La secretaria Indomable romance Capítulo 67

La sensación, me cubría. Había perdido el control de mí,hasta de mis modales y principio. Sus manos me resultaron tan suave como el algodón y más liza que las aguas que cubrían mi cuerpo. Sentí el sudor brotarse en nuestros cuerpos. El calor que emitía podía cocinar, huevos y tocinos para un desayuno. Estaba hambrienta de esto, y no sé por qué, pero era demasiado elevando para mí. Rodeo su cuello con mi mano, y sentí que mis manos se perdían en sus cabellos. Tan suaves. Gemí de placer cuando su labio entraron por mi cuello haciendo suya toda  opulencia.

_ ¡Lamento, no haberte dicho antes, no podía aguantar más!

_ ¡Que te lo impedía!: Respondí yo en un gemido.

_ ¡Así me gusta, tan provocativa y diabla a la vez!  

Volvió a meter su mano por mi espalda haciendo que me mantuviera recta debajo de él. Encontrando todo de mí. Era un hombre que sabía, como podía introducir cada palabra en una mujer. Y hacer que su mera existencia fuera un milagro endurado. Me levanto y sosteniéndome de su cuello, supe que la dirección era el  baño. Me dejo en el piso, mientras escaneaba cada rincón de mi cuerpo, mientras me bajaba el  pantalón corto que tenía puesto. Sentí un hormigueo en mi cuerpo, que me hacía perder todos, los enturbió de mi cordura. Lo agarré del hombro, levantándome del piso. 

Cosa que hizo, obedeciéndome, se paró justo frente de mí. Su altura era mucho más que la mia. Me miraba con pasión y sus labios me decían, lo salvaje que quiere llegar a ser justo ahora. Me puse de puntilla y lo, bese, sentí como su lengua desprendía cada lugar de mi boca y me dejaba en el deleite de un sabor a durazno.

Me levanto y me introdujo a la bañera junto a él. Se sentó dejándome sentada en su regazo mientras desprendía mi cuerpo con su boca. Sentía que el fuego dentro de mi cuerpo. Estaba por salir y quemar todo mi ser. La espuma en la bañera y el agua tibia hacia el doble de efecto. Me sentía muy relajada y excitada a la vez. Sentí su miembro recto. Con sus manos apretó duro mis nalgas y sentía que sus deos se perdían en ella. 

Subiendo por mi cintura y deteniéndose en mi pecho. Con las puntas rojas de tanto endurecerse. Sentí un cálido caliente, cuando sus labios se reposaron en ellos.

Jack Bill

¡Maldición, esta mujer es mi perdición! Mi condenación en el infierno seria por culpa de ella, por ser tan dulce y sexy. Sentada en mis piernas en la bañera, sus pechos eran tan dulce, si no me controlo, terminaría mordiéndola. Sabía a miel. Tan pura e inocente. Pase mis manos para encontrarme con su cintura y su espalda recta. La, tome con más fuerza. La recosté en un costado de la bañera haciendo de ella. Mi santuario de exploración.

Mierda, que dulzura. Como se atrevió este infeliz de Kelvin tocar mi pureza. Tocar mi exquisita santaDiabla. Juro que le dejaré dos plomos en sus genitales. La senté y le abrí las piernas. Introduciendo mi cabeza en su puro infierno. En el jure que sabía, una vez que entraría, no volvería a salir. Mientras que mis manos hacía de las suyas al masajear sus pechos bien duros. Mis bolas me quemaban, querían estar ya dentro de ella, y hacerla enloquecer.

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