Mia tocó su cicatriz con una mirada sombría.
Yolanda se encogió y de pronto se acordó de una persona.
¡Mia!
Recordó que como Mia había llamado la atención de ella en un banquete, ella pidió que le hicieran cicatriz a Mia en la cara. Eso ya pasó hacía muchos años. Yolanda nunca recordaba personas sin importancia.
Como había escuchado el audio de David, se acordó de Mia.
Después de tener la cicatriz, Mia apenas asistía a los banquetes y ni aparecía ante la gente. Decían que incluso su prometido se huyó. En aquel entonces, Yolanda se burlaba de ella, diciendo que Mia era una sobrante.
Ahora Mia estaba aquí y a Yolanda solo se le ocurrió una razón.
Mia había oído la grabación y vino a vengarse.
La habitación estaba cerrada. Además, Yolanda vivía en una habitación VIP, que estaba bien insonorizada y aislada.
Estos empeoraban la situación.
Yolanda estaba débil y sin ayuda. Nadie la podría ayudar si Mia quisiera hacer algo con ella.
—¡Aléjate de mí! —asustada, Yolanda retrocedió.
Mia sonrió. Su sonrisa debería ser muy bonita, pero con esa cicatriz, se vio muy horrible.
Yolanda se estremeció.
—No te preocupes. No te voy a hacer nada —notando el miedo de Yolanda, Mia retiró su sonrisa—. ¿Crees que estoy fea ahora?
—No. Absolutamente no —Yolanda se sorprendió y la negó, aunque en realidad pensaba que sí.
—Si no estoy fea, ¿por qué no te haces una cicatriz en la cara? —Mia fijó la vista en ella.
Yolanda no supo cómo responderla.
La familia Pinto no era superior a la Carballal, por eso, Mia siempre la había tratado con respeto. Yolanda se sintió un poco descontenta por esta actitud que mostró Mia por primera vez.
—¿Acaso quieres que te diga que eres fea? —Yolanda dijo con sarcasmo.
—Yolanda, parece que no te has mirado en el espejo después de que te has despertado. ¿Has visto cómo estás ahora? Eres mucho más fea que yo —Mia sonrió fríamente.
—¿Cómo? —al escucharla, Yolanda empezó a buscar espejo ansiosamente. Pero no lo encontró.
—Tu madre te cuida mucho. Para que no te sientas triste, incluso ha tirado los espejos —Mia se sentó tranquilamente en la silla y le señaló—. ¡Ahí hay ventana!
De inmediato, Yolanda bajó de la cama y se precipitó a la ventana.
La ventana estaba muy limpia y brillante, reflejando su cara.
Estaba demasiado delgada. Aunque no se miraba claramente, Yolanda vio que estaba muy mal con la bofetada en la cara.
Después de quitarse la peluca, se veía muy fea con el poco pelo.
—¿Qué ha pasado? ¿Por qué me he convertido así? —Yolanda se sentó en el suelo con un grito.
Hacía poco tiempo, todavía no se encontraba de esta forma. ¿Por qué ahora estaba así?
Mia se sintió alegre de ver el desorden de Yolanda. Por fin, ¡se vengó!
—Te voy a decir por qué —Mia sonrió.
—¿Tú? —atónita, Yolanda la miró.
Mia se rio, lo cual a Yolanda le parecía muy pavoroso.
Como Yolanda acababa de tomar sopa de arroz, le dio asco al escucharla. Se cubrió el pecho e intentó vomitar, pero no pudo.
Mia se alejó de ella y se sintió contenta viéndola.
—He oído que siempre te quejas de que se te cae el pelo. ¿Sabes por qué? Has comido conejo y apios juntos, claro que vas a perder pelo. Además, como has comido demasiadas comidas contrapuestas, se te cae el pelo más rápido que lo que esperaba yo —Mia se rio de ella—. ¿Sabes? Si sigues así, ¡te vas a convertir en una calva!
Yolanda dio un grito y se tapó el pelo como una loca.
—Esto solo hace que muchas toxinas se acumulen en tu cuerpo. Por el poco tiempo, no te va a hacer muchos daños. Por eso, pedí a Emma que echara un medicamento en una de tus cenas. Como la confiabas mucho, terminaste toda la cena —Mia continuó diciendo fríamente.
—¿Qué medicamento fue? —Yolanda levantó la mirada y se le acercó a gatas.
—No es nada especial —Mia hurgaba sus uñas—. Es un medicamento que te impide tener hijos. En otras palabras, Yolanda, no podrás tener hijos en tu vida.
Al oír eso, Yolanda se paralizó desesperadamente en el suelo.
«No puedo tener hijos. ¡Cómo puede ser!»
—Has destruido mi vida y mi boda. Y ahora no puedes tener hijos. Me pagas lo que me debes, ¿no es justo? ¿No te gusta mucho Umberto? Pero ahora no puedes tener hijos. ¿Crees que la familia Santángel aceptaría una nuera que no puede tener hijos?
Yolanda levantó la cabeza y se fijó en ella con furia. Apretó los puños, queriendo matarla.
Después de un buen rato, Yolanda se tranquilizó un poco y se le aproximó a Mia.
—Lo siento. Es mi culpa. No debería hacerte esa cosa. Ahora he recibido mi castigo. Por favor, no se lo cuentes esto a los demás —le abrazó la pierna y la rogó humildemente.
—Perdón. Se ha difundido la noticia. Todo lo causas tú. ¡Tienes que aceptar el resultado, aunque sea amargo! —Mia se quitó de su mano y dijo indiferente.
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Los comentarios de los lectores sobre la novela: La venganza de mi mujer ciega
que pasa con el final de esta novela solo llega hasta 577 ?...