Moana
Poco después, Edrick y yo estábamos de pie en la puerta principal de la mansión, observando la escena que se desarrollaba ante nosotros.
Los guardias de seguridad escoltaban a Michael, con las manos esposadas, hacia el coche. Aún llevaba la marca de la sangre en la nariz producto del puñetazo de Edrick, pero había una sensación de satisfacción al verlo. Me alegraba presenciar cómo finalmente enfrentaba las consecuencias de sus acciones, especialmente al ser reprendido por Selina como si fuera un niño.
Sin embargo, lo más gratificante fue ver cómo lo cargaban en el maletero del automóvil para llevarlo a la comisaría.
Kat también fue encontrada por los guardias. Poco después del golpe que Edrick le propinó a Michael, la descubrieron escondida en el bosque. Resultó que Michael le había pagado una considerable suma de dinero para que me llevara al bosque y me perdiera, con la intención de asesinarme. Parecía avergonzada cuando los guardias la esposaron, ni siquiera levantó la mirada para encontrarse con la mía.
Edrick ya había contactado a la policía y les había informado sobre lo ocurrido. Ahora, estaban esperando a que trajeran a Michael y Kat, y no podía esperar para verlos tras las rejas después de todas las atrocidades que habían cometido junto con Kelly y Ethan.
Mientras observábamos cómo los guardias de seguridad se alejaban con Michael en la parte trasera del automóvil, Edrick me rodeó con el brazo y soltó un suspiro. No pude evitar que se me llenaran los ojos de lágrimas al mirarlo; apenas una hora antes, pensé que lo había perdido para siempre. Y ahora, estaba a mi lado ileso.
-Vamos -dijo Edrick, llevándome lejos de la entrada-. Deberías descansar. ¿Te sientes bien?
Asentí con la cabeza. -Estoy bien. De hecho, me siento muy bien. Tal vez deberíamos seguir a los guardias de seguridad para que podamos dar nuestras declaraciones a la policía.
De repente, Edrick echó la cabeza hacia atrás y soltó una carcajada. Era una risa franca y resonante, muy parecida a la que solía soltar cuando íbamos juntos al espectáculo cómico. Escucharla después de pensar que nunca volvería a oírla me hizo sonreír y me llenó el corazón.
-Siempre estás enfocada en el siguiente paso, ¿verdad? -preguntó Edrick, dándome un apretón en el hombro. -Siempre tan decidida en tus objetivos. También un poco terca, si me permites decirlo.
Me ruboricé. -Supongo que tienes razón -respondí riendo-. Supongo que debería haberme quedado aquí en lugar de ir a ese paseo, ¿no?
Para mi sorpresa, Edrick negó con la cabeza. -No es culpa tuya -replicó-. Todo esto habría ocurrido de todos modos. Esos sueños que tuviste eran premoniciones del futuro: tienes el don de la visión. No habría manera de evitar lo que sucedió en aquel acantilado.
No pude evitar fruncir el ceño, confusa. -Pero mis visiones eran erróneas -dije-. Siempre veía a Michael matándome y empujándome por el acantilado...
-Nunca lo entenderemos -afirmó Edrick-. La previsión es un don poderoso, pero a menudo se malinterpreta. Algún día, tal vez aprendas a aprovecharlo un poco mejor. Por ahora, sin embargo, alegrémonos de que tus visiones te prepararan para lo que estaba por venir. Creo que sin esas visiones advirtiéndote sobre el plan de Michael, él habría sido capaz de matarte.
Me quedé mirando al suelo unos instantes, reflexionando. Ojalá la Bruja Madre siguiera viva y pudiera ayudarme a entender estas cosas. Ahora estaba sola en esto. Enseñarme a mí misma a ser la Loba Dorada iba a suponer una enorme curva de aprendizaje. ¿Por dónde iba a empezar?
Pero supuse que en realidad no estaba sola. Ahora tenía una familia. Al menos podíamos aprender juntos y apoyarnos mutuamente.
Edrick soltó una risita al escuchar las palabras de Ella y nos atrajo a los dos hacia él. Nos quedamos abrazados en el pasillo durante un tiempo, como si el momento fuera eterno. Al levantar la vista, vi a Ella sonriendo hacia mí, y no pude resistirme a pellizcarle la mejilla. Sus risitas resonaron como una melodía reconfortante.
Todo lo demás que había ocurrido hasta entonces parecía desvanecerse. En ese instante, solo importábamos nosotros, y me juré a mí misma que seguiría siendo así.
Sin embargo, cuando Edrick puso a Ella en el suelo, asintió con una expresión melancólica antes de dirigirme una mirada cargada de significado.
-Quizá deberíamos salir-, dijo, echando un vistazo a la puerta que seguía entreabierta detrás de nosotros. -Pero no a visitar la comisaría.
Ladeé la cabeza. -¿Dónde, entonces? ¿Quieres volver al ático ahora?
Edrick negó con la cabeza. -No-, respondió. -Tenemos que ver cómo está mi madre. Espero que mi padre no le haya hecho ningún daño.
Mis ojos se abrieron con sorpresa . Verona... Me había olvidado de ella. Parecía como si la breve sensación de paz que sentía antes tuviera que posponerse hasta que la viéramos, y me pareció bien.
Al igual que Edrick, yo también esperaba que estuviera a salvo y que Michael no le hubiera hecho daño. Después de todo, quería que estuviera allí para conocer a su segundo nieto.
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