Día de los enamorados y la purificación.
Nuestra relación ya se dio a conocer dos días después de que nos vieron juntos salir de la empresa tomados de la mano; unos lo tomaron bien y otros lo tomaron mal, lo de siempre, no podemos complacer a todo el mundo. Aun no se ha armado un escándalo en los medios, pero espero que no sea arme un alboroto por esto, quiero disfrutar mi relación con Jaxon.
Terminando de bañarme, seco mi cuerpo y lo envuelvo en la toalla para ir por mi ropa. Busco mi ropa interior y después busco mi atuendo; al ponerme la braga entra mi novio interrumpiendo mi acto.
—Ya está el desayuno nena —avisa sin mirarme, su mirada se enfoca en el suelo de mármol.
Lo miro y visualizo su vestimenta. Viste uno de sus trajes diseñados por él, son épicos porque nadie puede verse tan bien como él, son diseñados exclusivamente para él y son la única pieza en todo el mundo. Es por ello, que Milton’s Corporation tiene más publico masculino que femenino, Jaxon impone la tendencia en los hombres.
—Nena, ¿Por qué no te pones las tangas que te compre? —su plomiza mirada se posa en mi desnudo cuerpo, y en lo absoluto, no siento vergüenza que me mire, al contrario, me siento maravillada por mis encantos físicos.
Hace unos días me compró varias prendas de ropa interior sexy, no las he usado porque no tengo motivo para usarlas. Jaxon aún sigue castigado, hoy es su último día.
Se mueve de su lugar y va directamente a mi guardarropa, toma la manija dorada y jala el cajón y de ahí saca un conjunto rojo de encaje.
—Úsalo — se aleja del cajón y se acerca a mí, toma mi cadera con su mano izquierda y me pega a su cuerpo haciéndome sentir pequeña a su lado, y me la extiende la prenda.
—No —me quejo —. Voy a ir a trabajar, no es cómodo ir con tanga al trabajo. Además, sigues castigado —le recuerdo el castigo que le impuse.
—Te recuerdo que hoy en la noche termina mi castigo —sonríe con cinismo.
—Lo sé —ladeo mis labios en un gesto de rendición.
—Pues es mejor que te pongas ese conjunto porque en la noche vamos a salir.
Él no me menciono nada de salir y me pongo curiosa en saber qué es lo que tiene planeado.
— ¿A dónde? No me has dicho nada.
—Hoy es un día especial, es el día de los enamorados. Es el día importante para Idus, la celebración comienza un día antes.
Suelta mi cintura, y con solo una mirada me indica que me ponga la prenda. Se aleja y se acerca al grande espejo, se arregla el cabello mientras me explica que tiene de especial el día de los enamorados para Idus.
— ¿Y en donde se realizará el evento? Te recuerdo que hoy trabajamos.
—Lo sé, hoy saldremos temprano... La fiesta se hará en el castillo, es especial.
— ¿Por qué es especial?, ¿Qué hay de diferencia con las anteriores?
—Hoy se celebra la Lupercalia.
Mientras le pregunto qué es eso, termino de vestirme. Él, al terminar de ponerse lo costosos anillos se da la vuelta y se enfoca en mí.
—La lupercalia es una fiesta que se realizaba en la antigua Roma, en donde muchas personas acudían a este carnaval a celebrar el amor por medio de juegos y canción eróticas —explica.
— ¡Wow! No tenía conocimiento de sobre ese tema. Interesante —me asombro por su explicación.
—A pesar de que los tiempos han cambiado y se dejó de realizarse estas fiestas, personas como nosotros tenemos la creencia de que no es malo, aunque el mundo lo ve así. Es por ello que se creó la organización Idus para poder seguir practicando estas fiestas.
— ¿Y por qué seguirían practicando estas fiestas?, si se cancelaron hace años —pregunto mientras jaló el cierre de la falda.
Recuerdo que hace unos años en medio de una clase de historia la profesora Darian nos explicaba la antigua roma y en ese tema salió la explicación de la Lupercalia, algo breve y corto sin importancias.
—En Idus existen muchas personas con diferentes nacionalidades, unos creen en la leyenda y otros no, solo están por placer. Pero al ser miembro de Idus debes respetar las creencias del rey.
—Entonces, me estás diciendo que aún hacen ritos para la fertilidad y la purificación cómo anteriormente lo hacían.
—Nena, con el paso de los años las cosas cambian. Unos aún lo realizan, pero es bajo su responsabilidad, otros no y solo observan. Aunque, debo admitir que todos practican azotar a una mujer o hombre crean o no en ello.
Es cierto, anteriormente había leído una nota hablando sobre la Lupercalia, ese día no tenía nada que hacer así que lo leí, pero no sé mucho del tema y con lo que él me explica entiendo mejor las cosas.
Anteriormente a las mujeres se les azotaba con piel de cabrío macho para darles fertilidad y pureza, después de aquello los hombres escogían a una mujer para festejar con ella teniendo relaciones sexuales. Aunque estamos en el siglo XXI esa ritual se sigue practicando, aunque es más reservado. Las prácticas sexuales de hoy en día integran azotar a una mujer o hombre con una fusta. Es lo mismo, solo que más modernizado y adoptado a la sociedad.
— ¿Se realizará el ritual en esa fiesta?
Mi cara es de horror, no puedo imaginar ver o ser azotada por un hombre para que tenga paz en mi alma. Es raro y no quiero ser partícipe de esto si es que Jaxon cree en ello, nunca se lo pregunte.
—Tranquila nena, esto se practicará por órdenes y creencias del rey, pero no estamos obligados a ser parte de ello. Y como a mí no me agrada, no participaré ni lo veré, así que no te preocupes de ser azotada con piel de cabrío macho —se ríe por mi cara.
—Ya me había espantado, no quería ser golpeada y ser manchada con sangre —digo dramatizando mis palabras.
—No te preocupes que solo tendremos sexo. Lo de siempre —explica mejor.
—Qué bueno que no practicas eso, hubiera escapado de ti.
Mis palabras lo hacen reír dejándome ver esos aperlados dientes. Sin dudarlo, de nuevo se acerca a mí.
—En la actualidad muchas personas no lo practican, solo la familia del rey, por creencia, los demás no lo aceptan.
—Las cosas cambian.
—Si no es lo mismo, es más sexo que creencia.
—Me agrada más así —digo al recordar las morbosas reuniones a las que hemos ido.
—Nena, apúrate que el desayuno se enfriará y llegaremos tarde al trabajo.
Termino de ponerme la zapatilla y salimos a comer al comedor, mientras desayuno me maquillo, no me dio tiempo por estar de entrometida en la plática. Mientras vamos en camino a la empresa, por las calles miro muchas personas comprando detalles para sus parejas, el día conmemorativo es el día de mañana y la sociedad así lo celebra. Los miembros de Idus lo celebran de otra manera.
Llegando al trabajo nos separamos para que cada uno haga sus actividades, antes de alejarme me llama deteniendo mi partida.
—Nena, no olvides que hoy salimos temprano, te espero en el estacionamiento a las cinco en punto.
Asiento con mi cabeza y continuo mi camino. Comienzo con mis labores junto a Zeth, después de trabajar salimos a comer y regresamos al trabajo. El reloj de mi celular muestra las cuatro de la tarde, Zeth ya se fue y yo me quedé a hacer lo último de los documentos.
Al cuarto para las cinco guardo todo, apago mi computador y tomo mis cosas para bajar al estacionamiento. Mientras bajo las escaleras para llegar al estacionamiento saco mi celular y le marco a Jaxon.
— ¿En dónde estás? No te veo.
—Adentro del auto.
Localizo su auto y corto la llamada. Abro la puerta y me meto a su deportivo, lo saludo con un beso en sus labios y partimos a la dichosa fiesta.
Mientras llegamos al dichoso lugar decido poner un poco de música para relajar el ambiente.
— ¿Qué tal tu día? —pregunta para distraernos.
—Bien, no me puedo quejar. ¿Y tú?
—Bien, la siguiente semana tenemos que ir a escoger las modelos para la siguiente colección —avisa.
—Entiendo.
Estuvimos hablando por un momento más hasta que llegamos al impresionante castillo; al acércanos más al lugar, puedo distinguir la cantidad de personas que llegan y se adentran a la grande y fuerte estructura, más de las que he visto con anterioridad.
Jaxon detiene el auto, bajamos dejándole las llaves al del ballet parking. Antes de entrar entregamos nuestra invitación, nos registramos y nos dan nuestras máscaras. Entrelazamos nuestras manos y Jaxon nos desvía del camino y nos dirigimos unas pequeñas construcciones, unos tipos vestidores, sin dejar de lado la elegancia y misterio que define a Idus.
— ¿Qué hacemos aquí? —pregunto al estar en el estrecho lugar.
—Debemos cambiarnos antes de entrar.
Me extiende una bolsa con un vestido adentro, no comento nada hacia la prenda y me lo pongo, al igual él se cambia su traje. Listos, nos pusimos nuestra mascara y entramos a la gran lujosa casa.
Jade se acerca a mí y con toda confianza pasa sus dedos por la piel desnuda de mi mejilla posando sus felinos ojos en mi rostro.
—Tu compañera en muy hermosa —alaga —. Muero por probar eso rojizos labios —dice con atrevimiento.
Jaxon al notar la cercanía de su desconocida amiga la detiene.
—Lo siento Jade, sus labios no se tocan. Es la única regla, lo demás si lo puedes tocar —le advierte.
—Genial —aunque Jaxon le haya prohibido besarme la chica sigue emocionada.
Un silencio se presenta en la habitación, un silencio sin llegar a ser incomodo para los tres, al contrario, es normal sentirnos en este ambiente.
—Excítenme, Jade —la masculina voz de mi hombre hace eco en las frías paredes de piedra.
Clark decide sentarse en el sofá individual que se encuentran enfrente de la cama a unos pocos metros. Cómodo en su lugar nos observa con detenimiento a la espera de su orden.
Con confianza, las manos de Jade van directamente al cierre de mi vestido, lo baja y de inmediato la tela cae al suelo, atrapando mis pies. Mi cuerpo queda a la vista en conjunto con las prendas de encaje que Clark me hizo ponerme esta mañana. Sin esperar más tiempo sus manos tocan mis muslos y la piel se me eriza al frio contacto de su piel; las lleva hacia mis glúteos y golpea uno haciéndome brincar por su atrevimiento, observo como se muerde el labio mientras me toca con cinismo.
Se pone detrás de mí y continúa acariciando mis glúteos mientras su húmeda lengua lame mi espalda. Veo el rostro de Clark, sus ojos están fascinados por lo que ven y sin dejar de mirarlo siento como mis pechos se liberan del apretado sostén. Las manos de la mujer pasan por debajo de mis axilas y las posa sobre mis pechos. Inicia con su cálido y tosco masaje y, a la misma vez, con la punta de sus dedos agarra mis pezones y los jala con fuerza haciéndome gemir. Su pelvis se pega a mis glúteos fingiendo que tiene un miembro.
Me dejó llevar por su toque; sus finos labios comienzan a besar mis hombros y con su áspera lengua lame mi cuello. Una de sus manos deja mi pecho y la desciende por mi vientre, toca el borde de la tanga y mete su mano por debajo de la tela. Al sentir sus dedos sobre mi parte intima el pulso se me comienza acelerar. Con dos de sus dedos comienza a estimularme con una ligera fricción sobre mi clítoris.
«¡Rico!», cierro los ojos por la sensación.
Se siente tan bien que me comienzo a lubricar; entre jadeos aprieto mis manos en puño para soportar el placentero mansaje. Dejo de sentir sus húmedos dedos y su cercanía, ella se posa enfrente de mí y con lujuria destellando en sus ojos comienza a desvestirse.
Mis ojos analizan la desnuda figura ante mí; pechos grandes y rosados, una pequeña cintura y delgadas piernas. Detengo la vista en parte intima, completamente depilada y con un pequeño tatuaje sobre su pelvis dice: Touche me.
(Touche me: Tócame)
—Súbete a la cama —me ordena.
Sin oponerme, me subo a la cama quedando hincada frente a ella. Se acerca a la repisa de madera, busca algo y al tenerlo regresar conmigo, veo lo que sus manos sujetan, un arnés de piel. Se lo sujeta a la cintura y de una cajonera saca un dildo. Con morbo saca su lengua, lo chupa y después lo introduce en su boca ensalivando el objeto con sensualidad mientras sus ojos no dejan de mirar mis pechos.
Se acerca a mí y me ordena que me ponga en cuatro. Quedo a la merced de ella, se arrodilla detrás de mí encarcelando mis rodillas, con su mano jala el hilo de mi tanga para exponer mi húmedo coño y después de un pequeño rose de estimulación introduce el dildo en mí interior.
«Esto no duele al contrario es increíble.», pienso al satisfacerme con la primera estocada.
Sus embestidas son lentas y profundas, hacerlo con una mujer no me da asco, al contrario, me siento morbosa, indebida haciéndolo. A cada segundo mis estrechas paredes aprietan el juguete sexual haciéndome gemir de locura. Mis gemidos retumban en la pequeña cabaña y después de unos cortos minutos, instante escucho los gruñidos de mi pareja comprendiendo que le excita lo que ve. Jade al escucharlo gruñir estrella su palma en mi trasero. «¡Joder, es tan exquisito!»
Aumenta la velocidad sosteniendo mis caderas. Una fuerte sensación se acumula en mi vientre y con una estocada más profunda exploto en placer haciéndome morder las sábanas de la cama; mi cuerpo se retuerce y vibra. Saciada me dejo caer en la cama.
Clark rápidamente se desviste y aparta a Jade de mí, con fuerza me voltea boca arriba, abre mis piernas y se mete entre ellas penetrándome con su duro miembro.
La rubia se quita el arnés dejándolo un lado de la cama sobre las desordenadas sabanas. Tomo la iniciativa y la llamo para que se coloque a un lado de mí y abra las piernas, hace caso a mis palabras y abre sus piernas. Con dificultad agarro el dildo, lo zafó del arnés y lo chupo sintiendo al instante el salado sabor en mi paladar. Lubricado el objeto, con mi otra mano abro sus labios y se lo introduzco, ella comienza a disfrutar y para llenarla de más placer con mi otra mano masajeo su clítoris.
Mientras Clark me folla con profundidad yo follo a Jade con el dildo; los tres disfrutamos y sentimos el mismo placer.
Jade es la primera en correrse estallando con un desgarrador gemido; saco el dildo de ella y dejo que descanse. Jaxon me jala y me levanta llevándonos al sillón, se sienta y me da ordenes de que yo continúe. Muevo las caderas en círculos disfrutando su invasión y el cómo acaricia mi cuerpo marcando sus dedos en mi piel por contenerse.
De nuevo siento venirme, me calla el gemido con sus labios, me vibra el cuerpo y me corro por segunda vez, luego él lo hace apretando mi cintura con fuerza.
Jade se levanta de la cama, se viste, nos sonríe y se va sin decir nada sale de la habitación para dejarnos solos.
Con la respiración alborotada me vuelve a besar y después me habla entre labios.
—Me sorprendes, nena.
También estoy sorprendida por mi iniciativa. Sonreímos, nos levantamos del sillón y nos dirigimos al baño en donde seguimos festejando la Lupercalia, esta vez solos los dos.
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