Las amantes del Señor Garret romance Capítulo 40

Tengo que confiar en él, pero la confianza es algo que se gana y en su vida han pasado tantas mujeres antes de conocerme y después que me cuesta. También es cierto que nunca me ha mentido, siempre me ha dicho las cosas tal y como son cuando se las he preguntado, me fueran a hacer daño o no.

Saca el teléfono de su bolsillo, marca un número y se lo coloca en la oreja.

-¿Sarah? ¡para que coño has ido a ver a Emma! - grita a través del auricular - no te metas - hace una pausa en la que ella le está dando alguna explicación pero no logro entender lo que dice - tu y yo jamás vamos a volver a tener nada, grábatelo.

Cuelga el teléfono. Siento una extraña alegría al escucharle decir las cosas tan claritas. Ahora mismo tiene que estar que se sube por las paredes, seguro que ya no es tan prepotente como hace un rato.

-Nadie va a estropear lo que tenemos, Emma - roza sus labios con los míos - ni Sarah, ni Willian - vuelve a besarme - nadie.

-Nadie...- susurro entrelazando los brazos alrededor de su cuello.

Ha ante puesto lo que tenemos y que yo esté bien, a su ex mujer. Mis sentimientos hacia él acaban de duplicarse, junto con el deseo.

Nuestras respiraciones están agitadas, su pecho sube y baja mientras observo como desanuda la corbata, despacio, recreándose, sin apartar sus ojos de los míos.

Ahora soy yo la que necesito de sus labios, le beso con una lengua anhelante, despiadada, hambrienta. Ian deja escapar un gruñido excitado y muerde mi labio. Desabrocho los botones de su camisa de forma desesperada, necesitando su cuerpo, reclamando que es mío y solo mío, apoyo las manos sobre su pecho descontrolado y deslizo la camisa sobre sus hombros, dejando que caiga al suelo.

- Eres tan deseable - gime.

De golpe, me agarra por las caderas y me arrastra hacia él, me empuja contra la pared aprisionándome contra su cuerpo. Mete los pulgares en mis pantalones y me los quita con desesperación.

- Por favor...

Atendiendo a mi petición me eleva en el aire y yo, deseándolo más que nunca, separo las piernas para rodear su cintura, se hunde en mi interior. Cierro los ojos deleitándome en las sensaciones que me provoca. Arqueo mi espalda contra la pared. Los gemidos se me escapan con el aire. El placer inunda todos mis sentidos. Ian aumenta el ritmo y creo que voy a desfallecer cuando estallo en un torbellino de placer y él me sigue.

Ian me sujeta entre sus brazos, me eleva en el aire como la muñeca de trapo que soy en estos momentos, apoyo la cabeza sobre su hombro, recreándome en las sensaciones que me provoca este hombre tan magnífico.

Me lleva hasta la cama y nos tumbamos, dándonos tiempo para que nuestras respiraciones se calmen y el corazón vuelva a su ritmo normal.

-Eres increíble - coge un mechón de mi pelo y lo pasa por detrás de la oreja.

Apoyo la cabeza sobre su pecho.

-Me gusta escuchar tu corazón - cierro los ojos acompasando mis respiración con su latido que poco a poco se va calmando.

-Tengo que volver al trabajo ¿Nos vemos esta noche?

-Claro.

Se levanta de la cama, va a buscar la ropa y vuelve.

-¿Sabes? Cuando venía hacia aquí te iba a traer unas flores y me he dado cuenta de que no se cual te gusta.

Se me escapa una sonrisa tímida.

-¿Me ibas a traer flores?

-Estoy probando mi nueva faceta tierna- bromea abrochándose la camisa.

-Entonces... adivina cual me gusta ¿qué hay más romántico que eso? a ver... que pista puedo darte - digo tapándome con la sábana - es una especie tropical...de color violeta...creo que se encuentra en México también.

-Señorita Connor, lo ha puesto muy difícil - me da un beso - Cuando termine de trabajar te llamo.

-Vale.

Cuando escucho el sonido de la puerta de la calle me tumbo mirando el techo ¿se puede ser más feliz? ha ocurrido lo que jamás creí posible, Ian y yo juntos.

Se está esforzando para que funcione lo nuestro, puede que eso sea lo que tiene valor realmente, el interés que le está poniendo.

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