Lo primero que hacemos al despertar es bañarnos por separado, salgo del baño y después entra Jaxon. Veo la habitación hecha un desastre. Las rosas son un desastre en la alfombra, las cortinas están a punto de caerse, algunas fresas están tiradas por la habitación y lo que más me aterra ver es la cama; las blancas y rojas sabanas están hechas un lio. Están manchadas de chocolate, jugo de fresa, de pétalos y lo también de flojos orgásmicos que a simple vista no se ven, pero de que hay, hay.
Tomo la iniciativa de limpiarla un poco, comienzo por la cama, quito las sucias sabanas y las deposito en el cesto de ropa sucia. En uno minutos Jaxon sale del baño y me mira desconcertado.
—De favor me puedes traer un par de cobijas y sabanas limpias —le pido.
Hace una cara de desagrado, pero va en busca de lo que le pedí. Acomodo la cama y luego me pongo a limpiar un poco la habitación.
—Deja de hacerlo, las empleadas lo harán después.
Dejo de hacer lo que estoy haciendo y lo miro con mala cara.
—Si la habitación se quedará sucia, ¿dónde dormiremos?
Es la verdad, no puede estar sucia y esperarnos hasta que alguien venga a limpiarlo. Las chicas vendrán hasta mañana en la mañana, eso quiere decir que tenemos el día de hoy solos.
Pone cara de poca paciencia, respira y se acerca.
—Está bien, tú ganas —refunfuña.
Deja el celular de lado, se levanta del sillón y me ayuda a limpiar un poco la habitación. No tardamos mucho en limpiar, es mucho mejor trabajar en equipo. Después de limpiar la habitación bajamos a preparar el desayuno, algo rápido y sencillo, ambos estamos hambrientos. Terminando de comer, lavo los trastos y son sentamos en la sala a ver televisión.
—Esto es aburrido —comento al no encontrar algo entretenido en la televisión.
—Esto aburre. Mejor voy a trabajar, debo hacer los diseños para Trevor.
— ¿Me vas a dejar?
—Estaré en la casa.
Si estar acompañada estoy aburrida ahora sin él mucho peor. El sol está muy resplandeciente así que se me ocurre una idea.
—El clima está muy rico. No me quieres acompañar a la piscina.
—Tengo trabajo, nena.
—Bueno, tan siquiera acompáñame en la piscina mientras tu trabajas —propongo.
Lo piensa un poco, pero al final acepta.
—Ok, vamos.
Emocionada, le doy un beso. Sube a su estudio por sus materiales de dibujo mientras yo busco una toalla y qué ponerme para meterme a la fresca piscina. Recuerdo que no tengo traje de baño, sin darle mucha importancia entraré a la piscina desnuda, no hay personal en casa.
Salgo a la parte trasera hacia la piscina y ahí me encuentro a Clark dibujando, está tan concentrado en el movimiento del lápiz. Camino hacia él, dejo la toalla aun lado de él y comienzo a desvestirme. Deja de ponerle atención al dibujo al darse cuenta que me quito el sostén dejando expuestos mis pechos.
— ¿Qué haces?
—No tengo traje de baño y tampoco traje mucha ropa para este fin de semana.
— ¿Y piensas meterte desnuda a la piscina?
—Sí, ¿por qué no? Además, estamos solos en la casa. No hay nada de qué preocuparme.
Termino de quitarme el pijama y las bragas, camino hacia la piscina con sensualidad sintiendo su mirada a mis espaldas, me sumerjo en el agua dejando que el agua fría relaje mi cuerpo del horrible calor que hace en estos momentos. Comienzo a nadar disfrutando del momento mientras Jaxon se concentra en su dibujo.
—Está muy rica el agua. ¿En serio no quieres acompañarme? —ínsito.
Anhelo que me acompañe, las hormonas se me alborotan al imaginármelo desnudo dentro de la piscina besándome. Ante mi comentario deja de ponerle atención a su dibujo, me mira un momento para después regresar su vista a su dibujo, eso quiere decir que no quiere.
—Tú te lo pierdes.
Si en verdad no quiere acompañarme no le insistiré más; giro y me hundo en el agua. Tengo ganas de aventarme clavados como me enseño papá. En ese momento éramos la mejor familia, mamá y papá se querían. Dejo de lado el sentimentalismo y recuerdo que estoy desnuda, no puedo salir así, sé que no hay nadie en la casa aun así no me voy exponer me de tal manera. De nuevo me sumerjo en el agua y al salir a respirar mi celular comienza a sonar, nado hasta a la orilla.
—Jaxon, ¿Me puedes pasar mi celular?
Deja de dibujar y asiente ante mi pregunta. Toma mi celular que esta aun lado de él y me lo trae, al tenerlo en mis manos contesto la llamada.
— ¿Hola?
—Mally, hola —escucho la voz de Zeth del otro lado de la línea.
— ¿Qué sucede?
—Solo quiero avisarte que me marco la asistente de Trevor, Roxanne.
— ¿Te llamo a ti, para qué? —pregunto confusa, esto es raro.
—Me pidió la dirección del señor Clark.
Esas palabras bastaron para entender la situación, de inmediato los celos me invaden.
— ¿Le diste la dirección? —pregunto enojada.
—No. Le dije que yo no poseo esa información, solo Jaime y tú lo saben —explico.
—¿Y qué más te dijo?
—Nada más... ¡Oh! si, me pidió tu número telefónico.
— ¿Y se los diste?
—Sí, me dijo que era por cuestión de trabajo.
No puede ser, esta zorra se tiene algo entre manos y debo de averiguarlo.
— ¿Te enojaste? —pregunta al no escucharme hablar.
—No, claro que no, si es por trabajo no te preocupes.
—Eso es todo, te dejo, disfrutas tu día de descanso.
—Gracias, igual tú. Nos vemos el lunes. Descansa.
Término la llamada y dejo el celular en el piso alejado del agua. Respiro hondo para tranquilizarme, doy la vuelta para regresar al agua, pero su voz me detiene.
— ¿Con quién te vas a ver el lunes? —puedo sentir su molestia en el tono de voz.
—Solo lo dije porque veré a mis amigos el lunes, en el trabajo.
— ¿Cuáles amigos?, ¿son hombres?
A este hombre le debería dar un premio por ser dramático.
—Deja de ser tan dramático. Solo es Zeth y lo veré porque trabajamos en la misma empresa —digo con obviedad.
— ¿Por qué te llama los fines de semana?
Sonríe y no duda en hacer de lado mi cabello y besarme el cuello. Sus besos suben a mi oreja y la muerde para después susurrar.
—Eres increíble Mallory Odett.
— ¿Lo soy?
—Eres la persona más importante para mí. Te quiero Nena.
Sus palabras me hacen sonreír. Me volteo a encararlo y me fijo en el hermoso gris de sus ojos.
— ¿En verdad me quieres? —necesito que me lo diga de nuevo.
No puede evitar reír ante mi insistencia. Acaricia mi mejilla con su larga mano cubriéndola por completo y con su pulgar define la línea de mis labios.
—Mucho, nena, mucho. Ayer quede maravillado con tu plan, confirmo que eres creativa.
Sonrió perdiéndome en su belleza masculina.
—Lo hice porque hace días no hubo encuentro de amo y sumisa.
—Lo sé, pero debo confesar que lo que hicimos ayer no fue de amo y sumisa. Estuve con Mallory Hoffman, mi novia.
No puedo dejar de sonreír, sus palabras hacen efecto en mí, se siente tan maravilloso lo que dice.
—Ahora que lo recuerdo, ¿Te tomaste la pastilla en la mañana? —pregunta, preocupado.
—Si, siempre me cuido. Sé que ayer no usamos protección, es lógico que tome la pastilla.
—Ok, no te descuides y me avisas si se acaban, para pedir más.
—Si.
Sin dejar de mirar su grisácea mirada acaricio su rostro con mi mano y admiro cada rasgo de su hermoso y delicado rostro.
—Quiero repetir lo de ayer. Aun puedo oler lo dulce del chocolate y frutos en tu piel —dice al acercarse a mi cuelo, olerlo y besar esa zona.
Tomo su cabeza y lo pego más a mi cuello deseando el contacto de sus labios en mi piel. Sus manos van directamente a mis glúteos, los toca y con fuerza me levanta, de inmediato enrollo mis piernas en su cintura.
Con esta posición puedo sentir su glande en mi entrada, esta erecto. Ambos gemimos por el tacto; ansiosos de hacerlo de nuevo Jaxon sujeta su miembro, lo acomoda en mi coño y baja mis caderas, al instante me invade.
Extasiada de sentir fricción comienzo a subir y bajar, pero su miembro se sale, lo intentamos un par de veces más y este no se queda adentro, me imagino que es por la presión del agua.
Desnudos, salimos de la alberca y caminamos hasta llegar a la entrada de la casa, en todo el camino no nos dejamos de besar; parecemos unos locos. Al llegar a la entra de la casa Jaxon abre la puerta, entramos y me pega a la puerta blanca y ahí tenemos sexo de pie. Me toma de las caderas y me carga, usamos el sube y baja para saciarnos. De tanto subir y bajar Jaxon se cansa de cargarme, me baja, pero la otra pierna la mantengo arriba, enrollada en su cintura.
—Nena~ —gime al sentir mis filosos dientes en su cuello.
No le gusta que lo muerda, así que me voltea quedando de frente a la fría puerta, toma de mi cintura, me inclina y me penetra de nuevo. Las embestidas aumentan queriendo llegar al máximo placer, al menos yo ya estoy a punto de liberarme.
El desgarrador gemido proveniente de mi garganta y exploto complacida, y en segundos él se libera marcando con fuerza sus dedos en mi piel.
—Nunca me cansaré de hacerlo contigo —me habla al oído.
Me giro para verlo de frente y sin dudarlo beso mi adicción, sus labios.
—Yo tampoco —confieso.
Felices por nuestro pasatiempo favorito subimos a la habitación a bañarnos, ahí aprovechamos la ocasión otra vez. Después descansamos y en la noche vimos unas películas en su cine.
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