Moana
Aunque medio esperaba odiar al guardaespaldas que supuestamente Edrick me había encontrado, lo cierto es que Kat, mi nueva guardaespaldas, acabó gustándome bastante. Durante mi entrevista con ella, descubrí que era divertida y dulce, que se llevaba bien con Ella y que le encantaban los niños en general. Realmente parecía perfecta, casi demasiado buena para ser verdad. Aunque seguía sin gustarme la idea de que me siguiera un guardaespaldas todo el día, pensé que si tenía que elegir a uno, elegiría a Kat.
A la mañana siguiente, volví al trabajo con Kat y Ella a mi lado. La directora y todos los demás tenían la impresión de que Kat no era más que una ayudante médica que mi médico quería que mantuviera cerca debido a las complicaciones del embarazo, y yo prefería que siguiera siendo así. Si se divulgaba la noticia de que la tardona con todas sus misteriosas ausencias del trabajo se paseaba ahora con un guardaespaldas de incógnito, sólo crearía más revuelo sobre mí. La mayoría de los demás profesores ya me despreciaban bastante, y no podía imaginarme cómo sería si todos se enteraran de que me enviaban a trabajar con un guardaespaldas porque sufría locos episodios de estrés postraumático debido al culebrón que era mi vida.
Después de la primera clase del día, ya estaba contenta de tener a Kat allí. Me ayudó mucho con las tareas del aula y me quitó mucho estrés. Cuando llegó la clase de Ella, ya me sentía mucho mejor al volver al trabajo. De hecho, entre clase y clase me encontré hablando bastante con Kat, y tuve que admitir que era agradable tener a alguien en el trabajo con quien hablar, ya que los demás profesores parecían decidir colectivamente que era un peligro estar cerca de mí. A mitad de la clase de Ella, me había olvidado casi por completo de mi sueño y también de mis dibujos, y todo me pareció normal durante un rato.
Sin embargo, enseguida me di cuenta de que Ella estaba sentada sola ese día. Su grupito de amigas, al que normalmente estaba pegada como a un pegamento, estaba sentado en el lado opuesto de la habitación y de vez en cuando las pillaba mirándola mal o cuchicheando. Ella mantenía la cabeza gacha y se limitaba a prestar atención a lo que coloreaba, pero me di cuenta de que le molestaba.
Los rumores y chismes que ocasionalmente escuchaba sobre mí me molestaban, pero no excesivamente. Sin embargo, al observar cómo Ella era apartada de sus amigos y tratada como una paria, no podía evitar sentir que era mi responsabilidad. Todos seguían creyendo que yo traía mala suerte por mi impuntualidad, y si pensaban que Ella era mi hija biológica, no tenía dudas de que también la consideraban una paria... Y eso me hería profundamente.
Esa noche, mientras arropaba a Ella en la cama, decidí que era el momento oportuno para abordar el tema. Después de terminar de leerle el cuento, cerré el libro y lo dejé en la mesilla de noche antes de inclinarme para arroparla.
-¿Podemos hablar, Ella?- pregunté con suavidad, a lo que ella asintió mientras me miraba con sus grandes ojos asomando por encima de la manta. Respiré profundamente, luego extendí la mano y aparté un mechón de pelo de su rostro. -¿Está todo bien en el colegio? Hoy no te sentaste con tus amigos.
Ella simplemente encogió los hombros. Me di cuenta de que no quería hablar del tema, pero era necesario abordarlo.
-Puedes ser sincera conmigo-, le dije. -Si te has peleado o algo por el estilo, te prometo que no te meterás en problemas. Solo quiero entender qué está pasando.
Finalmente, Ella suspiró. -Bueno... supongo que mis amigos ya no son mis amigos-, dijo con nostalgia. -Eso es lo que me han dicho-.
Aunque las dulces palabras de Ella me reconfortaron un poco respecto a la situación, aún me dolía saber que tenía problemas en la escuela, por lo que me comprometí a resolver las cosas para ella. Pero eso no era lo único en lo que pensaba.
Fue muy conmovedor que Ella me considerara su madre. De hecho, me llenó de alegría. Pero también me hizo pensar en que Edrick aún no le había revelado que su madre biológica seguía viva. Me preguntaba cuándo planeaba hablarle sobre ella, si es que lo hacía alguna vez.
También me asaltaron preguntas sobre dónde estaría Olivia. Seguramente Ethan la habría compensado generosamente por el engaño que me hizo, pero la policía no la tenía; de hecho, desde mi encuentro con ella en la cafetería, no la volví a ver en persona ni una sola vez. ¿Habría huido del país con el dinero para no volver a saber de ella? ¿Realmente abandonaría a la pobre Ella esta vez sin intención de retomar la relación con su propia hija?
Si ese fuera el caso... Entonces tal vez no me importaría ser vista como la madre de Ella después de todo. Pero aun así, ella merecía saber la verdad. Al final, se daría cuenta de una forma u otra.
Y no quería que nos odiara a Edrick o a mí por ocultarle la verdad.
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