—¡Ay, Albina! Por favor, ¡debes ayudar a tu hermano esta vez! —la señora Espina gritó con una voz tan fuerte que las personas que estaban charlando no muy lejos giraron la cabeza para ver qué estaba pasando.
Y vieron a los tres vestidos como mendigos acercarse corriendo hacia una chica hermosa.
La anciana se arrodilló directamente frente a la chica, y agarró el dobladillo de la falda de esta mientras lloraba a moco tendido.
Un poco sobresaltada, Albina retrocedió un poco y preguntó:
—¡¿Qué estás haciendo?!
—Tu hermano fue engañado y pidió prestado a los usureros, por eso él les debe mucho dinero. Hemos hecho todo lo posible que podemos, pero no somos capaces de recaudar tanto en tan poco tiempo, así que ahora tú eres la única que puede salvarnos ahora —Ramon dijo con impotencia mientras se secaba las lágrimas.
Albina, quien había logrado su objetivo y ya no le era necesario fingir ser amable con ellos, preguntó fríamente:
—¿Mi hermano? Mi madre solo me parió a mí. ¿Cómo es que tengo un hermano?
Ramon aún no percibió la actitud indiferente de Albina, sacó a Alex a su frente y dijo:
—Siento haberme equivocado. No es tu hermano, sino tu primo, Alex. Este tipo es poco prometedor. Él pidió un préstamo para montar su propio negocio con un antiguo compañero suyo al ver que la situación económica de nuestra familia está mala. Desafortunadamente, tuvo mala suerte y perdió todo el dinero prestado. Ahora le obligan a saldar la deuda dentro de una semana. Ahora solo le quedan pocos días y si él no puede devolver el dinero a tiempo a los usureros, toda nuestra familia nos quedaremos acabados.
En ese momento, Alex dejó su apariencia altiva que solía tener frente a Albina y la rogó sollozando:
—Albina, soy demasiado estúpido y he sido engañado por otros. Sé que me equivoqué, por favor ayúdame esta vez. Por favor, ayúdame a saldar la deuda primero. Te lo devolveré después, ¿vale?
La anciana también suplicó a Albina a un lado:
—Sí, Albina, somos de la misma familia. Tus padres se han ido y somos tus únicos parientes de sangre, no vas a quedarte con los brazos cruzados, ¿verdad? Esa gente dijo que le cortarían la mano a tu primo si él no devolvía el dinero a tiempo. No dejarás que tu primo se quede lisiado, ¿verdad?
Los tres ya habían atraído mucha atención de mucha gente con su ropa sucia y rota. Ahora gritaban llorando, lo que llamó más atención y muchos peatones se reunieron para ver el espectáculo que ellos montaban.
Al ver a la anciana llorar miserablemente y a Ramon, un hombre de edad mediana, también arrodillarse sobre el suelo suplicando a la chica joven, unos ancianos sintieron lástima por ellos y le persuadieron a Albina:
—Niña, todos son tus parientes. Si eres capaz de ayudarlos, por favor, solo échales una mano.
—Eso es. Acabo de oír hablar de que ellos son tus únicos familiares, creo que deberías ayudarles si se puede.
Tanto la señora Espina como Ramon mostraron una mirada de alegría al ver que los espectadores a su alrededor hablaba por ellos, y luego fingieron llorar aún más. Ramon le pellizcó a Alex en el muslo, que como resultado gachó más la cabeza y juró llorando repetidamente que no volvería a cometer un error así.
Albina echó una mirada ligera a aquellos ancianos que hablaba por los Espina, y soltó una carcajada irónica.
—¡No voy a hacerles este favor de ninguna manera! —Albina rechazó.
—¡¿Qué?! —los tres de la familia Espina se quedaron helados en el acto.
—Niña, ¿por qué eres tan indiferente...? —una anciana a su lado acababa de decir media frase cuando fue interrumpida de repente por una mirada feroz de Albina.
Ella miró a esa anciana y dijo:
—¿Por qué no les preguntas cuánto dinero deben? Ellos solo están llorando delante de mí y me piden que les ayude, pero no mencionan nada sobre cuánto deben realmente.
Albina bajó la vista para mirar a Alex y habló:
—Alex, dinos a todos cuánto dinero debes.
Los ojos de este estaban llenos de resentimiento.
No habían mencionado a propósito cuánto debían, con la intención de engañar a Albina para que ella aceptara ofrecer ayuda primero, pero no esperaban que esta fuera realmente inteligente y no cayera en el truco.
Al ver que Alex no respondió, Albina volvió a mirar a Ramon y a su abuela:
—Ramon, abuela, ustedes deben saber cuánto que debe mi primo, ¿verdad? Si me dicen nada, ¿cómo puedo saber cuánto dinero tengo que devolver por ustedes?
La señora Espina apretó los dientes, y susurró tras obtener un gesto de su hijo:
—Quinientos mil euros.
Su voz se había reducido mucho, pero aun así, la gente a su alrededor lo oyó.
Al instante, entre la multitud sonaron voces sorprendidas:
—¡¿Quinientos mil euros?! ¡Qué deuda enorme!
Al ver que este usó a su difunto padre para chantajearle de nuevo, Albina soltó una risotada y le miró fijamente mientras hablaba:
—Si mi padre estuviera vivo, me temo que habría lo mismo que yo. Además, ¿cómo eres capaz de mencionar a mi padre sin mostrar ningún sentimiento de culpabilidad, asesino?
Ramon se congeló al instante al oír que esta lo llamó por «asesino», levantó la mirada con los labios temblorosos y miró fijamente a ella, tratando de ver lo que ella pensaba, sin embargo, solo vio odio infinito en sus ojos claros y lindos.
«¿Odio? ¿Sus ojos no estaban llenos de respeto por mí cuando la busqué hace unos días? ¿Cómo es que ahora en sus ojos solo queda puro odio?»
—¿Qué tonterías estás diciendo? ¡¿Por qué me llames por asesino?! Albina, puedo entenderlo si no quieres ayudarnos, ¡pero no puedes acusarme falsamente de ser asesino! ¡Es una pura calumnia!
Mirando el aspecto nervioso de este, Albina se burló y le recordó:
—Ese día en el que Alex te llamó en el centro comercial, un amigo mío oyó por casualidad su conversación contigo. Alex dijo personalmente que ustedes habían hecho algún truco malicioso en el coche de mi padre, causando su muerte y haciéndome quedar ciega.
Tan pronto como salieron estas palabras de la boca de Albina, Ramon miró bruscamente a su hijo.
Alex se quedó estupefacto, y luego no pudo evitar mostrar pánico, salió en sus ojos.
Era verdad que ese día estaban hablando por teléfono con su padre en un baño del centro comercial, pero no sabía que se lo estaba escuchando a escondidas.
Muy agraviado y sobresaltado, Alex levantó la vista para mirar a su padre, queriendo explicárselo a él, pero sin saber cómo hacerlo, se limitó a decir:
—¡Albina está mintiendo! Papá, no creas en lo que dijo ella.
Albina se le acercó a él y le susurró con una voz muy baja:
—Tengo una grabación. No lo niegues más.
Alex se quedó callado al instante, poniéndose un aspecto abatido.
En ese momento, la anciana, como si acabara de recuperarse de su aturdimiento, miró incrédula a su hijo y a su nieto, y preguntó asustada:
—¿Es cierto lo que dijo Albina? ¡¿Son ustedes quienes han matado Juan?!
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Los comentarios de los lectores sobre la novela: La venganza de mi mujer ciega
que pasa con el final de esta novela solo llega hasta 577 ?...