Ariel se avergonzó y no quería ver.
Aunque la parte íntima estaba cubierta, ¡también le daba vergüenza verlo así!
"Ponte la ropa o te enfermarás."
Tenía la voz nerviosa y no se atrevía a mirar a Charlie.
"Esto es una vista previa a lo que se viene después del matrimonio." Dijo Charlie riéndose.
"Todavía... todavía es muy temprano. Después lo observaré con más calma. Ponte rápido la ropa o cogerás un resfriado."
Ariel buscó en el armario su ropa de noche y se lo tiró.
Charlie sabía muy bien que esta muchachita era muy sensible, así que se puso la ropa de inmediato.
"Iré a darme una ducha."
Se levantó de la cama y salió volando al baño.
Pero se sintió triste al terminar de ducharse. Había estado ocupada preparando la ropa de Charlie, que se olvidó de su propia ropa interior y su bata de baño.
Él se había llevado la única toalla que había. ¿Qué podía hacer?
Ella abrió un poco la puerta de vidrio del baño, saco la cabeza y avergonzada dijo: "Esto... Charlieito, ¿me ayudas a traer la ropa?"
Charlie levanto la mirada y vio la cara abofeteada de Ariel. Y pudo observar su exquisita figura que reflejaba en la puerta de vidrio.
Se podía ver aún más claro cada vez que se acercaba a la puerta.
La sed en la boca y le comenzaba a arder la parte inferior del
abdomen.
¿Es que esta chica lo estaba provocando?
Respiro hondo por un momento, resistiéndose a la lujuria, y se levantó.
"¿Qué quieres?"
"Ropa de interior... y bata de baño."
Ariel gruño los dientes al decir las palabras "ropa interior".
¡Se sentía muy avergonzada que Charlie, un hombre tan grande, fuera a buscar su ropa intima!
Ella quiso que se la tragara la tierra.
Charlie fue al armario a buscar y finalmente la encontró...
Una braga con dibujo de conejito pícaro, y un sujetador blanco sin aro.
Charlie la había tocado antes y sabía que no tenía los pechos muy grandes, ¡pero no sabía que las tuviera tan pequeña!
Parece que después habrá que desarrollarse más.
Le entrego su ropa y dijo: "¿Todavía eres una niña? ¿Todavía llevas ropa de infante?"
"¿Qué infantil? ¡Ese conejito pícaro es muy lindo!"
Ella estaba tímida, no supo que más decir y se metió con su ropa.
Por el apuro, se le olvidó cerrar la puerta.
Le dio la espalda a Charlie y comenzó a vestirse.
"No supe que decir, debía elogiarme de que soy muy adorable, ¿pero acaso no tengo inteligencia emocional?"
Se dio la vuelta después de vestirse. Se dio cuenta qué no había cerrado la puerta bien, y Charlie la estaba observando.
Su cuerpo era delgado y no tenía exceso de grasa.
La piel era fina y blanca, y su espalda parecía suave y brillante.
Aunque las caderas no estaban bien erguidas, pero se veía bien suave y se debían sentir bien en las manos.
Y sus delgadas piernas eran muy llamativas.
Su esposa no era una niña. Solo que le faltaba desarrollarse en algunas partes, y necesitaba ayuda.
"¿Cómo puedes estar allí mirándome?"
"Dejaste abierta la puerta y pensé que me habías invitado a entrar, y quise ser cortés. Me acabas de ver, solo di una mirada desde lejos. No debería ser un problema."
Se podía ver una sonrisa en la esquina de su boca, y trato de seducirla mostrándole su cuerpo candente.
"¿En qué piensas?"
Él le dio un golpe en la cabeza, haciéndola volver en sí.
"Estoy estimando que viviré a los ochenta años, y viviré contigo por sesenta y dos años. ¿No te aburrirás vivir tanto tiempo con una persona?"
"Me temo que necesito una vida entera para responderte esa pregunta."
Le dio un beso en la cabeza y dijo: "No te preocupes. No te haré perder el tiempo. Ve a dormir y no sigas moviéndote, de lo contrario puede que pase algo que no quieras."
"Basta. Solo eres un hablador."
Le susurró Ariel.
"¿Qué me dijiste?"
Charlie le preguntó como si no hubiera escuchado.
Ella agitó su mano una y otra vez: "No... nada."
Ella se dio la vuelta y le dio la espalda, y saco su lengua en forma de burla.
Lo mejor sería no decir esas clases de cosas a Charlie. De lo contrario se le bajará la coche estima.
Si Charlie supiera lo que su futura esposa estaba pensando y sintiendo, estaría en el baño llorando y balbuceando.
De pronto, Ariel lo escuchó respirar hondo. Sus pestañas largas y rizadas eran como un delicado abanico dándole brisa.
Ella se inclinó y se frotó en sus brazos.
Charlie solo se sintió ansioso y terriblemente incómodo.
La muchacha sintió un toque extraño y torció su cuerpo incómodamente.
Ese movimiento casi mata a Charlie y casi no pudo controlarse.
Charlie solo podía estar acostado y mirar el techo. Parecía que esa noche no era buena para dormir.
Allí afuera estaba el papá de puntitas y agachado en la esquina de la puerta. Pero no escucho ningún movimiento en el interior durante mucho tiempo.
Incluso si la habitación es aislante de sonido, se podría haber escuchado algo.
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