La secretaria Indomable romance Capítulo 71

En seguida, el bajo también del coche Pero su sonrisa no desapareció. Camine lo más parido que pude y me pare a unas esquinas. Él me alcanzo a unas cuadras. Me tomo del brazo, pero yo comencé hacer pucheros. Y rebeldía. Estaba endiablada. Por dios un ataque de celos justo en ese momento. Que se cree esa cosita llamada corazón.

_ ¡Katty!

Su voz ronca y profunda me saco de mis pucheros. Ya no sonreía y tampoco tenía, una mirada burlona. Es como si ya cambiara también de personalidad. Pero después de ver que no reaccionaba. Me giro con suavidad para poder explicarme. Sabía lo que tenía que hacer se está poniendo rudo.

_ ¡Lamento, si hable sin cuidado! ¡No voy a encontrarme con una mujer, lo juro!

_ ¿Con quién es?

_ ¡Es solo que la persona me pidió que me mantuviera el silencio!

_ ¿Jack?

_ ¡Por favor, es la verdad, y estamos en media calle!

_ ¿Quién, era?

Ante de que podía decir una palabra más, me jalo y me pego a su pecho, y un puchero de nuevo. Y él acarició mi cabeza. «Que mierda fue eso» Sorprendida por mi actuación frente a este hombre. Me lleva agarrado de la mano hasta el coche, las mujeres que pasaban lo llenaban de elogios. Confieso que Dios se pasó un poco con respeto a la belleza de este hombre y sus rasgos faciales, son intensos.

Subo al auto y Alejandro me mira, en el retrovisor.

¿_ Podemos marcharnos? 

Jack asiente con la cabeza. Es ese mismo instante, empezó una llovizna, y perdí mis ojos en el cristal las lineras de agua que corrían de ellas. Deje que mi cabeza descansará un poco. Sin saber más me quede dormida. Pero, sentí ser movida, me sentía cómoda, aunque alguna parte me sentía en una piedra. Pero solo era un sueño.

El carro se detiene y justo abro los ojos, y me encuentro tirada sobre su regazo, como una pequeña niña, él me mimaba. «Sentía que la vergüenza, me quedaba poco» Bajamos y nos dirigimos a un restaurante. Me gustaba, el lugar era completamente lleno de lujos. 

Las luces tenues, y los cristales, un candelabro muy hermoso. Me senté en la mesa y el camarero me paso el menú y una copa de champán. Doy un sorbo y miro el menú, pido algo ligero y algo pesado también. Trato de establecer una conversación con él, pero su presencia estaba en otra parte. Se perdía en el celular, en la mano, y en llamadas.

Sentía que estaba por caer en cuenta aburrida. Tampoco nunca se me vino  a la mente, sobre quien tenía que ver hoy. Dejo que mi vista se pierda en el lugar. Y el mesero llega con nuestros platos. Tomo un tenedor y un cuchillo para cortar y rebaño un pedazo de carne que saborea, estaba deliciosa.

Terminamos y me sentí llena. El me miro y una sonrisa embarcaba sus labios. No entendía por qué el debido. Solo mofe y trate de ignorarlo. Se levanta y me da la mano. Caballerosamente. Siempre lo fue, aunque muchas veces a su manera. Subimos al auto y paramos en una florería. Me emocione un poco, pero quede desconcertada cuando vi dos ramos de flores.

Alejandro, solo me entrego los dos, y yo lo miré sin entender. Porque carajo trajo dos. El carro se puso en marcha. Él me saco uno de la mano y lo puso atrás. Lo miro y aún no comprendo lo que pasa en la cabeza de este hombre.

Jack 

Ja, ja, ja, se sintió muy bien. Verla explotar en un ataque de celos. Eso me alegro mucho, porque entendí que le importo. Ella termina de darme un saco de golpes con la carpeta. Pero para mi cuerpo, eran golpes reales, esa mujer es ruda. Sin embargo, no puedo parar de reírme. Ella se enfada y sale del auto. No hay más remedio que ir a buscarla. Salgo y le explico las cosas. Ella no acepta del todo. Pero por lo menos no está como antes.

Subimos al auto y nos dirigimos a un restaurante, es uno de mis obras. Es decir, ella lo dibujo, pero yo cogí su idea. Por eso la traje aquí. Pero supongo que la que está aquí, es la peleona y no entenderá este diseño. Bueno, la miro y veo que está perdida en la decoración. Me siento complacido y recibo una llamada del Jefe.

Bueno, soy un jefe, tengo un jefe y una jefa. Mi padre regresa y tengo yo que mantenerme al mando de todo. Él solo estará ocupando los negocios, simples desde la casa. Después de comer, la veo muy relajada. Sonrió por mi propia satisfacción, pero veo que se enfada. Y rueda los ojos. Volteo y vi una chica bella, rubia sentada en la otra mesa. Le guiño un ojo. 

Tengo un cien por ciento de que me conoce. Y la miro, ella está perdida aun en la decoración, la dejo ser. Le doy la mano y ella la toma. Es muy educada, sabe cuando, decir si y cuando decir no. Ella es muy directa. Por alguna razón es la mujer, que me lleva la contraria en todo.

Le doy orden a Alejandro que baje y busque unas flores que ordene antes. Ella mira por la ventana, una hermosa sonrisa aparece en sus labios, Y me lleno de satisfacción, pero ella es demasiado, impredecible. De un parpadeo ya había cambiado de persona.

Miraba las flores, como una interrogación, que no estaba dispuesta a meterme. La veo, mirarme y hago de cuenta que no la veo. Esa cara que tiene no me gusta, para nada. Le quitó un ramo y la dejo atrás, y ella me mira mucho más aturdida. Pero me gusta. Esa ella me gusta.

 Llegamos al aeropuerto y llamo a mi jefe. Él está por llegar y solo falta recoger su equipaje, en chequeo. Me envía un texto y bajo del carro. Ella también baja conmigo y saco el ramo de flores. Ella me frena con una mirada asesina que casi me destruye.

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