Las amantes del Señor Garret romance Capítulo 22

Ian ya no está en la cama cuando despierto, pero su lado de la cama sigue calentito, se ha tenido que levantar hace muy poco.

Aunque lo que ha hecho es muy bonito, no se me va de la cabeza que ayer quedó con otra mujer y gracias a su fama y a que lo conozco, se con total seguridad que no quedó para charlar un rato, un rato de seis horas.

Todavía no puedo perdonarle aunque él crea que no tengo derecho alguno a estar enfadada.

Después de su reacción cuando insinué que me había acostado con Torres, creo que hoy voy a intentar darle celos, a ver si de esta manera se pone un poco en la piel de los demás.

Abro el armario en busca de algo, no se exactamente el que. Al final, después de probarme varios conjuntos me decido por unos pantalones pitillo negro y unos botines con tacón a juego. Una blusa blanca que me remeto por dentro y una americana y a diferencia del resto de los días, me maquillo un poco.

Para terminar el broche final, me paso la plancha por el pelo y el flequillo. Debería hacer esto todos los días. Mirándome en el espejo se que sintiéndome guapa sería capaz de plantarle más cara a Ian, que con su porte, elegancia y seguridad hace que me sienta minúscula.

Me siento en mi silla, enciendo el ordenador y comienzo a mirar los correos con la información importante para traspasarla a la agenda de Ian.

-Bu...buenos días - saluda nervioso para recomponerle al momento.

-Buenos días. Aquí tienes la agenda preparada - saludo.

Lo trato como todos los días. No quiero que porque nuestra relación personal sea un completo desastre, afecte a mi trabajo. Aunque hay momento en los que gritaría a los cuatro vientos y le plantaría mi dimisión delante de las narices.

-¿Necesitas algo más?- pregunto al ver que no se mueve de su sitio.

-No, nada... - mete una mano en el bolsillo - estás muy guapa.

-Gracias - sonrío amablemente - es que después he quedado - suelto como si nada, toqueteando unos papeles que no se ni para que son.

Ahora tengo que buscarme un plan para después del trabajo y pasar todo el día con estos tacones que me están destrozando los pies. Pero todo queda compensando en cuanto veo su cara, solo durante unos segundos, pero lo suficiente para que se me grabe a fuego. Ha apretado la mandíbula y ha cerrado el puño. ¿Enfadado Señor Garret? Esto se llama karma y sabiendo que lo que haga te afecta, te vas a enterar.

Entra en su despacho, cierra la puerta y corre las cortinas. Ahora me es imposible ver lo que hace. Eso significa que él tampoco puede ver lo hago yo. Descuelgo el teléfono y marco la extensión de Torres.

-¿Si?

-Soy yo, Emma - susurro colocando la mano sobre mi boca.

-¡Hola!¿Estás mejor ya?

-Si, si. Tengo que hablar contigo. ¿Podrías quedar después del trabajo?

-Claro. Ahora te mando mi dirección ¿Ocurre algo? - pregunta preocupado.

- No es nada importante - miento - después te cuento.

Cuelgo el teléfono y me pongo a darle vueltas. Tengo que buscar la forma de explicarle como lo he liado todo. He hecho que su jefe crea que nos hemos acostado... la has liado bien, Emma.

No sale en todo el día del despacho. En alguna ocasión me he plantado delante de la puerta, preocupada por si le ha pasado algo, pero me digo a mi misma que sigo enfadada y vuelvo a mi silla.

Conforme se acerca la hora de salir me voy poniendo más nerviosa. Torres se puede tomar muy mal que le haya metido en mis historias. Me dijo que no podía perder el trabajo, aunque no creo que Ian sea capaz de despedirlo por eso.

Me planto delante del ascensor esperando que llegue a mi planta. La mayoría de los empleados ya han salido, así que voy sola hasta que se para en la planta quince, que para suerte mía, sube Leti.

No despego la vista del frente, ignorándola por completo. Me lanza una mirada asesina. Todo ocurre a cámara lenta, adivino sus intenciones justo antes de que lo haga. Pulsa el botón de stop y se para el ascensor.

Comentarios

Los comentarios de los lectores sobre la novela: Las amantes del Señor Garret