Matrimonio de primera romance Capítulo 368

No pudo evitar sonreír, levantó la mano para tocar suavemente su pelo y le preguntó, -¿Todavía me recuerdas?

La niña asintió con la cabeza, directamente tendió las manos y se echó sobre ella abrazándola, y dijo con tristeza, -Quiero buscar a Definas.

Yadira estaba un poco atontada por este repentino abrazo.

La niña tan pequeña en sus brazos ahora le estaba abrazando el cuello y mirándola con una sensación de dependencia.

Ella pensó, “¿Ahora los niños se acercan a los otros tan fácilmente?”

La mayoría de las mujeres no podían resistir las cosas lindas y mucho menos a una niña tan mono y simpática.

Su velocidad de habla era tan rápida que ella no oyó claramente lo que dijo y le preguntó, -¿De quién hablas?

-Definas -efectivamente Raquel lo dijo en serio de nuevo.

Yadira se sorprendió por un rato y cuando se dio cuenta de que estaba hablando de Delfino, lanzó una risa, -¿Cuál es tu nombre?

-Raquel -le contestó honestamente.

Al ver que la niña era tan sincera y contestó lo que preguntó, no pudo evitar la preocupación.

Pensaba que cómo podría ser tan honesta una hija criada en una familia adinerada como la familia Dominguez y debería ser más lista.

La recogió y le preguntó, -¿Vienes con tu papá?

La niña negó con la cabeza.

La mujer estaba en un apuro, sin saber dónde podía llevarla para encontrar a Delfino.

Pensaba que debería ir al Grupo Dominguez.

Pero no sabía dónde estaba la empresa.

Creía que incluso si fuera allá, probablemente no podría verlo.

En ese momento, justamente pasaron por un restaurante y en la cartelera afuera había la imagen de las patatas fritas.

La niña las señaló con muchas emociones y dijo al instante, -¡Papas fritas!

Vio que tenía muchas ganas de comerlas y ya era hora de cenar, así que entró al restaurante abrazándola.

Ahora no sabía cómo poder encontrar a Delfino y a los otros miembros de la familia Dominguez, entonces primero la llevó a cenar.

Pidió una ración de papas fritas para la niña, y también el arroz frito con la sopa.

No había cuidado a los niños antes, tomó una cuchara y estaba a punto de alimentarla pero pocos instantes después, vio que la niña ya tenía los palillos en su mano para llevarse arroz a su boca.

Puso su mano izquierda en forma de un pequeño puño sobre la mesa y tomó los palillos en su mano derecha con una postura estándar, inclinándose hacia el borde del tazón con la boca abierta y rápidamente llevándose arroz a la boca.

Pero todavía era niña, entonces la mitad del arroz que quería llevarse a la boca se cayó al suelo, y sus comisuras todavía estaban cubiertas de granos de arroz.

Fue conmovida por su hecho y tenía una sonrisa en su rostro inconscientemente. Le pidió al camarero un tazón pequeño para servirle la sopa. La removió con una cuchara y esperaba que se la sirviera cuando la sopa se enfriara.

Antes cuando vio a los otros niños comer abriendo su boca grande, sintió que eran muy lindos. Y además, como Raquel se pareció a una linda muñeca en la pintura, creía que no le hacía falta cenar y podría estar llena con solo mirarla.

Yadira probó la sopa y sintió que ya estaba tibia, pues le iba a servir una cuchara y le dijo suavemente, -Come lentamente. Toma la topa.

La niña se la comió con un trago y siguió comiendo arroz.

Se sentó a su lado mirándola por un tiempo y apenas comió nada.

No le pidió al camarero servirles las papas fritas hasta que la niña estaba casi llena.

A los niños les gustaba mucho este plato sencillo pero no podían comer mucho. Ya terminó el plato de arroz frito, entonces no iba a comerlas mucho. Luego simplemente las comió un poco con la salsa de tomate.

Yadira la sació y le preguntó, -¿Adónde podemos buscar a tu papá?

En realidad le hizo solo una pregunta sin esperar que lo supiera.

Al siguiente instante, la niña le pasó el peluche que abrazaba, -Llámalo.

Echó un vistazo a lo que le entregó y vio que era un peluche de tigre rosa-azul, muy hermoso.

Lo recibió y le preguntó, -¿Con éste?

-Sí -inmediatamente asintió Raquel y la miró con gesto expectante.

Mirándolo en sus manos, Yadira se sintió embarazosa.

Pensaba que quizás generalmente Delfino le hiciera reír con esta muñeca en casa.

Pensando en esto, inconscientemente apretó al pequeño tigre dos veces y, por último, tocó un objeto duro.

Lo apretó de nuevo y confirmó que había algo adentro, entonces abrió la cremallera en su parte posterior y sacó un pequeño tarugo dentro del algodón.

Un nombre y un número de teléfono estaban claramente grabados en la madera.

-¿Definas? -leyó en voz alta.

Al oír su sonido, Raquel se inclinó la cabeza diciendo, -Estás llamando a mi papá.

Yadira le preguntó cogiendo el pedazo, -¿Lo metió tu papá?

-Sí. Es el número de papá -ella asintió rápidamente con alegría.

Yadira se sorprendió por un rato.

Recordó la mirada inesperada pero con una impresión bastante profunda de aquel hombre el día en que ella salió del hospital.

Era muy difícil imaginar que un hombre tan vigoroso fuera tan pensativo y grabara las letras de “Definas” sobre arriba.

Creía que de esto se podía entender que Delfino amaba mucho a su hija.

Al principio pensaba que era un hombre muy despiadado.

Echó un vistazo hacia fuera del restaurante.

Después de tanto tiempo, nadie vino a buscarla.

No tuvo otro remedio que marcar el número de “Definas” bajo la mirada expectante de la niña.

Después de marcarlo, no le telefoneó de inmediato.

No entendió por qué tenía una inexplicable sensación de palpitaciones.

¿Parecía nerviosa?

En este momento ya estaba llena la niña. Al verla cogiendo su teléfono celular, Raquel se acercó con curiosidad y le preguntó, -¿Has llamado a mi papá?

-Ahora mismo -Yadira le tocó la cabeza y lo llamó.

Encendió el altavoz a la vez que hizo la llamada.

Al escuchar el sonido de la llamada telefónica, su corazón palpitó fuertemente.

Este sentimiento inexplicable también apareció cuando vio a Delfino la primera vez ese día.

Escuchando el sonido, Raquel creía que ya estaba conectada y habló, -¿Papá?

Se rio Yadira, -Tu papá todavía no contesta. Espera por un momento.

-Bueno -después de esta palabra, la niña miró fijamente la pantalla con un vistazo expectante, lo que le hizo a Yadira sentir felicidad en el corazón.

Después de que el teléfono sonó cuatro veces, surgió una voz profunda y agradable de un hombre, -¿Quién es?

Su tono era un poco bajo, con frialdad.

Al saber que era la voz de Delfino, Raquel cogió el móvil y gritó entusiasmada, -¡Papá!

-¿Raquel? -a diferencia de ahora, obviamente este llamado estaba mezclado con emociones.

-Sí, soy yo. Papá, ¿dónde estás? -tan pronto como empezó a hablar, aquel no pudo dejar de hablar.

En el otro lado, Delfino lo escuchó en silencio por un rato confirmando que su voz sonaba normal, y luego dijo en voz profunda, -Pasa el teléfono a la hermana que me llamó.

Yadira estaba un poco sorprendida y no comprendió por qué este hombre sabía que fue una muchacha quien le dio ayuda de hacer la llamada.

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