Ignorando el caos que se estaba desarrollando unos pisos arriba de ella, Stefanie en ese momento tenía “otros” problemas, ya que estaba aguantándose las ganas de mal contestarle a esa mujer porque acababa de insinuar que ella era una ofrecida.
- Creo que estás confundiendo las cosas – opinó Stefanie.
- ¿En qué?, se ve que eres una ofrecida más que desea atención por parte de mi jefe para tener su vida asegurada – indicó con arrogancia la rubia mirándola con superioridad.
- “El león cree que todos son de su misma condición” – se burló la pelinegra, notando que sus palabras hacían enojar a la rubia – pero como te dije antes necesito hablar con esa persona, porque necesito preguntarle algo importante.
- M*****a gata corriente, ahora mismo te enseñaré tu lugar – mencionó enojada tomando el teléfono para llamar a seguridad y que echaran a la pelinegra del edificio.
Justo en eso las puertas del elevador principal se abrieron dando paso a Giovanni; quien se miraba agitado, pero aliviado al ver que la pelinegra seguía en el edificio aún y con el niño.
- Ya te dije, no me interesa si crees que soy como tú, sólo deseo hablar con esa persona por un asunto importante – repitió Stefanie, ya algo molesta por esa situación.
- ¿QUÉ OCURRE AQUÍ? – preguntó Giovanni molesto, ya que odiaba el escándalo e igual debía aparentar estar calmado para no espantar a la mujer y buscar recuperar al niño, e igual saber si ella planeaba algo.
- Señor Giovanni, perdón, esta chica ofrecida llegó a armar escándalo y… - empezó a quejarse la rubia buscando ponerse coqueta al mismo tiempo, pero fue interrumpida.
- Disculpa, ¿tú podrías dejarme ver a Ángelo Barone? – le interrumpió Stefanie, quien ya no aguantaba más a esa mujer hueca y deseaba golpearla, pero se contenía para no despertar al castañito.
- ¿Puedo saber la razón? – pregunto con calma el rubio, mientras con su mirada analizaba el cuerpo pequeño, quien no parecía estar herido ni mostraba señal de tortura alguna.
- Es que encontré a este pequeño en la calle, pero no vi a nadie a su lado – explicó – y revisándolo encontré entre sus ropas esta tarjeta de presentación – mencionó acercándose a él y entregándole la tarjeta de presentación – pensé venir aquí para preguntarle a esta persona, si sabe la identidad del niño, porque parece que se separó de sus padres en la calle – indico mientras sentía al pequeño moverse un poco donde con cuidado acarició la espalda de este sonriendo suave al verlo seguir durmiendo tranquilo.
Giovanni noto la sinceridad en las palabras de la chica, pero justo cuando estaba por hablar fue interrumpido por la seguridad que llegaba.
- ¿Nos llamaron? – preguntaron dos chicos fornidos que portaban gafas oscuras.
- ¡Si!, saquen a esta mujer urgida de aquí – menciono de forma altanera la recepcionista, donde estos asintieron y se acercaron a ella, quien buscó sujetar con fuerza al pequeño para protegerlo, pero…
- LA TOCAN Y SE MUEREN – ordenó Giovanni asustándolos – señorita acompáñeme, por favor – indico mientras le señalaba el elevador, a lo que Stefanie asintió y se encaminó al elevador que le indicaba el pelirrojo – y ustedes, tienen 5 minutos para largarse de aquí o yo personal me haré cargo de ustedes.
- Pero, Señor Giovanni… – dijeron asustados los guardias.
- No esperen recomendación ni liquidación alguna – menciono antes de que las puertas del elevador se cerraran – perdón por esto, a veces es difícil tener buenos empleados – se disculpó.
- Descuida, no es tu culpa, a veces es inevitable controlar la personalidad de las personas – opinó la chica, quien ya estaba algo acostumbrada a que a veces la trataran de forma inferior, pero no por eso se dejaba intimidar.
Giovanni asintió por eso, mirándola de reojo para vigilar sus movimientos con referente al pequeño. Al abrirse las puertas del elevador, el rubio le hizo una seña silenciosa a Alessia, quien se puso seria al ver al pequeño en los brazos de la pelinegra.
- Por favor toma asiento un momento, avisaré al Señor Barone que quiere verlo – mencionó Giovanni sonriéndole a la chica para luego girarse a la rubia, quien en esos momentos usaba unos lentes de lectura – Alessia, cuídalos – ordenó en voz baja, cuando pasó a su lado para ingresar a la oficina de su jefe.
- Claro – indicó mientras se colocaba de pie para acercarse a la pelinegra - ¿gusta algo, mientras esperas? – le pregunto donde en un movimiento rápido busco hackear el teléfono de la chica.
- No, estoy bien – contestó Stefanie, mientras aprovechaba a sentarse en el sofá, para acomodar mejor al castañito que sonrió en sueños buscando moverse un poco, provocando una sonrisa en ambas mujeres.
Comentarios
Los comentarios de los lectores sobre la novela: Madre por Contrato