónix dibujo una mueca.

—Todo lo que hace un alfa.

El chico al lado de ella asintió. —Exacto

—Si luchas y piensas como alfa, eres un alfa —Agrego Rea.

La puerta se abrió y ella instintivamente dejo salir feromonas para su alfa las cuales golpearon el cuerpo de Percy de forma dura, una erección se adueño de el haciendo que se recostara del marco de la puerta, su labio inferior fue mordido por sus dientes. Tuvo un deja vu pero se esfumo al momento.

No, Percy no era Hades, Hades no se comparaba a él.

—Dijimos que no, Ónix.

Los pies de ella se movieron acercándose hasta Percy, este retrocedió por lo que ella simplemente se detuvo al entender la señal, no lo obligaría, después de todo ella era la omega.

—Entiendo —Dijo dándose la vuelta, pero las manos de él la jalaron hacia lo que se suponía era la parte interior de su habitación, lo próximo que vio fue una puerta y su pecho sintió el frio de la madera.

El cuerpo de Percy se pego al de ella haciendo que esta sintiese su bulto y jadeara ante aquello.

—Debiste haberte llamado peligro... porque definitivamente perdí la precaución contigo.

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