En todo el camino, no volvió a dirigirme la palabra. Era lo mejor así pude reflexionar, como haría frente a todos ellos. Yo era la carnada, la fresa. El Señuelo para atrapar al pez gordo. Esa idea me da coraje y me odié a mi misma, por no darme cuenta cuando me estaban utilizando por sus propios caprichos.
Tengo una misión, hay que cumplirla. Mi hermana pequeña está en medio de todo esto. Quiero llegar hasta el final de todo esto. Y tengo el presentimiento de que no me gustara tanto.
Al pasar las medias horas habíamos llegado al The King. Su imperio, su lugar donde sucedían de todo. La entrada estaba llena de hombres armados. Una señal y el portón se abrió. Jack, bajo y entrego el coche, otro hombre le abrió la puerta de una limusina, y un abrigo enorme con un bordado de una corona. Claro, el presunto rey había llegado.
Me subí con, él hasta me sentí pequeña en este gran auto. Su presencia se hacía sentir impotente y dominador. Él era dominador, en un simple momento quise ser dominada y de verdad estar a su lado. Aunque él tiene mucho usándome a su antojo, por primera vez, quise que fuese el quién me usara, en algunas cosas.
Mi corazón pálpito y me sentía estremecida. No tengo idea si lo había notado. Pero estaba inquieta dentro del auto. Con solo mirarlo sentí, su poder cubrir todo mi cuerpo y llenarme de incertidumbre. No sé que carajo me pasa, pero hay muchas cosas que no puedo controlar en mi cuerpo.
Tanto que él me entró una copa llena de champán, lo tome y lo saboreé con todo el gusto. Él me miro, de una forma muy extraña, de una sensual y provocativo. Su camisa luminosa se remangó la manga y desabrocho tres botones, dejándome ver, su hermoso, Vellos y cuerpo bien unificado. Quise darme una cachetada por ser tan “Puta” pero era imposible, él me estaba llevando a una corriente que no quería evitar.
Lo que no comprendo, estuve en el carro con él anteriormente. Me senté por encima de él, no había sentido nada de eso. Pero desde que entre a esta limusina, estaba actuando extraño. Como si algo aquí me despertara el último sentido femenino.
Él soltó, una carcajada, y presiono un botón, una bandeja apareció. La bandeja la había visto ante. Puro oro. Estaba un vestido fino azul plateado, un tacón alto. Y un arma. Y una funda de arma para pierna. Me lucía extravagante y sexy. El vestido me llagaba hasta los tobillos. Pero algo que no había notado es que tenía tres cortes hasta mi cintura. Solo cubría mi cuerpo cuando me paraba, cuando me pare de una forma. Mi hermosa pierna estaba a la luz.
_ ¡Me estás diciendo que hoy, habrá mucha acción, ¿cierto?
_ ¡A ti, no hay que hablarte mucho, lo entiendes todo!
_ ¡Tú ya le habías dicho, que le permitiría la reunión! Así que tú irás primero.
_ ¿Qué? ¿Pero este maldito, ya quiso matarme? Aquí es el Dragón dorado, Propiedad propia y nadie se atreve a cometer delito explícito. ¿Tienes miedo, ahora?
_ No, creo que no.
_ ¿Y por qué yo estoy creyendo que tú no puedes? Hay una persona más allí.
_ ¿Quién?
_ ¡Y por esa razón, debes ir! Debes mostrarle quien eres de verdad, y a quien tienes en la espalda. Mira tu pierna y contempla lo que tienes en la mano. Has un buen uso de ella.
_ ¿Seguro, que quieres ver?
_ ¡Tengo, años queriendo ver, tu verdadera destreza!
El carro se detuvo y me hizo bajar. Una vez que pise el piso. Mi corazón latió muy rápido y me llené de nervios. Pero mire al cielo, ore a Dios y le dije a mi madre que me diera fuerza. Por una extraña sensación me lleno y empece a caminar.
_ ¡Stone, ¿a qué juegas?!
_ ¡Aquí está, Katty, aquí está tu pequeña hermana que tanto empeño pusiste en buscar!
_ ¡Stone, solo te digo, no juegues conmigo! No soy tan tolerante.
_ ¡Escucharon eso chicas. Ella es una rabiosa. Pero de que sirve tanto coraje, si eres tan poco resistente. Fue fácil localizar a tu hermana y comprarla donde la habían vendido. Fue tan fácil para un viejo amigo, solo tocarte y decirte unas pocas palabras y unos pocos momentos, para que cayeras. Y me dices que no te subestimes.
Me dolió, cada palabra que salía de su sucia boca, me dolía hasta el alma. Sentí con la sangre arden en un baboso volcán. Estaba en el límite para explotar. El lema dice, “El odio de una mujer, es mucho más vengativa y que la del hombre” “Cuando ella, está dolida. Los sentimientos no se pueden cubrir, solo soportar la consecuencia de haberla molestado”.
_ ¡Cállate!
_ ¡ja, ja, ja, que me calle te duele cierto!
No podía aguantar, más y si bien me acuerdo, Jack sabía todo lo que tenía que pasar aquí. Maldición, estos me utilizan de todos modos. Estaba arta de los insultos. Vacilé y disparé tres veces por detrás sin mirar a quien y porque.
Una chica, grito y las demás comenzaron a caminar hacia mí, no jure saber por qué. Pero yo había disparado a una de sus compañeras. Y ya no era necesario que esperen una orden para atacarme. Ante Don Marcelo, me había entrenado, como todos los chicos. Entrenamiento duro, para ser la que, soy ahora.
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