-Ya me has oído -dijo Delfino.
A Yadira le disgustaba la soberbia de Delfino.
Levantó la barbilla para mirar a Delfino y dijo, -¿Qué significa asociarse?
-Mariano -dijo Delfino lentamente.
Yadira se rió, respiró hondo y dijo, -¿Y Ximena? ¿Quién es?
-¿Lo admites?
-¿Qué?
-Mariano.
Los dos comenzaron a hablar de Mariano.
-Delfino, somos los padres de Raquel, no tenemos ninguna otra relación legal -trató de convencer Yadira a Delfino-. Ahora vivimos juntos y entiendo muy bien lo que no me digas...
-Bien -Delfino la interrumpió con impaciencia.
-Déjame terminar -Yadira se separó fácilmente del abrazo de Delfino.
Miró al hombre con asombro.
Delfino se apoyó en el escritorio con las manos en los bolsillos y dijo, -Algo significativo, por favor, que no quiero perder el tiempo.
-Yo tampoco -dijo Yadira.
-Si valoras el tiempo, vete a la cama -Delfino la miró con indiferencia.
Era un hombre irracional.
Yadira no sabía cómo contradecirle.
Miró a Delfino, luego tomó el café que había sobre el escritorio y se lo bebió.
El café solo estaba un poco amargo.
Yadira dejó la taza vacía y le dijo provocativamente a Delfino, -Buenas noches.
Delfino la vio salir y volvió a mirar la taza.
Tocó el asa y sonrió.
Adivinó en secreto: "¿Está enfadada?"
Sin embargo, Delfino no se enfadó en absoluto y lo encontró algo divertido.
Yadira volvió a su habitación furiosa.
Cerró la puerta con un largo suspiro de alivio y se acercó a la cama.
Raquel estaba profundamente dormida, así que entró en el baño.
Se puso frente al espejo y se tocó los labios, recordando el beso.
No sabía qué estaba pensando Delfino o qué quería hacer.
Pero odiaba su arrogancia.
Yadira salió del baño y se sentó en el sofá para enviarle un mensaje a Noela, -¿Realmente amaba a Delfino antes?
-Sí -respondió Noela rápidamente.
Yadira comenzó a quejarse, -Pero ahora lo odio, arrogante como un rey, y siempre me enoja...
-¿Por ejemplo? -respondió Noela.
-Él no me permite interactuar con otros hombres antes de que recupere la memoria. Lo entiendo pero en realidad es demasiado...
***
Delfino llegó al trabajo y vio a Apolo.
Apolo llevaba un jersey azul y una camisa blanca, con mucha energía.
-Buenos días -le sonrió a Delfino.
-¿Ha pasado algo?
-Sí -Apolo no lo ocultó.
-Vamos -dijo Delfino.
Apolo siguió entonces a Delfino hasta el despacho del presidente.
Al salir del ascensor se encontraron con Licia.
Apolo sonrió significativamente, -Señorita Licia, ¡cuánto tiempo!
La cara de Licia cambió inmediatamente.
Ignoró a Apolo y miró a Delfino.
Delfino, sin embargo, se dirigió directamente al despacho.
Apolo levantó una ceja de forma provocativa hacia Licia.
La mujer tembló de rabia y apretó los puños.
Sonó su móvil.
Licia respondió con impaciencia, -Dime.
Luego se burló, -Lo sé.
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