La secretaria Indomable romance Capítulo 68

Después de estar fuera, y lo tenía tirado a mi lado, sentí un vacío enorme. Por más absurda que fuera esa idea, Lo que sea que me estuviera pasando. No estaba satisfecha, quería más. Me moví y me rodea a él pegando mi cuerpo cintra el suyo. Él me agarro de la cintura pegándome más a él. «Me alegra que su pequeño toro, digo gran toro, no este dormido». Sentí como flotaba por mis piernas.

Sonreí y él me miro. Y descaradamente dije.

_ ¡Estás, listo para la siguiente ronda?!  ¡Yo sí!

La cara que puso él, me dejo en perpleja. No solo se había sorprendido si no su sonrisa fue diferente. Ya no era dé. Soy todo un león. Si no que «Es una Maldita Diabla» Al sentir que era eso lo que pasaba por su mente, me reí a carcajada.

_ ¿Cómo que quieres más hee?

_ ¿Estás cansado?

 Mi pregunta lo dejo desconcertado, se levantó de la cama como un toro, que miraba una bandera roja. Me levanto junto a un brinco, y me agarro la barbilla y la presionó con fuerza. Me volteo y me costó de espalda dándome unas fuertes nalgadas, que sentí que sus cinco deos, se quedaron en mis nalgas.  Ardía este golpe, al mismo tiempo me excitaba más.

Me di la vuelta, poniendo los ojos en blanco y él me dijo que era una maldita desobediente. «Estás endemoniada» reí en carcajada, sabiendo, que lo había sacado de sus cávales.

_ ¡Todo, es tu culpa!

_ ¡Así que remendaré las cosas!

Me agarro la garganta, haciéndome gemir. Modio mi cuello y dándome otras grandes nalgadas  de su mano.  ¡Maldición! Estaba hecha una loca excitadisima.

Ya no podía, y no permitiría ser dominada y sumisa, esa no era yo. Por más fuerte que fuese, justo en este momento lo encontré vulnerable. Le agarré la mano cuando estaba a punto de restregarme unas nalgadas  más, dejando más que huellas y un dolor agudo en mis nalgas. 

Le di la vuelta y estaba sobre él. Él me miraba con intriga y era poco difícil para el manejarme. Una pequeña sonrisa se dibujó en la comisura de su labio y me penetro fuerte. Sentí como las embestidas me dejaba en el aire y él va y viene, era demasiado, me dejaba deleitada y extasiada aún más. Ahora tenía el demonio como alma y le pedí que no parara y que fuese más fuerte. 

Escuche su carcajada y para su sorpresa no esperaba eso de una chica que fuese su primera vez, Me dejo al borde de la cama y embestía de nuevo con fuerza. En este no dejo espacio para quejas. Explote de nuevo y mis gritos y gemido eran de mucho ma volumen. Hasta pensé que las gentes en las próximas, habitaciones, debieron escuchar todo.

Estaba, esta vez, desplomada en la cama. Y él yacía a mi lado, mirándome con intriga y con los ceños fruncidos en interrogación. Para salir de la oscuridad y la luz roja de la habitación, prendí la lámpara de la mesa y me sorprendí al ver, las manchas de sangres. Me puse roja de vergüenza y el, de muy maldito, se estalló en carcajada para susurrarme.

_ ¡Ahora eres toda una mujer! Mi mujer.

Estaba roja, quería golpearlo. Pero él me detuvo con un beso. Termine abrazado a él en la cama, con mi cara escondida en su pecho. No determine cuando, fue que me quede dormida. Un sonido a disparos y sonó pude escuchar una  ametralladora, Disparos por todos los lados.

 Salte de brinco de la cama, volví a ponerme mi pantalón corto mientras buscaba algo para cubrir mi pecho. Me topé con una camisa de Jack y me la puse. Una mujer de edad entro en la habitación agitada.

_ ¡Señorita, es hora de marcharnos, el patrón dio las órdenes, tenemos que ponerla en un lugar seguro! Estamos siendo atacado.

En la puerta vi como sombras pasan, iban y venían. Pues algo estaba muy mal. Cuando mire no estaba en la habitación. Mi mente solo salto  a Princy.

_ ¡Espera, mi hermana! ¿Dónde está?

_ ¡Señorita, debería de ponerse seguro usted primero!

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