La niñera y el papá alfa romance Capítulo 139

Edrick

Esa noche me dormí al lado de Moana con una sonrisa en la cara. Aunque el evento empezó con mal pie con los paparazzi, fue muy divertido disfrutar del espectáculo cómico con Moana. Incluso ese breve momento hizo que todo el evento mereciera la pena, a pesar de que me vi obligada a mezclarme con gente a la que odiaba totalmente.

Llamarme a mí mismo una de esas personas siempre me ponía enfermo. Odiaba su forma de actuar, su visión del mundo y sus horribles actitudes. Nunca sentí que esa gente pudiera siquiera acercarse a ser mis amigos, por eso era casi de risa cuando Moana me decía que le preocupaba arruinar mi imagen. Aquella gente ya estaba buscando cualquier cosita que pudiera encontrar para arruinar la imagen de cualquiera. Si no era Moana, habría sido cualquier otra cosa. Aunque supieran que Moana no solo era una mujer lobo, sino mi compañera predestinada, y que había algo más en ella que la hacía muy especial, habrían encontrado algo que criticar. Moana siempre se comportaba con tanta elegancia y era tan guapa -sobre todo con el peinado y el maquillaje que le había hecho Tyrus, aunque habría estado impresionante en una bolsa de papel- que las demás mujeres la habrían odiado de todos modos. Pero a mí no me importaba; estaba feliz de haber pasado la noche con Moana, y desde que supe que era mi compañera, no me cansaba de ella.

Cuando nos fuimos a la cama aquella noche, no podía negar el hecho de que sentía que había tomado la decisión correcta al anunciar mi -relación- con Moana. Y quizá, si realmente era mi compañera, no tendría que ser falsa para siempre.

Sin embargo, esa noche tuve extraños sueños sobre Moana.

Seguía soñando con aquel diente alfa que Moana me había enseñado. En mis sueños, siempre parecía estar ahí, pero tenía algo especial. No era un diente cualquiera.

En un momento dado, los sueños empezaron a ser un poco intensos. Soñé que Moana tenía unos poderes especiales que no terminaba de explicarme, pero había algo más...

Estaba en peligro. Alguien la perseguía, pero yo no sabía por qué. Sólo sabía que sentía pánico y que tenía que protegerla.

Me desperté de golpe con un sobresalto, respirando agitadamente y con la frente bañada en sudor por los intensos sueños. Cuando miré a Moana en la oscuridad, comprobé con alivio que seguía durmiendo tranquila y plácidamente. Su pecho subía y bajaba suavemente, y su pelo rojo se extendía a su alrededor sobre la almohada como un halo naranja. Por supuesto que estaba a salvo... Al fin y al cabo, sólo era un sueño. Pero seguía sin poder deshacerme de esa sensación de miedo en el estómago y sabía que, incluso con Moana a mi lado, no podría dormir.

Mis ojos se desviaron entonces hacia el cajón superior de mi cómoda. Desde que Moana se quedaba en mi habitación casi todas las noches, le había dado ese cajón para que guardara algunas de sus cosas; y una de ellas era la caja que contenía el diente. No sabía exactamente por qué lo guardaba aquí en vez de en su habitación, pero tenía la sensación de que, por alguna razón, se sentía incómoda lejos de él. Era como si necesitara tenerlo cerca para sentirse a gusto.

Aquellos extraños sueños me despertaron demasiada curiosidad; tenía que echarle un vistazo al diente. Eché un último vistazo a Moana, que se había puesto de lado, antes de levantarme en silencio y cruzar la habitación de puntillas.

Todos los indicios apuntaban a ello: sus extrañas habilidades, su sobrecogedor olor, su lobo que no surgió hasta que fue mucho mayor. Y ahora, el diente.

Pero yo seguía siendo escéptico. Nunca había pensado que el Lobo de Oro fuera real; todo el mundo creía que no era más que una leyenda. Tal vez estuviera viendo cosas, pensé. En cualquier caso, tenía que investigar un poco, así que me puse rápidamente la bata y salí silenciosamente de la habitación para dirigirme a mi despacho.

Una vez en mi despacho, lo primero que hice fue encender el ordenador y empezar a buscar información sobre el Lobo de Oro. Por supuesto, no había mucho más que la leyenda del Lobo de Oro que todas las madres contaban a sus hijos. Pero había algunas fuentes que apuntaban a la existencia de un libro muy antiguo que contenía información sobre el Lobo de Oro. Encontré una mención al libro en algunos oscuros foros de mitología en línea; la gente parecía hablar de él como si fuera una especie de Santo Grial de la información. La leyenda decía que lo había escrito el mismo hombre que afirmó haber visto al Lobo de Oro justo antes de ser ejecutado. Algunos decían que no eran más que las divagaciones de un loco, pero muchos otros insistían en que este libro contenía mucha información útil. Era tan raro que no había ejemplares disponibles en Internet. De hecho, ni siquiera había fotos disponibles de él.

Tal vez fuera una exageración. Era muy posible que el libro fuera también un mito en sí mismo y que no existiera realmente. Pero era mi único vínculo para saber más sobre el Lobo Dorado, y sabía que tenía que intentarlo, porque si Moana era realmente el Lobo Dorado, entonces mis sueños eran ciertos.

Si Moana realmente era el Lobo Dorado, entonces estaba en grave peligro. Y era mi trabajo como su compañera predestinada protegerla.

Historial de lectura

No history.

Comentarios

Los comentarios de los lectores sobre la novela: La niñera y el papá alfa