La venganza de mi mujer ciega romance Capítulo 127

Cuando el empleado empezó a decir más, Su padre ya pidió que llevaran a Yolanda a casa para que no se avergonzara más.

Afortunadamente el concurso había terminado y los hombres de la familia Carballal protegieron a Yolanda a salir.

Liliana y Linda también se fueron desanimadas.

Albina regresó a los bastidores y vio que el empleado estaba hablando con Umberto halagadoramente.

Ella se les acercó y oyó lo que dijo.

—Señor, he contado la verdad, ¿ya puedo irme?

—Lárgate —Umberto dijo fríamente.

El empleado salió corriendo como si una fiera lo estuviera persiguiendo.

Al ver a Albina, Umberto cambió de actitud y le mostró mucha suavidad:

—Ven aquí.

Albina se arrojó a sus brazos.

—Albina, has ganado. Enhorabuenas —Umberto dijo abrazándola.

—También te felicito. Umberto, te felicito por finalmente pasar la prueba. Ahora ya eres mi novio —Albina se alegró mucho.

—¡Qué suerte tengo! —Umberto colocó su cabeza en el hombro de Albina.

Cuando los dos se abrazaban, Miguel vino con una mirada un poco triste. Ya entendió por qué Albina aceptó a Umberto.

Cuando el suceso pasó, Umberto entró en los bastidores y detuvo a ese empleado para obligarlo a decir la verdad en el escenario. Así el empleado devolvió justicia a Albina ante el público.

Umberto no permitía que Albina sufriera ninguna injusticia.

Miguel se quedó un poco aturdido. Se creía que trataba bien a Albina. Pero parecía que todavía le faltaba algo en comparación con Umberto. ¿Cómo podía luchar por Albina si ya no tenía esa única ventaja?

Muy feliz, Albina estaba en los brazos de Umberto. Se ruborizó y se alejó de él apresuradamente al ver que Miguel los estaba mirando.

Umberto se puso estupefacto por el repentino comportamiento de ella.

Antes de que reaccionara él, ella le tomó la mano y se lo mostró a Miguel.

—Miguel. Te lo presento mi novio, Umberto —se notó felicidad de la voz de Albina.

Ella habló de la relación entre ellos tan orgullosamente que Umberto se sintió muy feliz y quiso darle un abrazo.

Umberto se volvió y vio que Miguel estaba muy desalentado.

—Mucho gusto. Soy novio de Albina —Umberto le dio la mano a Miguel presumiendo.

Miguel se quedó sin palabras por su orgullo. Umberto era buen amigo de su hermano cuando era niño. Además, Umberto y Miguel ya se llevaban mal desde hacía muchos años. ¿Para qué diablos le dijo que mucho gusto?

Pero como Albina estaba aquí, Miguel tuvo que estrecharle la mano a Umberto.

—Ya que se ha terminado el concurso, vuelva, Dr. Águila. Todavía tiene trabajo que hacer —Umberto ya quiso que se fuera Miguel.

Miguel se sintió un poco enfadado pero ya no quería quedarse. Mirando a Albina, quien estaba muy alegre, él suspiró. De cualquier modo, solo quería que Albina se sintiera feliz.

—Albina, enhorabuenas. Has ganado. ¿Podría abrazarte como amigo? —Miguel dijo y le extendió los brazos a Albina.

—Claro que sí —tras quedarse sorprendida, Albina le sonrió.

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