La Nueva Esposa de mi Marido (COMPLETA) romance Capítulo 16

Sánchez al ver esto se acercó y dijo:

—Señorita, quizá debería esperar en la sala.

Sasha sólo asintió ya que aun estaba sorprendida. Aunque el asistente y los secretarios sabían el carácter de Jacob también se sorprendieron, ya que la chica iba con Jacob.

Sasha se sentó en un sofá, sacó su bastidor y comenzó a bordar. Las tres personas sintieron compasión por Sasha, pero tenían trabajo que hacer que Jacob les mandó. Sánchez se quedó de pie junto al sofá donde estaba sentada Sasha, al verla enojarse con el bordado al quedarle mal y tener que hacerlo de nuevo, le parecía divertido, pero no dijo nada porque Sasha parecía no importarle estar donde estaba sólo el bordado. Asistentes y secretarias llegaban con el asistente y secretariado que aunque preguntaban quien era Sasha, los callaban diciendo que si ni tenían trabajo que hacer, porque a Jacob no le gustaba que perdieran el tiempo en el chismorreo en horas de trabajo.

Jacob estaba en su oficina trabajando como si nada, pero al recordar que había ido con compañía y por la cual les dio trabajo a sus subordinados, paró de trabajar y marcó a su asistente:

—Benjamin, la mujer y el escolta ¿siguen aquí?

—Sí, la señorita está sentada en el sofá de la sala de espera haciendo creo manualidad.

«Así que no funcionó el dejarla aislada, es muy obstinada»

—Bien, dime cuando se hayan ido.

—Sí, señor.

Colgó y se recargó en la silla, miró al gran ventanal que tenía a su izquierda, tenía una vista hermosa de la ciudad, pero ahí había algo que miraba en lugar de la ciudad, una flor sencilla color azul que le daba vida a la oficina y luego volvió a trabajar.

Habían pasado unas horas cuando el cansancio y el aburrimiento estaban haciendo que Sasha se empezara a quedar dormida. Sánchez miró lo que estaba sucediendo, así que cuando Sasha no pudo dar pelea para seguir despierta y antes de caer a un lado, Sánchez llegó a ese lugar vacío, amortiguó la caída, la cabeza de Sasha cayó en el brazo de Sánchez. Elisa, quien miró lo que sucedió, pensó se había desmayado, y aún en contra de sus órdenes ella salió de su cubículo y fue donde Sánchez y Sasha.

—¿Deberíamos llamar a un médico?

—No, sólo se quedó dormida, pasó parte de la noche en vela.

—Pensé que se había desmayado —dijo Elisa sacado el aire de alivio—, traeré una frazada.

—No es necesario.

Elisa tragó en seco cuando escuchó la voz de Jacob a su espalda y sus compañeros detrás.

—Se...señor.

Al desviar la mirada a sus compañeros, Elisa no dijo nada cuando ellos le negaron con la cabeza.

Jacob caminó directo a Sasha aún y con el dolor de su cuerpo cargó a Sasha.

Sánchez sabía lo de accidente, así que sabía que no debería de haber tal esfuerzo por lo que dijo:

—Señor, yo la llevaré.

—No, yo mismo lo haré, debiste de informarme que se estaba durmiendo.

—Lo siento señor, fue un grave error mío.

Jacob no dijo nada, sólo caminó con Sasha en brazos hacia su oficina que tenía una sala de descanso, donde se situaba una cama donde dejar dormir a Sasha. Sánchez recogió las cosas de Sasha y siguió a Jacob. Las tres personas se quedaron sorprendidas, nadie sacaba algo de Jacob que fuera por su voluntad.

—¿Quien será la chica? —le preguntaron a Benjamin y este negó con la cabeza.

—Es una pena —dijo Teo, pero Elisa empezó a sospechar quien era Sasha ya que hoy no recibió llamada sobre la comida de Jacob.

Dentro de la oficina esperaba Sánchez a Jacob quien estaba recostado a Sasha y quitándole lo que traía en la mamo y lo dejó de lado, salió y miró a Sánchez:

—Sánchez, ella ¿cómo se veía esta mañana cuando la llevaste a casa de los Martínez? y me refiero a su cara, su aspecto, no su estado de ánimo.

—Se veía con ojeras y los ojos hinchados, justo como cuando se pasa la noche en vela o llora.

La sinceridad en las palabras de Sánchez hicieron sentir incómodo a Jacob, pues nunca había imaginado que Sasha había estado en vela cuidando de él y aún seguir como si nada estuviera sucediendo.

«Creo que la subestimo demasiado y es más fuerte de lo que aparenta... »

Pensó pero después recordó la imagen de Sasha aquel día que le llamó y aún se debatía por decirle.

—Señor, si me lo permite, la señorita es fuerte aunque aveces parece que no podrá salir, lo hace cual Fénix levantándose de sus cenizas más fuerte.

Jacob lo miró:

—Lo tendré en cuenta, casi es hora de comer, sal a comer, yo me quedo cuidando de ella, después de todo, este edificio es más seguro incluso que la casa Blanca.

—Con su permiso, señor.... o la señorita pidió a Naomi que preparara la comida, creo que alguien la traerá.

—Eres un idiota, Sasha nos lo dijo que esto es lo último, si quieres quedarte sólo en aquella casa, sigue como hasta ahora —dijo Joel.

—Cuando Sasha se vaya y sientas la verdadera soledad, no la busques para llevarla contigo —dijo Orlando y salió de la oficina de Jacob. Joel sólo miró cómo se marchaba Orlando y golpeó el hombro de Jacob, lo que causó dolor en el cuello de Jacob, pero no dijo nada.

—Sasha no es Sam, lo sabemos y también debes de tener en cuenta las palabras de Orlando a diferencia de Sam. Sasha no volverá contigo sólo porque se lo pides o por tu cara bonita, ya sabes lo obstinada que es.

Joel también se marchó pero con un pensamiento en mente, que Jacob metiera la pata hasta el fondo de fango sólo para verlo suplicarle a Sasha.

Jacob pensó en las palabras de ambos hombres, pero el ir a buscar a Sasha estaba fuera de sus expectativas.

«Están equivocados, jamás iré tras una mujer»

Unos minutos después, tocaron a la puerta y dio el “pase” a la persona, al levantar la vista, miró a la mujer madura frente al escritorio.

—Suegra... digo Sara ¿qué hace aquí?

Mi madre tenía acciones en la empresa, pero prefería trabajar en el laboratorio, así que rara vez visitaba a cualquiera del piso 77.

—Me topé a Naomi y me ofrecí para traerles la comida —mi madre sabía la habitación de descanso, así que supuso que Sasha estaba ahí—, no nos has visitado ¿cómo has estado?

Jacob dio un suspiro:

—La extraño tanto, no sé cómo seguir sin ella —se sinceró Jacob.

Mi madre se sentó en una de las sillas.

—¿Qué te puedo decir Jacob?, yo perdí por segunda vez a mi hija mayor, este dolor que siento no se irá, sólo puedo aprender a vivir con él, yo sé que amaste a mi hija con todo tu corazón así como yo amé a Carlos, pero el amor puede cambiar y también debes de apoyarte en alguien para que no termines de sumergirte en la depresión.

—Sara... sé que me dice esto por mi bien pero...

—Jacob, el dolor de un viudo puede ser inmenso, pero el perder a un hijo es un dolor infinito y tampoco hay nombre para los padres que pierden a sus hijos... y Jacob, sólo dejo que mi hija viva contigo porque respeto su decisión.

Mi madre se puso de pie y salió de la oficina. Jacob se dio cuenta del inmenso dolor que sentía mi madre, porque lo reflejaban sus ojos, no sólo por mí sino también por Sasha su hija a quien buscó por tanto tiempo, y aunque la encontró, no puede estar con ella como quisiera.

«Todos tienen sus duelos y mi dolor no se compara con el tuyo, Sara»

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