Stefanie llegó a casa y agradeció que la llevaran a su casa, ya que el sol se había ocultado, realmente deseaba golpear e insultar a esas personas, pero sabía que ese chofer no tenía la culpa, por lo cual solo les dio las gracias y se giró para entrar a su edificio.
Miro hacia arriba, notando el humilde edificio de departamento, se veía un poco deteriorado, pero era lo que podía pagar en esos momentos. Subió las escaleras y llegó al departamento número 23, sacó sus llaves e ingreso.
Su departamento era algo humilde: solo tenía un refrigerador viejo, estufa y fregadero que poseía el lugar, adicional una pequeña mesa, un televisor algo viejo, un colchón individual sin una base y un mueble de plástico donde estaban acomodadas sus ropas, otro mueble donde tenía guardados los químicos para limpieza del hogar, jabón para ropa y platos y un escritorio algo dañado donde estaban guardados sus libros.
- Ah… todo un día desperdiciado – dijo triste para sí mientras dejaba sus llaves en la mesa – al menos me dieron algo de cenar – indicó haciendo una mueca y al abrir se asombró al notar la gran cantidad de pasta y carne que tenía – je… se ve que son ricos, pero con esto tendré comida para un día más – mencionó dejándola en la mesa para ir a bañarse, colocarse un pijama y prender la televisión para ver algo mientras cenaba.
Tras acabar y guardar lo que le quedaba de pasta, se fue a dormir colocando su alarma para levantarse temprano, ya que debía trabajar. Ya mañana buscaría cómo averiguar los precios de sus libros para empezar a escribir sus planes de ahorro y buscar otros empleos.
La mañana siguiente inicio con el sonido habitual de su alarma, donde se estiraba para apagarla mientras ahogaba un bostezo, realmente ayer fue un día muy extraño y esperaba ya no volverse a encontrar con esos extraños sujetos, ya que por sus actitudes y la forma fácil en la que portaban armas… sabía que era mejor estar lejos de esas personas, por seguridad. Aunque debía admitir que le había agradado el pequeño Jin y tenía algo de curiosidad por saber ¿por qué le decía mamá a ella? y ¿dónde estaría su verdadera madre?
Ante esos pensamientos sacudió su cabeza regañándose a sí misma, eso ya era pasado y debía seguir con su vida, por lo que se levantó para ir a lavarse la cara y alistarse para su trabajo… o ese era el plan hasta que escucho como tocaban la puerta con insistencia provocando que arqueara la ceja antes de dejar escapar un suspiro, miro el calendario y no era día de pagar su renta, así que fue a ver quién era.
- ¿Qué pasa? – dijo molesta al abrir la puerta, encontrándose a 3 hombres de traje negro con gafas oscuras, provocando que ella frunciera el ceño al sentir de nuevo un ligero déjà vu.
- He…, perdón por molestarte de nuevo, Stefanie – habló el hombre que estaba en medio quitándose las gafas para dejar ver una sonrisa tranquila; donde la pelinegra lo reconoció y vio que era el chofer que la había llevado a casa - pero me pidieron que pase a recogerla para llevarla a casa antes que Jin despierte.
- No – dijo seria buscando azotarle la puerta en la cara, pero vio que este puso su pie para impedir que cerrara la puerta – ya déjenme – dijo molesta buscando hacer presión en la puerta.
- En serio, insisto, debo pedir que me acompañe – pidió Luciano.
- Yo no tengo nada que ver con ustedes y como dije ayer no sé por qué el pequeño me dice mamá – mencionó notando que el castaño empujaba la puerta – además no tengo tiempo para ir a jugar con tu jefe, ya que debo ir a trabajar – indicó buscando cerrar la puerta, pero el pelinegro se movió rápido evitando que la cerrara.
- Perdón, señorita, pero insisto en que me acompañe.
- Y si me niego, ¿qué harás? – indicó molesta buscando ponerse en guardia, ya ella sabía algo de karate y estaba lista para golpear al castaño, quien se movió rápido para bloquear el primer ataque de la chica – tch…
- Bueno, así será – mencionó con calma el castaño mientras empezaban a pelear, donde a veces se asombraba de la velocidad de la pelinegra, ya que le era difícil bloquear algunos ataques, pero en eso recordó de que si tardaba Ángelo lo regañaría y no deseaba eso por lo que con un movimiento rápido busco derribarla para luego sujetarla y taparle su boca con un pañuelo que estaba impregnado con un fuerte somnífero, donde casi al momento ella quedó inconsciente.
- Te dio pelea – se burló uno de los acompañantes del pelinegro – pensé que eras el mejor.
- Bueno, igual buscaba no herirla, ya que si lo hacía me matan – indicó mientras la acomodaba y cargaba al estilo princesa – ustedes recojan todo y póngalo en el camión, yo me adelanto – ordenó.
- Si – dijeron ambos mientras hacían una ligera reverencia, mirando a su jefe alejarse para girarse y llevarse todo lo que había en ese lugar y meterlo en el camión de mudanza que habían llevado.
Por un momento todo se puso negro, pero luego empezó a escuchar una vocecita hablar, pero no intendencia que decía.
- Am… ma…i…
Su cabeza dolía un poco y se sentía mareada, poco a poco empezó a abrir los ojos mientras hacía una mueca donde al lograr enfocar su vista vio un par de ojos color chocolate familiares que le miraban con sus ojitos aguados.
- ¿Qué…? - dijo confundida, pero en eso sintió como algo caía encima de ella y sus ropas se humedecían haciéndola despertar.
- Mami, mami.
En eso se sorprendió de ver al pequeño castaño aferrarse a ella llorando donde busco moverse y reconfortarlo para que se calmara.
- Shh tranquilo Jin, estoy bien – dijo confundida, pero buscando calmar las lágrimas del pequeño.
- Ya despertaste – escuchó una voz burlona a su lado, donde al alzar la vista frunció el ceño al ver a ese pelinegro riquillo molesto, provocando que recordara todo haciéndola enojar, ya que ese sujeto había mandado a secuestrarla.
- Tú… - dijo molesta colocándose de pie para afrontarlo lista para golpearlo, donde Ángelo igual le miraba con superioridad, pero la pelea finalizó antes de empezar, por el hecho de que…
- Mamá, papá, je, je, je – dijo feliz Jin donde ambos le miraron a ver.
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