Matrimonio de primera romance Capítulo 1174

Mariano descubrió que Yadira estaba mucho mejor que la última vez que la vio, lo que significaba que ella tenía una vida feliz. Después de todo, vivía con Delfino, que siempre la cuidaba bien.

Al pensar en esto, apareció una sonrisa amarga en la cara de Mariano y este miró detrás de ella. Yadira se dio cuenta de la vista y dijo con indiferencia: —He venido sola.

—Pues....

—No me fío de ti, pero creo que es innecesario venir con guardaespaldas.

Yadira se lo explicó porque sabía que Mariano pensaba que ella tenía fe en él.

Lo que hizo destruyó por completo su fe en él, por lo que nunca le creía.

Había perdido la confianza en él, y solo no le tiene miedo.

Cuando Mariano escuchó esto, el color rojo que le quedaba en la cara desapareció.

—He estado pensando últimamente... si no hubieras recordado todo, ¿el resultado entre nosotros sería diferente?

Dijo Mariano.

Yadira dijo fríamente: —¿Me buscas para la nostalgia?

Mariano la miró seriamente: —Empiezas a parecerte a Delfino.

—Por supuesto. Somos una pareja casada desde hace años, así que nos influenciamos mutuamente cuando vivemos juntos.

Mariano parecía un poco cansado y se inclinó lentamente hacia atrás: —Sabes lo que quiero decir.

Yadira no dijo nada, y Mariano tampoco. Ambos guardaron silencio.

Después de un rato, Yadira sacó su teléfono y miró la hora.

Al ver esto, Mariano volvió a decir: —Pediste alguien que me dijera el paradero de Franco porque quieres ayudar a Delfino, ¿verdad? Sé lo que le pasó a su madre.

Desde el punto de vista de Yadira, no es imprescindible responder a esta pregunta.

Mariano era muy inteligente, así que definitivamente conocía bien su intención.

Mariano no se volvió para ver cómo ella se iba. En cambio, tomó la taza que tenía delante y se terminó el café frío que contenía. La amargura del café estaba llena en su boca, la cual se extendió lentamente por todo su cuerpo.

***

Cuando Yadira salió del café, el conductor se bajó del coche, nervioso, y le abrió la puerta: —Señora Yadira, gracias a Dios por que ha vuelto.

—Vamos—. Yadira se agachó y subió al coche.

Cuando llegaron a la guardería, el conductor fue a aparcar el coche mientras Yadira se bajaba y esperaba a que Raquel saliera.

Cuando se paró en la puerta, se levantó una ráfaga de viento, así que alargó la mano y se pasó el pelo desordenado por detrás de la oreja. Sin embargo, justo cuando se dio la vuelta, vio que Miguel estaba de pie no muy lejos, mirándola.

Parecía débil, agotado y demacrado con un cigarrillo en la mano.

Al fin y al cabo, era un hombre rico que nunca había sufrido ninguna dificultad. Comparado con él, Mariano era mucho más tranquilo.

De repente, Miguel apagó su cigarrillo y se dirigió hacia Yadira.

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