Matrimonio de primera romance Capítulo 345

Yadira respiró profundamente y preguntó a Jaime con voz casi temblorosa, -¿Dónde está mi hija?

Jaime estaba completamente loco en ese momento.

Si Raquel fue escondida por Jaime y Horacio, no podía imaginar lo que le haría a Raquel aquel hombre loco.

Raquel era todavía muy niña inocente.

Al oír esto, el hombre reveló una mirada de sorpresa, -¡Ah! ¿Te refieres a aquella monada?

Yadira sintió como si le pellizcaran el corazón, incluso se encontró difícil para respirar, -¿Sabes dónde está ella?

-Por supuesto, porque fue robado por mí -dijo, y luego se negó-. No, le he propuesto la idea a Horacio, pero la niña fue robada por alguien de parte de él, pero al final, llegó a mis manos. Pero en cuanto a dónde está la niña…

Hizo una pausa y extendió la mano para palmar la cara de Yadira.

Yadira volvió la cabeza con cara de disgusto, intentando evitar su contacto, pero ahora que estaba atada a la silla, y no podía escapar del toque de él por lo más que intentara.

Jaime se enfadó por su evasiva, y le pellizcó ferozmente la barbilla, -Si quieres saber el paradero de la niña, tú y Delfino tenéis que contentarme. Si me hagáis feliz…

De repente, la puerta del almacén se abrió de un empujón.

Acto seguido, se oyó la voz de Delfino, -¡Jaime!

Jaime y Yadira miraron al mismo tiempo en dirección a la puerta.

Delfino seguía vistido del traje, pero tenía un aspecto de cansancio. El pelo estaba revuelto, las mangas de su camisa estaban enrolladas hasta los brazos. Tenía un aura seria.

Su mirada cayó en la mano de Jaime que pellizcaba la barbilla de Yadira. Entrecerró los ojos ligeramente y dijo con voz seria, -Suéltala.

Al oír esto, la soltó, y se enderezó para mirar a Delfino con una mirada bien humorada, -Vale.

Yadira dijo con cara de preocupación, -Delfino.

Delfino volvió la cabeza para mirarla. Su mirada cayó en su barbilla roja e hinchada, que fue pellizcada por Jaime.

Mirando a Jaime con expresión sombría, le dijo, -Ya estoy aquí, deja que Yadira se vaya.

Jaime se sentó lentamente en la silla, con una sonrisa, -¿Te he dicho que voy a liberar a tu mujer si estés aquí? Si mal no recuerdo, sólo he dicho que deberías venir tú mismo si quieres hablar con ella.

Delfino dijo en voz tranquila, -Plantéame tus condiciones.

-¿Así? -Jaime se interesó-. Por ser hermanos, te dejaré a Perla Jimenez, aunque tiene problema mental, se comporta bien en la cama.

Yadira no pudo evitar regañar en voz alta, -¡Jaime estás loco!

-Estoy hablando con Delfino, no te interfieras -Jaime volvió la cabeza y miró a ella.

Acto seguido, un guardaespaldas sostuvo una daga contra el cuello de ella.

Los ojos de Yadira se humedecieron, pero ella no dejó caer ni una sola lágrima, -Delfino, este tipo se ha vuelto completamente loco, ¡no le hagas caso!

Delfino ni siquiera miró a ella, sólo dijo calmamente, -De acuerdo, aceptaré las condiciones que me pidas.

-Bien, ya que eres un buen cooperador, por supuesto que tengo que darte la oportunidad de mostrar tu sinceridad -diciendo esto, Jaime aplaudió.

Al momento siguiente, escoltaron a Perla frente a ellos.

Perla estaba con los ojos cerrados y se veía que ya se había desmayado.

-Despiértala -Jaime ordenó con indiferencia.

Luego, levantó la muñeca y miró al reloj, -Son las once, ¿qué tal si tú y Perla vais a la Oficina de Asuntos Civiles a casaros, luego deja que los medios de comunicación transporten la noticia, y luego libero a Yadira?

Esta última negó con la cabeza, -¡No!

Delfino finalmente la miró, pero rápidamente apartó la mirada, -Está bien.

-¡No lo permito!

Otra voz llegó desde el exterior de la puerta.

Todos giraron la cabeza y vieron a Horacio que había llegado apresuradamente.

-¡Qué disparate!, Jaime. Si Delfino se case con esta mujer, ¡será una deshonra para nuestra familia! ¿Para entonces, cómo vamos a mantener el estatus en la Ciudad Mar? -dijo Horacio señalando a Perla.

Jaime sonrió con ironía, -Ya veo. O que Delfino se case con esta mujer, o que revele el escándalo de tú y tu hermana, elige uno.

-Tú ... -Horacio no esperaba que Jaime dijera eso, y su cara se puso roja de ira.

En ese momento, Perla ya se había despertado.

Miró a su alrededor aturdida y finalmente posó su mirada en Jaime, -Jaime.

Este la miró con una mirada tierna, que era inusual, y la palmó la cabeza suavemente, -No tengas miedo, ¿no has querido siempre casarte con un hombre rico? ¿Estás satisfecho con Delfino?

-¿Quéee? -Perla miró a Jaime con expresión de asombro-. ¿De qué estás hablando? No me casaré con nadie, sólo quiero estar contigo.

Diciendo, se lanzó hacia él.

Jaime lo tenía previsto y dio un paso hacia atrás, lo que hizo a Perla caer directamente al suelo.

Ella levantó la cabeza para mirarlo.

El hombre sólo dijo dos palabras con indiferencia, -Sé buena.

Perla negó con la cabeza, -No ...

Yadira estaba sentada detrás de todos. Excepto a Delfino, la atención de los demás estaba enfocada en Jaime y Perla.

Yadira miró a Delfino, se sentó erguida y aprovechó la ocasión de que el guardaespaldas no le prestaba atención, se levantó de golpe.

La daga afilada le hizo una herida extremadamente profunda en el hombro, y la sangre brotó de golpe.

-¡Yadira!

El semblante de Delfino cambió drásticamente. Corrió hacia ella.

Sin embargo, había demasiado guardaespaldas de Jaime, y le detuvieron el paso.

Delfino se había estado conteniendo la furia desde que llegó allí, y en ese momento, finalmente no pudo contenerse más y empezó a lucharse con los guardaespaldas.

Cuando Jaime reaccionó, vio que la camisa blanca de Yadira ya estaba empapada de sangre.

Yadira perdió mucha sangre y su rostro estaba pálido. Su mirada hacia Jaime mostraba un odio obvio, -Jaime, quieres amenazar a Delfino utilizándome, ¿no? Si me muero, ¿cómo vas a poder amenazarle?

La expresión de Jaime se volvió sombría, pero pronto sonrió de nuevo, -Si te mueres, aún tengo a su hija.

-¿Es así? -Yadira también se rio-. Jaime, eres tan estúpido. ¿O crees que soy aún más estúpida? Si pudieras amenazarle con Raquel, ¿por qué me secuestras a mí y no a ella?

Diciendo esto, la sonrisa de su rostro se hizo más grande. Dijo palabra por palabra a regañadientes, -Si sigues amenazándole, me mataré.

La expresión de Jaime estaba bastante complicada.

No dijo nada. Giró la cabeza y miró a Delfino, que seguía luchando con sus guardaespaldas en otro lado.

Jaime había traído unos treinta o cuarenta guardaespaldas, y la mitad de ellos ya habían sido derrotado por Delfino. Este estaba gravemente herido, pero luchaba cada vez más feroz.

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