Moana
Mis ojos se posaron en el televisor del salón, que ya mostraba imágenes de Edrick golpeando a los paparazzi.
Se me heló la sangre al verlo, no sólo los paparazzi difundieron los clips de lo sucedido tan rápidamente, sino que sentí como si todo hubiera sido culpa mía, si no hubiera tomado la estúpida decisión de salir sólo un día después de que Edrick anunciara nuestra relación, nada de esto habría ocurrido.
No sólo eso, sino que puse a Ella en peligro al decidir llevarla conmigo, y ahora estaba aterrorizada.
Pero cuando miré a Edrick, no parecía preocupado en lo más mínimo, sin decir palabra, se acercó tranquilamente al televisor y lo apagó.
-Mantén las noticias apagadas por hoy-, dijo, volviéndose hacia Selina y las criadas.
A las tres les gustaba poner las noticias de fondo en la televisión mientras trabajaban, pero ahora no era la mejor idea después de lo ocurrido, no sólo sería perturbador para Ella ver clips de su padre golpeando a alguien una y otra vez, sino que también lo sería para el resto.
Abrí la boca para disculparme ante Edrick, pero antes de que pudiera decir nada, sacó su teléfono y se retiró a su studio, la puerta se cerró de golpe tras él y pude oírle hablar rápidamente.
No pude evitar preguntarme a quién llamaba, pero la puerta era gruesa y su voz se oía amortiguada, sin embargo, sólo podía imaginar que estaba llamando a la empresa sensacionalista como antes, para pagarles por los clips, no se me ocurría otra cosa que pudiera estar haciendo, aunque no estaba segura de que tuviera mucho éxito teniendo en cuenta que los vídeos en los que golpeaba a los paparazzi ya estaban en todas las noticias.
Selina, las criadas y yo nos lanzamos miradas de preocupación.
-Todo esto es culpa mía-, susurré, sintiendo que los ojos se me llenaban de lágrimas, -No debería haber salido, no con Ella, al menos; me siento como una idiota.
Selina negó con la cabeza y me frotó la espalda mientras me guiaba hasta una silla para sentarme. Mientras tanto, Ella estaba sentada en el sofá lloriqueando, Amy le había dado un libro de dibujos para que se entretuviera, y parecía que funcionaba.
-No es culpa tuya y no eres idiota-, dijo Selina con suavidad. -No estás acostumbrada a esto. Pero que te sirva de lección para el futuro; por algo Edrick lleva guardaespaldas cuando sale sin máscara.
Asentí y me senté, Selina me trajo té mientras yo respiraba hondo, intentando no estresarme más por el bien del bebé.
Finalmente, Edrick salió de su estudio un rato después.
-Ya está-, dijo, bastante satisfecho de sí mismo, me sorprendió ver que ni siquiera parecía enfadado; casi parecía que aquello no era más que una leve molestia, a pesar de que había pegado a alguien para salvarme.
De hecho, era la segunda vez en la última semana que Edrick me salvaba; primero los pícaros y ahora los paparazzi.
No podía evitar sentirme un poco asombrada por su fuerza y su capacidad para manejar situaciones así, pero seguía sintiéndome mal por lo que hice aquella mañana.
Me levanté rápidamente y lo miré, con el ceño fruncido por la ansiedad, -Edrick, lo siento mucho-.
-Sé que vas a disculparte, y no es necesario-, dijo con indiferencia mientras se servía una taza de té. -Mi agencia de relaciones públicas se encargó de ello, con unos cuantos artículos sobre cómo los paparazzi estaban perjudicando a una mujer embarazada y a una niña, además de sacar a la luz algunas otras cosas desagradables que esos malditos periodistas han hecho en el pasado, todo el mundo se pondrá de nuestro lado.
-He decidido que, después de todo, me gustaría ir a la finca de la montaña-, dije, jugueteando nerviosamente con los dedos, -Si todavía quieres ir, por supuesto-.
Edrick dejó su libro y, para mi sorpresa, sonrió ligeramente.
-Iremos a primera hora de la mañana-, dijo.
-¿Tan pronto?- pregunté, alzando las cejas, -¿y el trabajo?-.
Edrick se limitó a encogerse de hombros, -la salud de mi bebé es mi máxima prioridad-, dijo.
-Además, soy el director general, tengo días ilimitados de vacaciones pagadas-.
Por un momento, después de hablar, esbozó una sonrisa pícara, Fue sólo por un segundo, pero me sonrojó verlo sonreír, la idea de que Edrick estuviera dispuesto a ausentarse del trabajo a toda costa por nuestro bebé también me hizo sentir feliz, y que tal vez las cosas no estuvieran tan mal después de todo.
-Gracias-, dije, Edrick asintió y volvió a coger su libro.
Me di la vuelta para volver a salir por la puerta, pero me detuve cuando me llamó.
-¿Dormirás aquí esta noche?-.
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