La Nueva Esposa de mi Marido (COMPLETA) romance Capítulo 68

Elisa contestó el celular confundida, ya que José rara vez la llamaba después de la comida:

—¿Qué pasó?

—Mi madre vino y nos invitó a cenar, quiere que conozcas a la familia.

—¿Cuándo?

—Esta noche.

Elisa se quedó en silencio.

—Ok —y colgó, Elisa estaba nerviosa por conocer a sus suegros, porque no era de la misma clase social que José, y le daba miedo que no la quisieran.

Por la tarde cuando salió, llegó a la casa y se topó con José trabajando en la sala, se dirigió a su habitación, ya que no quería molestarlos, se dio una ducha y cuando salió, José también salió de la habitación.

—Habló mi madre, ya nos esperan.

—Sí, está bien.

Ambos salieron en el auto de José, rumbó a la casa de la familia Keiler, al llegar y estacionarse dio un suspiro mirando la puerta de la casa, le sonrió a Elisa y ambos salieron del auto, al entrar Bianca esperaba a José y Elisa, no hizo un ademán ni nada por el estilo, los saludó cortés, y los llevó a la sala donde ya los esperaban el padre de José y sus hermanos, el señor Keiler era blanco con ojos color marrón y cabello casi blanco, los hermanos de José era una mujer muy parecida al señor Keiler, y el otro hermano tenía parecido a ambos padres, y José, él era más parecido a su madre.

Empezaron a platicar después de presentar a Elisa como su prometida, todo iba muy bien aunque Elisa aún estaba nerviosa, llegó la hora de la cena y cenaron entre plática hasta que el señor Keiler le dijo a José:

—Ya supe que eres el director del hospital donde trabajas, la pregunta es ¿tienes ese puesto por méritos o por la influencia de tu amiga?

—Papá, yo he trabajado arduo todo el tiempo, no veo porqué me haces esa pregunta.

—Sólo es curiosidad.

—Disculpe que me meta, pero José es un buen médico y también se ganó su posición por hacer uno que a ningún médico se le ocurrió aún estando en emergencia, y aunque fuera su amiga, es bien sabido que muchos médicos pierden la cabeza cuando se trata de una persona cercana, yo estoy segura que el señor Meier vio más que otros el potencial de su hijo y no sólo por lo sucedido con Sasha —dijo Elisa defendiendo a José y el señor Keiler sonrió al ver cómo Elisa defendió a José.

—Lo dices porque lo amas.

—Quizá, pero sé que el señor Meier no da un incentivo para subir de puesto sólo por cuestiones personales, fue general a corta edad y fue por algo ¿no lo cree?... además si José no estuviera capacitado para el puesto más que un incentivo, sería un castigo al no poder con el trabajo, y he visto que cumple con todo su trabajo como directo y aún mantiene una consulta hasta hace guardia médica.

—Sabes mucho sobre el nuevo dueño del hospital, ¿acaso lo conoces?

—Sí, soy una de sus secretarias —dijo Elisa con firmeza.

Los ojos del señor Keiler brillaron:

—Interesante.

—Señor, soy una persona humilde y jamás me metería en ramas ajenas a mi trabajo, y la medicina es una de ellas, ni yo ni el señor Meier jugaría con la salud y vida de otras personas.

El señor Keiler soltó una carcajada, lo cual dejó a Elisa perpleja.

—Eres justo como imaginé que deberían de ser mis nueras, Ángel no lo logró, pero José sí que lo hizo, saber defender a quien aman es un atributo especial, porque así es mi amada Bianca y también yo lo hice por ella, así que desde hoy eres una Keiler y si mi hijo te hace algo, sólo dímelo.

Elisa se quedó sorprendida por lo que dijo el señor Keiler:

—No sé qué decir, sólo gracias, señor Keiler.

—Llamar suegro o Richart.

Elisa asintió, y aunque pensó que Ángel el hermano mayor de José sería algo hostil con ella, por lo que dijo su padre no fue así, y Fernanda, bueno, ella sólo fue educada con ella al hacerse tarde, Bianca les dijo que se quedaran y fue muy insistente, así que Elisa tuvo que aceptar.

Los días transcurrieron muy rápido y llegó el día de la boda por el registro Civil. Elisa tenía un sentimiento de tristeza, porque quizá Sasha no iría a la ceremonia, había decidido usar el vestido que le regaló Sasha, pero no había podido hablar con Sasha, ya que con la remodelación del jardín ni iba a la empresa, así que Elisa decidió ir a buscarla ese día.

Jacob tendría una cena con una empresa que pidió colaboración de Fantasy, así que terminó su trabajo temprano y Benjamin la dejó salir un poco antes, manejó hasta la casa de Jacob y Sasha, Jacob había cambiado la entrada, ahora había un miro que no dejaba mirar hacia adentro, ahora nadie podía saber si Sasha salía o no, si Jacob había cambiado esta parte de la casa aún y cuando esas dos mujeres estaban presas, no quería correr ningún riesgo, y la entrada era restringida.

—Hola, soy Elisa Obregón, vengo a ver a Sasha.

«Espero que no me haya quitado de las amistades»

Pensó Elisa cuando tardaron en darle una respuesta, y la puerta se abrió, así logró entrar Elisa, tenía tanta culpa por haber culpado a Sasha y más aún no dejarla explicar, al bajar subió rápido las escaleras y Naomi abrió la puerta.

—Señorita Obregón, qué milagro, la señora está en el jardín aún.

—Es que la extrañé estos días que no fue a la empresa, gracias, iré a encontrarla, no hace falta que la busques.

—Está bien..

Ambas mujeres fueron a la cocina y ayudaron a Naomi con lo restante para la cena, después empezaron a cenar entre pláticas. Sasha se sentía animada y feliz, porque su amiga al fin le hablaba, aunque tenía a las capitanas, no era lo mismo que con Elisa.

Sasha le preguntó sobre si había tenido algún malestar con alguna comida, Elisa le contó que sólo ha tenido antojos. Elisa miraba a Sasha preguntándose si ella algún día será tan fuerte como Sasha, sobrevivió a una tortura física y luego tuvo que soportar la oscuridad al no poder ver y también la pérdida de un bebé que ella quería mucho, y lo supo lo que que le dijo José al explicarle algunas fracturas, en ese preciso momento al recordar Elisa se sintió una mujer muy débil para afrontar su realidad, porque quería hacer lo más fácil.

—¿Por qué lloras, dije algo malo? —le preguntó Sasha angustiada.

—No, es sólo que pensé en las cosas que has pasado y aún así no te dejaste caer en la depresión.

—Es porque tengo una familia que me apoyó y sobre todo a Jacob que nunca se separó de mi lado y también buenos amigos, aunque había días en los que parecía que iba a caer al fondo de una abismo de depresión, pero Jacob siempre hacía todo lo posible para que yo no cayera.

—Jacob es un gran hombre que antepone tu bienestar.

—Sí, así es, quizá es muy sobre protector, pero es porque me ama.

—Supe que tuvieron una cita hace unos días.

Sasha sonrió y le contó su miedo al principio por estar en un lugar con tanta gente extraña, pero después ya se sentía segura de que nada malo le sucedería. Elisa le contó que en unos días sería la boda civil y Sasha le dijo que ese día podría mudarse a la casa Keiler. Elisa dijo que lo pensaría, y después de platicar mucho José le habló a Elisa preocupado por saber dónde estaba, así que tuvo que irse. Sasha se quedó sola en casa, así que fue a darse una ducha y ya acostada empezó a terminar el bordado, ya le faltaba muy poco para terminarlo, pero se quedó dormida.

Era la una de la madrugada cuando Jacob llegó a casa, estaba cansado y preocupado, porque Sasha no se hubiera dormido, cuando llegó a la habitación, notó la luz encendida y dio un suspiro, pero cuando entró miró a Sasha dormida con el bastidor en la mano. Jacob sonrió y le quitó con cuidado el bastidor, pero cuando se alejó, Sasha se estiró y abrió los ojos perezosamente.

—Quería esperarte, pero me quedé dormida.

—No importa, además es tarde, vuelve a dormir —Jacob se acercó a Sasha y cuando le dio un beso en la frente, le llegó el olor de un perfume de mujer muy empalagoso y era más fuerte que el perfume de Jacob, Sasha abrió los ojos y miró una marca de lápiz labial rojo en el cuello de la camisa, ese día había llevado una blanca, así que era muy evidente.

—Jacob, tienes lápiz labial en el cuello de la camisa —le dijo Sasha en cuanto se alejó un poco, la cara de Jacob se puso fría sin emociones.

—¡Esa maldita mujer! —dijo Jacob y se incorporó muy enojado Jacob, al entrar al baño y mirarse en el espejo miró la marca en el cuello, volvió a maldecir a aquella mujer que de por sí no le agradó que usó a otros para quedarse hasta tarde, sino que también le había dejado una marca de lápiz labial, se quitó la ropa, y al olerla su ira aumentó, ya que su ropa aún olía al perfume de ella, se metió a bañar y cuando salió, Sasha estaba de lado pensando que ya se había dormido, se recostó y la abrazó.

—¿No me vas a decir porqué tenías esa marca en el cuello de la camisa?

—Creo que me la dejó cuando me despedí de ella y los demás, ¿me crees? —dijo Jacob bajando la cabeza y Sasha subió la suya y le dio un beso en los labios.

—Claro que sí, además tú nunca te dejas besar el cuello con camisa blanca.

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