La niñera y el papá alfa romance Capítulo 198

Edrick

Moana tenía razón en que tenía que contarle a Ella la verdad sobre su madre. Ya era hora de que Ella supiera cómo era realmente su madre, sobre todo después de todo aquel calvario. Pero en aquel momento, aunque le prometí a Moana que pronto le hablaría a Ella de Olivia, tenía asuntos más urgentes de los que ocuparme.

A primera hora de la mañana, llevé a Moana a la consulta del médico para que le hicieran un chequeo completo y se aseguraran de que tanto ella como el bebé estaban sanos. Afortunadamente, lo estaban. El bebé estaba sano como un buey; de hecho, cuando Moana estaba siendo estrangulada por Ethan, recordé haberla visto sobrecogerse de repente con una ráfaga de luz que lanzó a Ethan hacia atrás. No sabía si era el bebé o las propias habilidades de Moana las que la protegían en aquel momento, pero no importaba. Lo único que sabía era que aquella ráfaga de luz salvó a Moana de morir estrangulada por Ethan cuando aún estaba demasiado débil para moverse.

Sin embargo, a medida que avanzaba el día, me di cuenta rápidamente de que toda la experiencia ya había llegado a las noticias. De alguna manera, esos malditos paparazzi consiguieron imágenes de Ethan siendo escoltado al coche de policía y la cara de terror de Moana. Esos clips ya circulaban por varios medios de comunicación con todo tipo de especulaciones sobre lo sucedido. Sin embargo, no sabía si me molestaría en dar una rueda de prensa al respecto. En aquel momento, solo quería alejar a Moana y a Ella de la ciudad.

La última vez que habíamos ido a la finca de la montaña, nos había ido mal. Mi padre había enviado a un granuja a sueldo para intimidarnos y nos habíamos marchado bruscamente porque ya no nos sentíamos seguros allí. Y suponía que podríamos volver a tener problemas si regresábamos, pero la ciudad era demasiado peligrosa ahora. Había muchas probabilidades de que Moana cambiara en cualquier momento, ahora que su loba había aparecido, y yo quería que estuviera fuera de la ciudad por dos razones: para empezar, un lobo que cambiara por primera vez sería peligroso en un espacio cerrado como el ático, sobre todo porque aún no sabía controlarlo. Y en segundo lugar, si Moana se transformaba, su olor se extendería por toda la ciudad, lo que sin duda atraería a todo tipo de enfermos hacia nosotros. Si quería mantenerla a salvo, tenía que llevarla a un lugar donde fuera improbable que otros estuvieran tan cerca como para captar su olor.

Y así, ese fin de semana trabajé sin descanso para contratar a todo un equipo de guardias de seguridad. Contraté a más de veinte nuevos guardias, todos ellos lo mejor de lo mejor. Todos eran alfas con amplia experiencia en combate, y los investigué a fondo para asegurarme de que no se volverían contra nosotros si Moana se volvía. También les pagué bien; no me importaba cuánto costara mientras Moana y Ella estuvieran a salvo.

El domingo por la noche, por fin terminé mis preparativos. Sólo me quedaba decirle a Moana que nos iríamos a primera hora de la mañana. Sabía que no se lo tomaría bien.

—¿Estamos qué? —preguntó Moana, levantándose de golpe del sillón junto a la ventana. —¿Mañana?

Asentí con gesto adusto, tratando de no prestar atención a la mirada incrédula de su rostro.

—Lo siento —dije. —Nos quedaremos hasta que nazca el bebé. Tal vez más tiempo si sigo pensando que no es seguro para ti en la ciudad.

Moana negó enérgicamente con la cabeza y frunció el ceño.

—No podemos irnos —suplicó mientras se acercaba a mí y me agarraba del brazo. —¿Qué pasa con mi trabajo de profesora? ¿Y el nuevo colegio de Ella? No puedes quitárselo.

—Supongo que tienes razón —dijo en voz baja. —Son como pirañas.

Me volví hacia ella y le cogí los hombros con las manos. La miré fijamente a los ojos, esperando que comprendiera mi urgencia.

—Los cazadores furtivos y los cazarrecompensas serán peores —susurré, notando cómo sus ojos verdes se abrían de par en par. —Sólo hago esto para mantenerte a salvo. Espero que lo sepas.

Moana me miró unos instantes, mordiéndose el interior de la mejilla, antes de asentir por fin.

—Entiendo —respondió ella. —Siempre que me prometas que volveremos pronto a casa.

Historial de lectura

No history.

Comentarios

Los comentarios de los lectores sobre la novela: La niñera y el papá alfa