La Nueva Esposa de mi Marido (COMPLETA) romance Capítulo 100

Orlando y Azul terminaron de cenar incluido el postre, a Orlando le gustó mucho que Azul hubiera cocinado para él, y más que nada estaba feliz por estar a su lado en ese día especial. Aunque Azul estaba feliz también, estaba nerviosa por lo que seguía, y cuando Orlando se puso de pie ella tragó saliva.

—¿Qué tal si bailamos? —dijo Orlando y le extendió la mano.

—Sí, está bien —Azul tomó la mano de Orlando y se puso de pie, Orlando sacó su celular y puso una canción romántica para bailar, comenzaron a bailar despacio, después de todo sólo estaban ellos dos, no había nadie que los interrumpiera, así que disfrutaron de bailar, cuando empezó otra canción, Orlando bajó la cabeza al cuello de Azul y de inmediato sintió cómo Azul se puso tensa.

—No tengas miedo, no haré nada inapropiado, sólo quiero estar así —dijo en voz baja, pero Azul lo escuchó claramente, ya que estaba muy cerca de su oído.

—Orlando...

—Shhh, no digas nada, para mí estar contigo es suficiente, no necesitamos hacer el amor para que esta sea una noche inolvidable —la voz de Orlando estaba llena de sensualidad cuando le susurraba al oído a Azul.

Al estar bailando Orlando guió a Azul al ventanal que daba a un balcón, pero no salieron, Orlando le dio vuelta a Azul para que mirara hacia afuera, donde se veían las luces de la ciudad, Orlando se separó, sacó una caja, la abrió y sacó el contenido: una gargantilla con el infinito en medio y sobre este gravados los nombre Azul y Orlando, cuando lo puso en el cuello de Azul, esta se sorprendió, ya que estaba mirando las luces de la ciudad.

—Mi obsequio para mi dulce e inocente novia —dijo Orlando y le dio un beso en la mejilla a Azul, Azul hizo a un lado su cabello y Orlando abrochó la gargantilla de oro.

—El oro amarillo te queda muy bien —dijo Orlando y la abrazó por la espalda.

—También te tengo un obsequio —dijo Azul un poco apenada.

—¿Sí? Pensé que esto era mi obsequio ¿dónde está?

Azul miró hacia la mesita de noche y Orlando siguió la mirada, sobre la mesita había una bolsa de regalo llena de corazones, Orlando dejó de abrazar a Azul y fue hacia la mesita, tomó la bolsa y sacó el contenido, que era el videojuego del que le había hablado a Azul y él sonrió, Azul se acercó.

—¿No te gustó? —preguntó nerviosa al ver que Orlando no dijo nada, Orlando dejó el obsequio en la mesita de noche, luego este fue donde ella y la besó en los labios.

—No me gustó, me encantó —la volvió a besar.

Azul abrazó a Orlando disfrutando del beso mientras Orlando la abrazaba por la cintura, Orlando era de los hombres que si te abrazaba sin que sintieras que él quería algo más, era parte del encanto de Orlando saber respetar a una mujer, pero eso no quitaba que las dejara sin aliento al besar, ya que esa parte no podía evitarlo, porque le gustaba hacerlo, cuando cortó el beso y le dio otros de piquito, sonrió, porque Azul estaba sonrojada y no era sólo por el beso, sino porque en algún momento del beso ella se excitó.

—Orlando...

Orlando no la dejó hablar y la volvió a besar, pero ahora colocando la mano en el cuello de Azul, esta vez fue menos posesivo en el beso y al cortarlo pegó sus narices a las de ella y las frotó.

—Está bien, puedo esperar incluso hasta la noche de boda si así lo deseas.

A Azul le pareció muy romántico cómo hablaba Orlando, y era la primera vez que sentía que realmente la respetaba el hombre que la besaba, porque no le acariciaba el cuerpo para calentarla y hacerla cambiar de opinión.

—¿Te has masturbado pensando en mí? —le preguntó Azul a Orlando y este se quedó inmóvil por pregunta, y luego se soltó riendo un poco.

—Sí y más cuando te veo con esas faldas pegadas que dejan ver tu figura, me es imposible no pensar en ti y que no se ponga dura, me tengo que dar una ducha fría para calmarme —dijo Orlando mientras sentía que Azul jugaba con el saco, más eso pensaba, porque Azul lo estaba desabrochando, y al escucharlo se ponía más nerviosa.

—¿Por qué una ducha y no la ayuda de tu amiga la Manuela?

Orlando se soltó riendo al escuchar la pregunta de Azul.

—No me gusta imaginarte, sólo quiero sentirte, así que esperaré por ti —dijo y tomó las manos de Azul, esta sonrió tímida y al mirarlo a los ojos se sonrojó, al verla Orlando tragó saliva.

—Es tarde, hay que dormir —apenas dijo cuando Azul lo abrazó pegado todo su cuerpo al de él y pudo sentir el bulto que hacía el miembro de Orlando debajo de sus pantalones, y Orlando se tensó, ya que sabía que Azul se daría cuenta.

—Orlando, estoy lista.

—Azul.... —Orlando aunque deseaba hacerle el amor a Azul sabía que ella no estaba lista, porque mientras le decía que sí lo estaba, su cuerpo decía otra cosa.

—Por favor, Orlando hazme el amor, sé que piensas que no estoy lista, pero lo estoy, es sólo que tengo miedo de que no te guste en la intimidad o que....

Orlando no dejó hablar más a Azul.

—No sigas, Azul —le acarició la mejilla a Azul—, yo siempre seré el mismo contigo.

—Ponte boca abajo —le dijo Orlando a Azul al oído y esta hizo lo que le pidió Orlando.

Comenzó a darle un ligero masaje a Azul, pero no sólo en los hombros, sino que bajó por toda la espada hasta los glúteos, las piernas, volvió a subir y ahora al pasar las manos por los glúteos, bajó uno de sus dedos para tocar la zona íntima de Azul y esta se estremeció.

—Relájate —le dijo y pasó un par de veces sus dedos, lo que hizo gemir a Azul y esta apretó los labios, Orlando dejó la zona íntima y volvió a masajes la espalda de Azul, después metió sus manos debajo de ella para tocar sus senos y le dijo al oído—, voltéate amor.

Azul se volteó y miró que Orlando aún llevaba puesto el uniforme y ella le quitó la gorra.

—¿Quieres quitarme la ropa?

Azul asintió y Orlando le dijo que lo hiciera, pero la comenzó a besar, Azul correspondió y empezó a desabrochar el saco y cuando terminó, Orlando comenzó a besarle el cuello, Azul metió las manos y se topó con el torso desnudo de Orlando, subió las manos y llegó hasta el único botón que estaba abotonado y lo desabotonó.

—¿Por qué sólo un botón? —preguntó con curiosidad.

—Porque no quería que terminaras arrancándolos, son demasiados botones —le dijo en el cuello.

Azul se estremeció con el aire caliente que salía de la boca de Orlando, este dejó que Azul le quitara el saco y la camisa juntos, la hizo recorrer su torso desnudo que lo conociera que sintiera el calor que ella le provocaba y no sólo lo supiera por la erección que tenía.

Azul desplazó sus manos por la piel de Orlando sintiendo su calor y cada detalle del torso, Orlando la besó y bajó por su cuello, tomó sus senos y los acarició para después besarlos y pasar la lengua por sus pezones, los rodeó y después los chupó, no dejó los senos de Azul hasta que la escuchó gemir, bajó sin tanta prisa y seguía acariciando con sus manos los senos de ella hasta que llegó al monte de Venus, ella se tensó un poco, ya que nunca le habían hecho un oral, Orlando tomó las piernas de Azul, las abrió despacio.

—Relájate, te va a gustar —le dijo con calma Orlando y Azul tomó aire e intentó relajarse, Orlando acomodó las piernas de Azul, al principio sostuvo los tobillos de Azul, ya que quería asegurarse de que entendiera que la quería con las rodillas flexionadas como si estuviera con el ginecólogo.

—Orlando, siento que estoy en un examen con el ginecólogo.

—Solo espero que nunca te haga lo que yo, o estará en problemas —dijo Orlando muy cerca de la intimidad de Azul, y ella podía sentir su aliento acercarse, quería relajarse, pero no podía, y se estremeció toda cuando Orlando pasó la lengua por toda su intimidad, apretó los labios para evitar gemir, Orlando sabía que lo hacía y para asegurarse que Azul estaba apretando los labios, chupó su clítoris.

—Gime para mí, déjame escuchar lo excitada que estás que te gusta lo que sientes —dijo y metió la lengua en la cavidad vaginal, besó sus labios vaginales y atendió con placer el clítoris de ella, Azul gemía de placer, luego empezó a retorcer de placer y aquella necesidad de ir al baño la inundó.

—Ahhh Orlando, Orlando... necesito ahh...

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