Edrick observó a Moana, quien abrió mucho los ojos y lo fulminó con la mirada antes de salir disparada hacia la casa.
Quizás estaba siendo demasiado severo con ella. Después de todo, solo intentaba ayudar llevando las bolsas al interior. Sin embargo, la propiedad aún no estaba completamente asegurada, y no quería arriesgar que Moana se quedara afuera, vulnerable a cualquier peligro. Quizá mañana, una vez que la propiedad estuviera completamente asegurada, podría permitirle salir con su guardaespaldas. Pero por ahora, necesitaba que estuviera dentro, donde fuera seguro.
-¿Debería ir tras ella, Sr. Morgan?- preguntó Kat.
Asentí con la cabeza. -No es necesario que estés a su lado si ella no quiere. Pero al menos, vigila dónde está.
El guardaespaldas de Moana asintió y salió tras ella. Suspiré al escuchar los ecos de Kat llamando a Moana por su nombre.
Por supuesto, me sentí mal por arrancarla de repente y no ser específico sobre por qué nos íbamos tan apresuradamente, pero no tenía opción. No había tiempo suficiente para explicar todo, y ni siquiera sabía cómo hacerlo.
Anoche, estaba casi seguro de que mi madre había sido obligada a colgar el teléfono con mi padre. No sabía si mi madre ya tenía alguna sospecha antes de que yo lo mencionara, o si simplemente llegó a tenerlas al mismo tiempo que yo.
En cualquier caso, decidí seguir el consejo de mi madre y escapar de la ciudad.
Moana estaba a punto de cambiar. Podía sentirlo cuando dormía anoche; su poder de lobo estaba empezando a surgir. En un par de días, sin duda cambiaría. Y estaba bastante segura de que mi padre también lo sabía, y que iría a por ella él mismo o enviaría a más pícaros para que hicieran el trabajo.
- Estás siendo demasiado duro con ella - La voz de Selina captó mi atención de repente.
Solté un gruñido mientras sacaba las maletas del coche, y sólo le lancé una breve mirada por encima del hombro. - Al final lo entenderá - le contesté. - Es lo mejor.
Selina caminó hacia mí y de repente me agarró del brazo con más fuerza de la que esperaba de una mujer de su edad. - No será lo mejor si te guarda rencor por mantenerla en la oscuridad - insistió. - Tienes que hablar con ella.
Asentí con la cabeza. - Hablaré con ella. Pero... ahora no. Si se lo hubiera dicho antes, habría montado más jaleo y habría insistido en quedarse en el ático. A veces se cree capaz de más de lo que realmente es, y sólo quería asegurarme de que estaba en un lugar seguro antes de contarle la verdad.
A la vieja ama de llaves no pareció gustarle. Apretó los labios y me soltó el brazo. Vi cómo se daba la vuelta para alejarse, dio unos pasos, se detuvo y volvió a mirarme.
- Moana es más capaz de lo que crees.
Eso fue todo lo que dijo. Antes de que pudiera decir nada más -no es que tuviera algo más que decir-, se marchó enfadada y desapareció dentro de la casa.
Quizá Selina tenía razón; quizá Moana era más capaz de lo que yo creía. Pero era un riesgo que no estaba dispuesta a correr ahora mismo.
...
Estaba oscuro cuando salí lentamente al jardín trasero. La luna ya había salido y la hora de cenar había pasado. Moana y Ella se negaron a salir de sus habitaciones durante todo el día, pero no me importó.
Me sentí aliviado de que estuviéramos a salvo fuera de la ciudad y bajo la vigilancia de casi dos docenas de guardias de seguridad plenamente capacitados, que tenían toda la finca rodeada por su patrulla.
Después de un par de horas recorriendo todo el perímetro de la finca, no encontré nada. Satisfecho con mi patrulla, decidí regresar a la casa y dar por terminada la noche. Tal vez, pensé, Moana ya no me odiaría tanto. Después de todo, no podía dormir sin ella.
Sin embargo, al regresar a casa, me di cuenta de que me había equivocado en esa suposición.
Me detuve en el patio trasero cuando algo llamó mi atención. La luz estaba encendida en la habitación de Moana y sus cortinas estaban abiertas.
Todavía en mi forma de lobo, me senté sobre mis ancas y miré hacia la ventana, con la esperanza de vislumbrarla. Poco a poco, ella apareció, mesándose el pelo mientras iba y venía por su habitación. No pude evitar pensar en lo guapa que estaba ahora y me pregunté cuánto más lo estaría cuando por fin cambiara de forma.
Debió de notar que la miraba, porque se detuvo de repente y se acercó a la ventana.
Durante un largo rato, nuestros ojos se quedaron fijos mientras ella me miraba fijamente y yo la miraba fijamente.
Quise disculparme por haber sido brusco con ella antes, pero me miró con el ceño fruncido. Luego, con el ceño aún más fruncido, cerró las cortinas de un tirón y desapareció de mi vista.
Suspiré mientras me echaba hacia atrás y caminaba hacia el porche trasero con las manos en los bolsillos.
-Parece que esta noche voy a dormir solo-, susurré para mis adentros.
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